Acapulco, Guerrero- A dos años del paso devastador por la costa de Guerrero del huracán Otis y a uno del de John, la recuperación en zonas turísticas como Playa Revolcadero sigue siendo lenta y precaria.
Prestadores de servicios y comerciantes denuncian la falta de acciones concretas por parte del gobierno federal para reconstruir la infraestructura dañada y proteger sus fuentes de empleo, mientras los efectos del cambio climático siguen afectando a la región.
En entrevista para La Silla Rota, prestadores de servicios turísticos de Playa Revolcadero aseguraron que el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), tiene la intención de construir un dique en la zona donde impactaron John y Otis, para evitar mayores daños a restaurantes y locales comerciales.
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La presidenta de la Sociedad Cooperativa de Mujeres Unidas Diamante de Playa Revolcadero, Fernanda Méndez Calvo, señaló que en este momento hay 18 restaurantes devastados por los huracanes y hasta la fecha el gobierno federal no ha hecho nada por levantar este desastre. "Hemos tenido al menos nueve pláticas con funcionarios de Fonatur, pero todo ha quedado en eso, sólo plática", dijo.
Méndez Calvo dijo que "no hay para cuándo", porque a dos años de los desastres todo sigue igual. “¿No les han hablado de alguna obra en particular en esta zona?”, se le preguntó a la presidenta de la sociedad cooperativa, a lo que contestó: “Lo que sabe es que van a construir una escollera y un muelle a lo largo de la franja de playa para evitar que el nivel del mar suba y se lleve a los pocos restaurantes y locales comerciales que aún están de pie. Sólo eso, no hay más y no saben en qué momento lo van a iniciar”.
"Nosotros aquí nacimos, de aquí somos y aquí nos vamos a quedar, de hambre no nos vamos a morir, porque cuando es necesario pescamos algo y ya tenemos para comer, y otra cosa es que todos pagamos nuestros impuestos, permisos y concesiones, así que el gobierno debe hacer algo por nosotros, porque de aquí no nos vamos a mover", sentenció Méndez Calvo.
El gobierno de Guerrero busca implementar protocolos de atención y respuesta ante desastres naturales
Ante los embates causados por Otis y John, el gobierno de Guerrero, a través de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos, ha generado una serie de protocolos de atención y respuesta inmediata ante desastres naturales, que deberán ser presentados ante el congreso local para que adquieran rango de ley.
Roberto Arroyo Matus -especialista en ingeniería sísmica y premio estatal de Ciencia y Tecnología 2002, así como premio nacional de Protección Civil- sostiene que ante los fenómenos naturales se deben establecer acciones para actuar de una manera organizada durante y después de cada embate, con el fin de minimizar en lo posible los daños.
Entre otras cosas, Arroyo Matus propone una campaña de reforestación a gran escala para arborizar espacios muy localizados en los que se han talado una gran cantidad de árboles para dar paso a la mancha urbana en nuevos asentamientos humanos. Otra de las propuestas del investigador es organizar y capacitar brigadas de autoprotección, sobre todo en las comunidades costeras, que se encarguen de la prevención y la mitigación de daños, particularmente en casos de temporales o de un sismo de gran magnitud.
Arroyo Matus también propone lanzar un programa de arborización, con apoyo de las comunidades, en amplias porciones de la Sierra Madre del Sur, cuya riqueza forestal ha sido explotada por los traficantes de madera.
En el caso de Acapulco, el objetivo principal debiera ser el Parque Nacional El Veladero, que contaba inicialmente con cuatro mil hectáreas, que se han visto reducidas drásticamente por invasores. Ello debe estar acompañado con acciones legales contra los líderes partidistas que promueven esas invasiones en aras de un lucro económico y/o político.
¿Qué le espera a Guerrero en el tema de los huracanes?
Analizar los dos devastadores huracanes que azotaron la costa de Guerrero puede ayudar a evitar mayores desastres en el futuro, pues el calentamiento global y el cambio climático están provocando un aumento en la temperatura del agua que está generando tormentas tropicales que podrían alcanzar niveles insospechados.
Se estima que estos fenómenos ocurran con más frecuencia a medida que el clima se calienta y su intensidad podría superar la escala de la categoría 5.
Cabe recordar aquella noche del 25 de octubre del 2023, cuando Otis se intensificó inesperadamente desde una tormenta tropical con vientos de 65 mph a una tormenta de categoría 5 con vientos de 165 mph, un aumento de 105 mph en las 24 horas previas a tocar tierra. La intensificación rápida es extremadamente peligrosa porque deja a las personas poco tiempo para prepararse para tormentas fuertes.
Según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, la tasa máxima de intensificación de Otis fue de 95 nudos (110 mph) en 24 horas (hasta las 11:00 de la noche, hora del este del martes), lo que es la segunda tasa más alta en el hemisferio occidental, superada sólo por un aumento de 120 mph del huracán Patricia en la costa del Pacífico de México en 2015.
El aeropuerto de Acapulco dejó de transmitir datos aproximadamente cuatro horas antes de que el ojo del huracán Otis se desplazara sobre la zona. Sin embargo, la Isla Roqueta, situada justo frente al lado oeste de Acapulco, registró vientos sostenidos de 81 mph, con ráfagas de hasta 133 mph, a las 12:45 de la madrugada, hora del centro. La presión mínima en la estación fue de 957 milibares en el momento de los vientos más fuertes, y la estación fue tocada por el ojo del huracán, que pasó justo al sur de la isla.
Esto significa que las áreas más densamente pobladas de Acapulco -con una población de poco más de un millón de habitantes- recibieron los vientos más potentes del lado derecho del frente de Otis, estableciendo posiblemente un récord en cuanto al mayor número de personas que jamás hayan experimentado el ojo de un huracán de categoría 5. El único caso comparable podría ser el del huracán Andrew, que en 1992 azotó el sur de Florida como un huracán de categoría 5, con vientos de 165 mph.
¿Por qué Acapulco quedó endeble a los huracanes?
El caso de Otis fue histórico en Acapulco, porque antes era improbable que un fenómeno así impactara de manera directa al puerto, que aunque está situado en los trópicos a una latitud de 17 grados al norte junto a aguas muy cálidas, la costa sur del Pacífico de México no experimentaba muchos huracanes que se adentraran en tierra.
Además, las corrientes de dirección del este que prevalecen a esta latitud tienden a llevar los huracanes hacia el oeste-noroeste, aproximadamente paralelos a la costa. Las probabilidades de que un huracán recurra hacia el norte y el noreste son mayores hacia el final de la temporada, cuando las fuertes vaguadas de baja presión necesarias para proporcionar esas corrientes de dirección penetran más al sur.
Los registros satelitales de ciclones tropicales se remontan sólo hasta principios de la década de 1970 para el Pacífico Oriental, pero está claro que Acapulco rara vez era impactado. El último huracán de cualquier fuerza que tocó tierra en las inmediaciones de la ciudad fue una tormenta sin nombre en 1951, que pasó de sureste a noroeste con vientos sostenidos máximos estimados de 75 nudos o 85 mph (categoría 1). En ese momento, la población de Acapulco era de aproximadamente 30 mil habitantes, ya que esto precedió al auge turístico de mediados de siglo. En 1973, la tormenta tropical Claudia tocó tierra aproximadamente 30 millas al este de Acapulco, dejando lluvias intensas en el sur de México.
El fenómeno destructivo que marcó Acapulco fue en 1997, luego de que el huracán Paulina -que alcanzó su máxima fuerza como categoría 4 en alta mar- tocó tierra a más de 200 millas al este de Acapulco como un huracán de categoría 2, para luego seguir su recorrido a lo largo de la costa hacia el interior, debilitándose pero arrojando grandes cantidades de lluvia en su camino. Paulina pasó justo al norte de Acapulco cuando estaba cerca de la fuerza de huracán mínima.
Alrededor de cinco mil viviendas fueron destruidas por las inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra en la zona alta del anfiteatro de Acapulco, en su mayoría en áreas más pobres fuera del centro de la ciudad, dejando además a los residentes de Acapulco sin electricidad y agua. Paulina cobró en aquel año al menos 500 vidas.
¿Por qué se intensificó Otis tan rápidamente a diferencia de otros fenómenos?
Otis era un sistema pequeño, con vientos de fuerza de huracán que se extendían sólo a 30 millas de su centro. Los huracanes pequeños pueden intensificarse y debilitarse más fácilmente, dependiendo de las condiciones presentes. Además, la rápida intensificación de Otis se vio favorecida por las temperaturas de la superficie del mar de 30-31 grados Celsius (86-88°F), aproximadamente un grado Celsius (1.8°F) por encima del promedio de 1991-2020. Estas temperaturas del agua se vieron impulsadas por las temperaturas de septiembre más cálidas registradas en México. Estos mares cálidos se debieron en parte al fenómeno natural de El Niño, potenciado por el calentamiento global.
El factor clave en la rápida intensificación de Otis fue la presencia de una fuerte banda de vientos, conocida como una “corriente en chorro”, incrustada en la corriente de aire que fluía rápidamente al norte de Otis. Mientras el huracán tomaba aire cálido y húmedo desde la superficie y lo elevaba en su pared del ojo, los fuertes vientos de esta corriente en chorro actuaron como un sistema de ventilación para el huracán.
Este es un proceso similar a cuando se ventila un fuego, excepto que en el caso de un huracán, el “oxígeno” adicional proviene en forma de aire húmedo de la superficie. Esto proporciona energía térmica al huracán cuando la humedad se condensa y, por lo tanto, libera el calor latente que se absorbió cuando el vapor de agua se evaporó. La ventilación de Otis desde la corriente en chorro de salida también ayudó a fomentar la ascensión que respaldó el desarrollo de tormentas alrededor del centro de Otis.
La alteración de la zona costera de Acapulco tras el paso de Otis y John
Una de las zonas más afectadas de la franja costera de Acapulco es la de Punta Diamante y la Bonfil, donde el nivel del mar se elevó tanto que destruyó parte de restaurantes y amenaza a hoteles y condominios con afectar sus cimientos. Según habitantes de Playa Revolcadero, independientemente del mar de fondo, la franja de arena ya no es la misma después de estos fenómenos, pues "hubo una alteración en la geografía", que hace que el lugar donde antes prestaban servicios ahora sea una zona de pesca.
"El mar no nos ha dejado trabajar", dijo Ricardo Cantú de Jesús, quien forma parte de la organización de Prestadores de Servicios Turísticos de Playa Revolcadero, y cuenta que antes, en dos o tres meses la franja de arena regresaba a su lugar tras el paso del mar de fondo, pero esta vez ya casi ha pasado un año y no llega.
En entrevista con La Silla Rota, reconoce que "ya nada será igual". Y es que según su experiencia, hay una zona de Playa Revolcadero que definitivamente se perdió, estamos hablando de casi 500 metros de franja de arena. “En ese lugar todos teníamos enramadas y las mujeres hacían trenzas y daban masaje a los turistas, pero ahora solo hay un mar embravecido”, dijo.
“Aunque la naturaleza es noble, hay lugares que no serán los mismos”, dice con mucha tristeza Cantú de Jesús, al señalar que frente al hotel Acapulco Princess un buen tramo de playa regresó, lo que permite que cientos de familias hagan malabares para poder llegar ahí, debido a que los accesos están destruidos.
"Teníamos cuatro meses sin poder trabajar, ya le debemos a medio mundo, pero aquí seguimos, de pie”, asegura el hombre. Es uno de tantos trabajadores que día a día salen en busca del sustento para sus familias.
Hoy, entre ruinas y deudas, las familias de Playa Revolcadero siguen resistiendo. Donde antes había enramadas, música y turistas, hoy solo queda un mar embravecido que se tragó la arena y la esperanza. “Aquí nacimos y aquí nos vamos a quedar”, repiten los pobladores, que se aferran a la pesca, a la memoria de lo perdido y a la certeza de que la naturaleza puede cambiarlo todo en unas horas, pero no su decisión de permanecer en la tierra que los vio nacer.
Contexto: Esta información es importante porque visibiliza el abandono en el que permanecen comunidades como Playa Revolcadero, dos años después del paso de huracanes que devastaron su economía y su entorno natural. Mostrar sus voces permite entender que el impacto de los fenómenos climáticos no termina con la tormenta: la falta de apoyo gubernamental, la pérdida de fuentes de trabajo y la transformación irreversible del territorio son también parte de la tragedia. Recordar estas historias es necesario para exigir respuestas concretas frente al cambio climático y para evitar que miles de familias queden condenadas a la precariedad y al olvido.
