OBITUARIO

QEPD Porfirio Muñoz Ledo, el guanajuatense “ius sanguinis”

Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, protagonista estelar en uno de los episodios políticos más trascendentes de la historia del Guanajuato moderno

Escrito en GUANAJUATO el

León.- “A quien diga que he cedido en mis principios, le miento la madre”, decía Porfirio Muñoz Ledo durante su lucha por demostrar su calidad de guanajuatense para contender por la gubernatura del estado. Lo consiguió y fue candidato por el PRD en una de las contiendas más interesantes e importantes de la historia de Guanajuato, con eco nacional que a la fecha sigue resonando.

Nacido en la Ciudad de México hace 90 años (23 de julio de 1933) y con presencia muy difícilmente demostrable en tierras guanajuatenses, el político expriista y en ese entonces con militancia en el recién creado PRD, del que era uno de los principales fundadores, a Porfirio Alejandro le entró la idea de ser gobernador en Guanajuato.

Para la contienda del año 1991, cuyas elecciones fueron el 18 de agosto, Muñoz Ledo tuvo como contendientes al panista Vicente Fox Quesada, al priista Ramón Aguirre Velázquez, a Juan Gabriel Torres Landa por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y a Rosa María Hernández de Torres, por el Partido Demócrata Mexicano (PDM).

Los únicos nacidos y radicados en el estado eran “Rosita” y Juan Gabriel, quienes hicieron campañas prácticamente inexistentes. Rosa María con su lema de “gobernar con sentido común”, y Torres Landa desaparecido durante el proceso.

Sin embargo, Rosa María llegaría a increpar a Muñoz Ledo, quien en público le mencionó: “Rosita, no me desaires, la gente lo va a notar”.

Candidato contra todo

Muñoz Ledo decía haber demostrado la ilegalidad de las candidaturas del PRI y del PAN. Del panista Fox, por no haber presentado su carta de nacionalidad mexicana; del priista Aguirre Velázquez, porque cuando registró su candidatura no estaba en el padrón electoral.

Aun así, fue el candidato que más trabas tuvo para poder contender por Guanajuato. Su único argumento eran sus ancestros en Apaseo el Grande. Los Muñoz Ledo, gente de campo, de caballo y charrería.

El tribunal finalmente le dio, luego de una prolongada lucha legal, la constancia de “ius sanguinis”, es decir, “derecho de sangre” y el cuadro de candidatos quedó completo.

Fue Porfirio quien puso el sabor a la contienda, con su alta capacidad de debate, con sus duras críticas a los principales contrincantes y su constante puesta en duda de las capacidades intelectuales del panista a quien apodó “El alto vacío” no solamente por su elevada estatura, y atosigó constantemente al priista, quien mostraba su amistado con Carlos Salinas de Gortari como su mejor credencial.

Porfirio Alejandro, en una entrevista declararía: “No tengo como meta ser gobernador de Guanajuato, sino aportar mi granito de arena a la transformación profunda del sistema político mexicano”.

Aunque hubiera sido su meta, era inalcanzable: el perredista logró el 7.57 por ciento de los votos en la elección para gobernador.

Ramón Aguirre Velázquez arrasaría con el 53.1 % de los votos, en tanto que Fox Quesada obtuvo en 35.5 %. Rosita (2.7 %) y Juan Gabriel (1 %) fueron borrados.

Ya lo que pasó posteriormente, con Guanajuato en el centro de la atención a nivel nacional, inició una nueva era para la política en el estado. La “concertacesión”, el ascenso de Carlos Medina Plascencia y el neopanismo y la, hasta ahora, perpetuidad del blanquiazul, son consecuencias directas de aquel episodio en el que Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega fue indiscutible protagonista.