León.- De un joven fotógrafo de un diario japonés a un líder espiritual en León. Así fue la peculiar vida del Maestro Akira, quien falleció a tras 50 años en León.
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En redes sociales, todos sus discípulos a quienes les cambió la vida con sus enseñanzas en la filosofía zen han compartido mensajes de agradecimiento y pésame, luego de saberse su fallecimiento.
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En 1967, un joven y confundido Akira llamó la atención en las calles de León, tanto por su origen japonés como por su larga cabellera.
En ese momento, Akira pensaba haber llegado a Guadalajara, donde había sido enviado por parte del diario japonés con el que trabajaba en aquel momento para fotografiar el torneo olímpico de futbol.
“Tuvimos que enseñarle un mapa de México y decirle que aunque las palabras Guanajuato´ y ´Guadalajara´ tienen una fonética parecida, son 2 ciudades distintas”, recuerda Alfredo Ceseña, quien compartió incontables tardes con el Maestro Akira.
El japonés nunca llegó a Guadalajara, pero dejó su huella en León.
El Maestro Akira fue amigo cercano de artistas, intelectuales y empresarios de la ciudad, como Alfredo Ceseña , “El Gordo” Olalde, Alfredo Escalera, Miguel Angel Macías y Pepe Araujo.
Conocido primero como maestro de karate, terminó por abandonar las artes marciales para dedicarse a enseñar la filosofía zen en la Universidad de Guanajuato, tras una estadía en el extranjero.
Todos aquellos que compartieron con el maestro zen lo reconocen como una persona especial, que compartía muy poco de su vida privada.
Se sabe que Akira también era pintor e incluso sus obras llegaron a ser expuestas en Estados Unidos.
En sus últimos años, fue reconocido por su búsqueda de la paz y el sentido de la vida, guiando a otros en la meditación.
A pesar de los esfuerzos de sus alumnos por “rescatarlo”, el Maestro Akira llevaba una vida sencilla y desprendida de lo material, pasando sus últimos días en un asilo antes de su fallecimiento.
MM