León.- La sala en la que Alma Alcaraz había salido a decir que ya había triunfado se quedó sola, tres sillas vacías y una mesa nada más, de frente sólo quedaron algunos tripiés sin cámaras, la candidata de Morena de la coalición “Sigamos haciendo historia” no volvió a dar la cara. El único ruido que quedaba era el de las televisiones y de los conductores que informaban sobre la jornada electoral.
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Alma Alcaraz dijo que las encuestas le favorecían, que estaba 15 puntos arriba y que por fin habían terminado con 33 años de gobiernos del PAN… Fuera del hotel no había banderas de Morena, tampoco del Partido Verde Ecologista de México, ni el
Partido del Trabajo, ni un grito de algún morenista que presagiara el triunfo de Alma, ni simpatizantes o militantes que estuvieran al menos para apoyarla y romper con la tranquilidad del búnker.
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La sala fue quedándose sin miembros del partido, sólo quedó la espera del anuncio de ese triunfo, de esa confirmación que la coronara como gobernadora de Guanajuato, eso no sucedió, los medios de comunicación esperaron una nueva declaración: el triunfo o la derrota. Ella ya se había declarado ganadora.
Alma no volvió a salir, tampoco Ricardo Sheffield, ni Adriana Guzmán Serna, la presidenta del partido en el estado, sólo los voceros se asomaban y entraban a la sala para ver qué reporteros habían quedado, sólo Jesús Ramírez, secretario del Comité Ejecutivo Estatal entraba y volvía a salir de la sala.
Pasó el tiempo, su contendiente Libia Denisse García Muñoz Ledo sí festejó junto a su coalición, ondearon las banderas del PRI, del PAN, y el PRD, mientras en el Garden Inn las únicas banderas que ondearon fueron las que había el hotel: la de México, Estados Unidos y la del establecimiento.
En el búnker de Alma sólo quedó una mesa vacía, una entrada apenas resguardada por un elemento de la Guardia Nacional un hotel en un día más de rutina, el festejo no pasó.