León, Guanajuato.- En el punto más alto del basurero municipal “El Verde”, ubicado en la comunidad de Lagunillas, sobre la carretera León-Lagos de Moreno, no solo se amontonan toneladas de residuos: también se levanta, con estruendoso aleteo, una oscura nube viva. Son miles de zanates mexicanos (Quiscalus mexicanus), aves negras, brillantes, de canto áspero y mirada audaz. Los locales ya los conocen: siempre están ahí, patrullando las montañas de desperdicio, como si fueran los verdaderos dueños del lugar.
Las imágenes obtenidas en una visita reciente al tiradero muestran una escena tan caótica como fascinante: montones de plástico, comida podrida y desechos industriales conviven con estas aves oportunistas, que bajan en bandadas a buscar comida entre lo que para el humano ya no tiene valor. Lo hacen con destreza, sabiendo exactamente dónde picotear, qué evitar y cuándo escapar del paso de los camiones recolectores de Aseo Público León.
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Pero, ¿qué hacen ahí? ¿Qué los atrae? La respuesta es clara: la basura es un banquete constante para los zanates. Aunque su dieta natural incluye semillas, insectos y frutos, su habilidad para adaptarse a entornos urbanos los ha convertido en expertos recolectores de desperdicios humanos. Restos de tortillas, carne, frutas, incluso comida en descomposición… todo es aprovechable para estas aves. Son resistentes, oportunistas y, en cierto modo, indispensables para mantener cierto equilibrio ecológico en un espacio tan contaminado.
El carácter del zanate
El zanate no es solo un ave más: es un símbolo de supervivencia. Es valiente, descarado y altamente social. Vive en grupos grandes, se comunica constantemente con chillidos y graznidos, y suele ser visto como una especie que domina los espacios que ocupa. En México es común verlo en plazas, mercados y, como ahora se documenta, también en basureros. Se adapta al cemento, al humo y al caos.
Estos pájaros no se sienten intimidados por la presencia humana. Al contrario, suelen observar desde las alturas a quien se acerca, y bajan sin miedo si detectan restos aprovechables. No discriminan entre basura orgánica o industrial; si algo huele a comida, será revisado y posiblemente ingerido.
Un síntoma del problema
La masiva presencia de zanates en El Verde no es solo una curiosidad biológica. Es también un síntoma del mal manejo de residuos en León. Donde debería haber control, separación y relleno sanitario profesional, hay cerros de desechos a cielo abierto. Y donde hay caos, hay oportunidad para las especies más adaptables… como los zanates.
Mientras el municipio debate sobre los futuros proyectos de saneamiento y reubicación del basurero, estas aves seguirán cumpliendo su función: limpiar lo que los humanos dejan atrás. Con cada picoteo, los zanates recuerdan que la naturaleza, aunque deformada por la basura, sigue encontrando formas de vivir.
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