León.- Sabado 13 de diciembre, 7 de la mañana. Alfredo no cabía de la emoción ese día, uno de los más importantes de su vida: se levantó temprano para tener todo listo, pues por la noche sería su boda con Marcela.
Mientras se preparaba a salir para tener cubiertos todos los pendientes, se asomó por la ventana del baño y vio que estaban cayendo pequeños copos. Bajaban suavemente, como flotando, y Alfredo los veía incrédulo: era la primera vez en su vida que veía nevar.
“No me la creía, pensé que tenía algo borroso en los ojos y ya cuando me asegure les hablé a mi mamá y a mi hermana para que también se asomaran a ver”.
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No hacía tanto frío realmente, y la sorpresa de ver nevar fue mayúscula. En la tarde y en la noche hizo un frío casi insoportable, y durante la fiesta de la boda en los salones del Sindicato del IMSS la gente platicó más de la nevada que de los nuevos esposos.
Fue algo increíble
Alejandro Frausto, habitante de Santa Rosa Plan de Ayala, estaba limpiando su taller de carpintería y cuando terminó esa tarea y salió a la calle se sorprendió cuando vio la nevada. Extendió las manos y las suaves partículas se le desintegraban en las palmas.
Un rato después, todos los vecinos, chicos y grandes, jugaban con la nieve que se acumulaba sobre los toldos de los automóviles.
Desde aquella nevada del 13 de diciembre de 1997, esa fecha se convirtió en una efeméride leonesa, pues no ha vuelto a nevar, aunque se han registrado muy bajas temperaturas y la gente sigue esperando vivir otra vez la presencia de un fenómeno meteorológico similar.
La fecha memorable sigue siendo para Marcela y Alfredo. “El día que nos casamos… Y el día que nevó”. Hoy celebran 26 años de su unión, y es quizás la única boda de cuya fecha se acuerdan con precisión todos los invitados.