La estación secreta del metro de la Ciudad de México ha despertado la curiosidad de muchos debido a su misterio y exclusividad. A pesar de que el sistema de transporte cuenta con 200 estaciones abiertas al público, esta estación en particular solo ha sido visitada por unos pocos privilegiados.
El Metro de la CDMX, conocido por su extensión y su colorido, se destaca por su singularidad en comparación con otros metros del mundo. Basta con observar los nombres, diseños y arquitectura de varias de sus estaciones para comprender que estamos ante algo único.
En la Ciudad de México, el metro nos brinda la oportunidad de contemplar una pirámide prehispánica, adentrarnos en un laberinto circular de colores, apreciar murales e incluso caminar sobre fósiles milenarios que datan de los inicios de la humanidad.
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Nuestro metro también forma parte del imaginario colectivo. Sus antiguos pasillos protagonizan leyendas tétricas y sus vagones han sido escenario de cuentos tanto antiguos como contemporáneos. Sin embargo, existe un rumor persistente que asegura que en algún lugar entre los túneles se encuentra una estación creada para que nadie la conozca.
¿Dónde se encuentra esta estación secreta, cuál es su propósito y por qué fue construida?
La estación secreta del metro, conocida como Expometro, fue construida en 2012 como una réplica exacta de la última estación de la Línea 12, la cual lleva al corazón de Tláhuac. Esta estación fantasmal tiene la misión de capacitar al nuevo personal encargado de hacer funcionar el metro. En Expometro, se imparten cursos y se instruye a los trabajadores encargados de operar los viajes diarios. Solo en el año 2020, se ofrecieron al menos 100 cursos en este lugar.
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Expometro se encuentra junto a la estación de Zaragoza y reproduce de manera casi ejemplar las actividades reales que ocurren en el metro de lunes a domingo. El objetivo es que los encargados de llevarnos a casa estén preparados para enfrentar diferentes situaciones y conozcan los innumerables protocolos necesarios para reducir al mínimo los accidentes.
Esta réplica es digna de un museo al que todos deberíamos tener acceso. Cuenta con taquillas, utiliza la misma iconografía que el resto del metro, tiene su propia sala de control desde donde se gestionan todos los itinerarios y cuenta incluso con una colección de torniquetes cubiertos con material transparente para que los alumnos aprendan su funcionamiento.
Además, se puede apreciar un motor de tren a la vista de todos, donde ingenieros y conductores tienen la oportunidad de observar las diferentes partes, circuitos e incluso la composición de las llantas que ruedan sobre los carriles.
También hay un túnel donde los estudiantes pueden familiarizarse con las señalizaciones que aparecen en el camino en medio de la oscuridad. En este pasaje, aprenden sobre la distancia entre trenes, cuándo avanzar y cuándo detenerse.
Otro aspecto interesante es un asiento de control idéntico al utilizado en la vida real. Aquí, los estudiantes aprenden cómo funciona el día a día del trabajo, desde abrir y cerrar puertas hasta frenar y manejar en los intrincados y oscuros pasillos del metro, llenos de gente y animales.
Finalmente, se encuentra una maqueta en movimiento con trenes en miniatura que simulan el tránsito en un día normal. Esta herramienta se utiliza para examinar de cerca los diversos problemas que surgen en un trabajo tan complejo. Aquí, los estudiantes aprenden qué hacer cuando ocurren errores humanos o fallas en las máquinas.
A todos nos gustaría poder conocer este espacio, aunque no sea posible ingresar. Sin embargo, es interesante saber que esta estación secreta existe y que desempeña un papel crucial en la formación y el funcionamiento del sistema de transporte subterráneo de la Ciudad de México.