León-. Chicharrón bañado en una salsa que deja un sabor picoso en las papilas gustativas de la legua, la cecina rojiza y ahumada que deja un toque salado difícil de olvidar, le acompañan un pedazo de ternera asado y tortillas, estas son solo algunas de las especialidades que ofrecen los famosos Almuerzos Las Monjas que acaban de cumplir 50 años de ofrecer su comida tradicional en León.
Cuando se habla de ir a desayunar por algún motivo en especial, ya sea por un cumpleaños o aniversario, o, simplemente, con tal de convivir con la familia, los amigos o la pareja, una elección en mente a elegir son los Almuerzos Las Monjas que tienen medio siglo de tradición en el sur la ciudad.
Al entrar a Las Monjas un a olor a frijoles cocidos se combina con el de la carne asada que emerge de los casones de barro que las tías, con sus largos faldones, ponen sobre la barra principal que separa la gran cocina de las mesas de los comensales.
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La fonda suele estar llena durante los días de fin de semana, lo mejor es hacer un espacio entre semana, por la mañana, se come bien, no hay que hacer fila y atienden pronto.
Los Almuerzos Las Monjas está en bulevar Venustiano Carranza, número 728, entre la antigua estación del tren y el bulevar Torres Landa. Es un local amplio con una fachada de ladrillo y parasoles en color rojo, es un establecimiento sencillo en el que los meseros atienden gentilmente.
El lugar es sencillo y no ha perdido la sazón con el que se ha distinguido desde hace 50 años y con el que ha conquistado a los leoneses por generaciones que siguen buscando sus platillos típicos: huevos al gusto, quesadillas de comal, jugo de carne y el típico plato (bien servido) de diferentes carnes: chorizo, cecina, bistec, y costillas. Todo acompañado en un plato de cerámica con frijoles y un pedazo de queso blanco para desmoronar.
La historia de los desayunos de Las Monjas inició en la década de los setentas, precisamente en agosto de 1974. Los vecinos de San Miguel le decían a Doña María de Jesús (Doña Mariquita como le apodaban por cariño) que se animara a cocinar ya que tenía una sazón única.
Al final se ofrece un plato repleto de galletas y churros dulces que se pueden acompañar, al igual que los platos fuertes, con un humeante atole blanco endulzado con piloncillo y café de olla. Las monjas no cuentan con pago con tarjeta, pero sí tiene cuenta en Instagram.