León-. Penitentes, fieles devotos la virgen de San Juan de los Lagos, recurrían a la autoflagelación poniéndose una corona de espinas emulado a Jesucristo y atando una penca de nopal en el pecho, para expiar sus culpas y pagar sus mandas por el milagro concedido a su beata patrona que cada año los espera en lo alto del atrio.
Hace más de medio siglo que algunos peregrinos recorrían el camino de San Juan de los Lagos con una corona de espinas (como lo hizo Cristo en la cruz) que les rodaba la cabeza y así soportar el dolor durante toda la travesía, existen algunas fotografías del suplicio que los devotos a la virgen estaban dispuestos a hacer para pagar sus mandas.
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Una de las fotografías se observa a un sanjuanero completamente tapado del rostro con una corona de espinas, desnudo de la cintura para arriba, trae atadas dos pencas de nopal: una en el pecho y otra en la espalda, así caminó hasta el templo, así se demostraba la devoción a la virgen de San Juan de los Lagos.
Los peregrinos a la Virgen de San Juan de los Lagos realizan el recorrido ofreciendo el sacrificio poniéndose la corona de espinas recrean el camino Jesús de Nazaret al calvario, soportan así el largo trayecto al pueblo de San Juan, lo peregrinos atan pencas de nopal a modo de penitencia, otros cargan enormes cruces a su espaladas, todo para así pagar sus mandas y expiar sus pecados.