HUACHICOL

Estos son los ductos y rutas más saqueados por huachicoleros en Guanajuato

Los ductos de Pemex que cruzan Guanajuato son el corazón de una guerra por el huachicol. Conoce las rutas, los grupos que los controlan y cómo operan este negocio millonario

Huachicoleo en Guanajuato
Huachicoleo en Guanajuato.Huachicoleo en GuanajuatoCréditos: Gustavo Elias Carreón
Escrito en GUANAJUATO el

Guanajuato, México.- El estado es atravesado por una red crucial de ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) que transportan combustibles, lo que ha convertido al estado en un foco rojo del huachicoleo (robo de hidrocarburos).

Células criminales disputan la ordeña en al menos siete ductos de Pemex que conectan la refinería de Tula (Hidalgo) con la de Salamanca (Guanajuato) y sus ramales locales.

Estas tuberías incluyen poliductos y oleoductos estratégicos, como el poliducto Tula–Salamanca, el poliducto Salamanca–León y el poliducto Salamanca–Guadalajara, que atraviesan municipios guanajuatenses como Apaseo el Alto, Celaya, Salamanca, Irapuato, León y Pénjamo, entre otros.

Tales corredores energéticos han sido perforados con cientos de tomas clandestinas para extraer gasolina y diésel ilícitamente.

Las cifras oficiales muestran que el problema va en aumento. En 2024 Guanajuato registró 850 tomas clandestinas, un salto de casi 58% respecto al año anterior.

Esta tendencia alcista continuó a inicios de 2025: tan solo en el primer trimestre las perforaciones ilegales crecieron 26% frente al mismo periodo de 2024. Guanajuato se posicionó así como el cuarto estado con más robo de combustible del país, solo por detrás de Hidalgo, Jalisco y Tamaulipas.

Las zonas calientes dentro del estado se han ido desplazando: históricamente la región de Salamanca (sede de la refinería) fue el epicentro, pero recientemente el municipio rural de Pénjamo, en el suroeste guanajuatense, concentra la mayoría de las tomas. En la primera mitad de 2024, Pénjamo acumuló 227 perforaciones –el 54% del total estatal– superando a Salamanca como principal foco de huachicol. Otros municipios con numerosas tomas reportadas fueron Apaseo el Alto(47), Salamanca (47), Irapuato (24), Villagrán (20) y León (17), entre otros. Incluso zonas del norte y sur del estado por donde pasan ramales menores registran actividad, desde San José Iturbide en el límite con Querétaro hasta Uriangato en los límites con Michoacán.

 

Grupos criminales disputando el huachicol guanajuatense

Detrás de este saqueo a los ductos opera una violenta disputa de cárteles del crimen organizado. Guanajuato, que en años recientes ha encabezado las estadísticas de homicidios en México, debe gran parte de su violencia a la guerra entre el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL) –de origen local– y el poderoso Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que busca arrebatarle el control del huachicol. El corredor huachicolero que atraviesa Guanajuato, de la zona industrial de León hasta los Apaseos (límite con Querétaro), es estratégico y ha sido el campo de batalla de estas organizaciones desde 2018 .

El Cártel de Santa Rosa de Lima, oriundo de la comunidad homónima en Villagrán, Guanajuato, surgió en 2014 como una banda huachicolera local. Fue fundado por David Rogel “El Güero” –un ex policía vinculado a Los Zetas– y pronto centró sus operaciones en la extracción ilegal de combustible, además de extorsión y otros delitos . Hacia 2017 asumió el liderazgo José Antonio Yépez Ortiz, “El Marro”, quien declaró la guerra al CJNG para defender su bastión huachicolero . A partir de 2018 la violencia en Guanajuato se disparó, con miles de homicidios ligados a la confrontación entre el CSRL y CJNG . Aunque “El Marro” fue capturado en agosto de 2020, el cártel Santa Rosa siguió activo bajo nuevos mandos y mantiene una posición predominante en el robo de combustible de Guanajuato . Su influencia abarca municipios clave atravesados por ductos, desde León, Silao e Irapuato hasta Celaya, Villagrán y los Apaseos . El CSRL incluso tejió alianzas con otros grupos como el Cártel de Sinaloa y facciones del Cártel del Golfo para frenar la embestida jalisciense .

Por su parte, el CJNG –de alcance nacional– ha incursionado agresivamente en Guanajuato mediante células regionales. Una de ellas, conocida como los Guerrero Covarrubias, opera en la franja limítrofe con Jalisco y Michoacán (zona de Pénjamo y Manuel Doblado), aprovechando la conexión de ductos hacia el occidente . Otras facciones del CJNG han penetrado por el oriente, desde los Apaseos y Celaya, buscando controlar la ruta de combustible hacia Querétaro y el centro del país. Ambos cárteles (CJNG y CSRL) actualmente se disputan municipio por municipio las tomas clandestinas, cargamentos de combustible robado y su venta en el mercado negro . Esta rivalidad por el huachicol –sumada a las pugnas por narcotráfico– explica en gran medida la situación de “estado en guerra” que ha vivido Guanajuato en los últimos años, con masacres, atentados y violencia extendida incluso contra autoridades . Cabe señalar que en algunas áreas también operan otros grupos: informes de inteligencia mencionan presencia del Cártel de Sinaloa y remanentes del Cártel del Golfo en la entidad, e incluso la formación de alianzas locales como la llamada “Unión de León” para actividades delictivas, aunque el control del huachicol guanajuatense recae principalmente en la disputa CJNG-CSRL .

 

Operativa del robo de combustible y consecuencias

El modus operandi del huachicoleo en Guanajuato combina técnica, corrupción y redes de distribución clandestina. Las bandas perforan los ductos –a menudo de madrugada– instalando válvulas y mangueras ocultas para extraer el hidrocarburo.

En sitios rurales, han llegado a tender líneas clandestinas de varios metros desde el ducto hasta predios alejados donde llenan autotanques o contenedores de manera encubierta. En otros casos, conectan directamente pipas (camiones cisterna) en la toma ilegal, custodiadas por hombres armados.

De hecho, en mayo de 2025 se descubrió que 11 elementos de la Guardia Nacional (fuerza federal) estaban coludidos extrayendo gasolina de un ducto en Apaseo el Alto, usando una pipa oficial para cargar el huachicol . El caso expuso el nivel de corrupción e infiltración: los soldados detenidos –incluidos oficiales– fingían “vigilar” la zona mientras en realidad bombeaban combustible robado, evidenciando la posible complicidad de autoridades en esta actividad ilícita.

 

Una vez sustraído el combustible, los huachicoleros han desarrollado una red de venta y distribución paralela. Buena parte de la gasolina robada se comercializa a menor precio en el mercado negro local: según reportes, acaba vendiéndose a gasolineras privadas, empresas de transporte de carga o constructoras de la región, que la adquieren con descuento para sus flotillas.

 

Asimismo, en comunidades rurales de Guanajuato proliferan las puntos de venta informales: improvisados puestos a pie de carretera donde se despacha gasolina ordeñada a vehículos particulares, a plena luz del día, ante la mirada permisiva de pobladores y autoridades locales.

En la autopista y caminos del llamado “triángulo del huachicol” del Bajío es común ver bidones y tambos para abastecer automovilistas con combustible de dudosa procedencia. Adicionalmente, el CSRL ha aprovechado su producto como moneda de cambio: al colindar Guanajuato con Michoacán (estado con presencia de otros cárteles), se ha documentado que los huachicoleros guanajuatenses intercambian gasolina robada por cargamentos de droga –por ejemplo cristal azul (metanfetamina) proveniente de laboratorios michoacanos– para luego revenderla . Este trueque criminal ilustra la diversificación del negocio ilícito.

Las consecuencias de este fenómeno son severas. Además del millonario daño económico a Pemex y al fisco (pérdidas nacionales por más de 20 mil millones de pesos anuales por tomas clandestinas ), Guanajuato sufre riesgos ambientales y de seguridad.

Las tomas ilegales mal selladas provocan fugas e incluso incendios y explosiones que ponen en peligro a comunidades enteras. Agricultores penjamenses reportan cómo los derrames de gasolina han contaminado sus tierras de cultivo, arruinando cosechas.

Un ejemplo ocurrió en mayo de 2023: una perforación en un ducto cerca de la carretera Pénjamo–Abasolo generó un chorro de combustible de 10 metros de altura, obligando a evacuar a los habitantes ante el alto riesgo de explosión.

Tragedias similares han sido evitadas por poco en otros municipios, mientras que en estados vecinos como Hidalgo y Estado de México ha habido explosiones mortales por huachicol. En Guanajuato, la impunidadalentó por años la actividad: comunidades enteras han llegado a depender del huachicol como economía de subsistencia, protegiendo a los ladrones de combustible a cambio de sobornos o suministro gratuito. Esto ha dificultado los operativos de las autoridades, que enfrentan resistencia social en algunas zonas.

 

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