Acapulco, Gro.— Guerrero vivió los efectos devastadores del calentamiento global y el cambio climático con el impacto de los poderosos huracanes Otis y John, que dejaron a su paso una estela de destrucción y muerte. A dos años de estos fenómenos meteorológicos, las huellas del desastre aún persisten y muestran que el estado del sureste mexicano podría enfrentar cosas peores.
Playa Revolcadero, Puerto Marqués y la Bonfil, en la zona de Punta Diamante, son las áreas de la franja de playa donde se concentraron los mayores daños de Otis y John, y recientemente la tormenta tropical Erick. Las fuerza de estos dos huracanes destruyó la infraestructura carretera que da acceso a las playas, así como restaurantes, locales comerciales y hoteles ubicados sobre la zona marítima terrestre, en donde viven cientos de familias del municipio de Acapulco.
En Puerto Marqués, al menos 16 restaurantes fueron destruidos por el azote del huracán John, que en ese punto fue más brutal que el Otis. La entrada principal del poblado donde viven cientos de familias, en su mayoría gente que emigró de la Costa Chica de Guerrero, fue destruida por la fuerte cantidad de agua que se llevó todo lo que encontró a su paso, como autos, casas y accesos a las playas.
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Han pasado 730 días del impacto de Otis y un año del de John, pero la zona de destrucción sigue igual o peor. Cientos de familias que viven del sector turístico en esas zonas están en la quiebra y endeudados, y la ayuda que recibieron ya se les acabó y fue un paliativo a la crisis económica que ahora experimentan, al perder parcialmente sus fuentes de empleo y del sustento diario.
Después los impactos de Otis y John no se han podido levantar en su totalidad, y con lágrimas en los ojos, miran aún, bajo el reventón de olas, parte de lo que fueron sus restaurantes y locales comerciales. Sobreviven con lo poco que pescan en el mar y de la venta a algunos turistas que llegan a esa playa del Revolcadero, Bonfil y Puerto Marqués. Lo que construyeron con toda una vida de trabajo, lo perdieron en menos de cuatro horas tras el azote de dos huracanes y una tormenta tropical, que dejaron pérdidas multimillonarias, muchas comunidades incomunicadas, sin energía eléctrica y lo más básico.
El saldo en ese entonces fue de al menos 27 muertos y cuatro desaparecidos, de acuerdo con la información difundida por Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad federal. El 25 de octubre del 2023, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos calificó de "escenario de pesadilla", cuando Otis, huracán categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, tocó tierra en las costas de Acapulco. Desde entonces a la fecha, decenas de hoteles y condominios edificados sobre la franja de arena están bajo la amenaza del llamado “mar de fondo”, fenómeno natural caracterizado por la presencia de olas largas y continuas que se originan por tormentas lejanas en el océano.
Estas olas, a diferencia de las generadas por el viento local, viajan grandes distancias y pueden llegar a las costas, incluso cuando en la zona no hay viento fuerte. Al no existir una escollera que mitigue el impacto del fuerte oleaje, los cimientos de estas construcciones están en riesgo de ser afectados y fracturar su estructura.
El impacto de los huracanes Otis y John en la economía turística de Acapulco
El presidente de la Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas de Acapulco, Alejandro Domínguez, asegura que 80% de los hoteles resultaron dañados principalmente por los fuertes vientos que destrozan las fachadas y ventanales. Aunque a dos años de la tragedia algunos ya se encuentran rehabilitados, hay otros que aún siguen destrozados y otros cerraron completamente.
Por su parte, el presidente de la Cámara Nacional del Comercio (Canaco), Alejandro Martínez Sidney, afirmó que los propietarios de lanchas de recreo y yates no han podido recuperarse económicamente desde aquella noche que Otis devastó Acapulco. Muchos de los pequeños empresarios y prestadores de servicios del Acapulco Náutico se endeudaron para poder adquirir algunos equipos, pero no han tenido ningún apoyo del gobierno federal.
“Cuando apenas se estaban levantando vino el otro huracán John que acabó con lo poco que ya teníamos, pero aquí seguimos trabajando porque no podemos hacer lo que otros, que se fueron a otros puertos a buscar el sustento”, comentó Martínez Sidney, y agregó que para muchos que viven del turismo es todo un desafío mantenerse en pie después de lo vivido.
Acapulco, como destino turístico por excelencia, depende casi en su totalidad de los visitantes, pues no hay una diversificación económica que permita la creación de nuevas fuentes de empleo para el más de un millón de personas en este municipio del pacífico mexicano, por eso la afectación de los fenómenos meteorológicos a la zona marítima terrestre trae graves consecuencias para quienes viven del turismo.
Los daños ambientales que dejaron los huracanes Otis y John en Acapulco
La afectación que dejaron los Otis y John en Guerrero no sólo se limita a la infraestructura hotelera y restaurantera, también está el daño al medio ambiente. Una gran superficie de las 3 mil 159 hectáreas del Parque Nacional El Veladero -reserva ecológica que hace posible la recarga de los mantos acuíferos que abastecen de agua al municipio de Acapulco- también quedó devastada por los dos huracanes.
La reserva declarada como Parque Nacional en 1980 quedó destruida en su totalidad, y a dos años de las afectaciones, ya se ha recuperado en un 60%.
Otro daño está en la llamada zona de Manglares, en la Laguna Negra de Puerto Marqués, donde habitan cientos de especies de aves locales y migratorias. Lo que era un manto generador de oxígeno ahora son restos de leña seca. No se sabe cuánto tiempo va llevar su recuperación, o si de plano va a morir toda la superficie donde nacieron.
Contexto: Esta información es relevante porque evidencia cómo los huracanes y el cambio climático no solo provocan destrucción inmediata, sino que dejan secuelas duraderas en la economía, infraestructura y medio ambiente de Guerrero. Conocer la magnitud de los daños permite dimensionar la urgencia de políticas públicas de prevención, reconstrucción y adaptación al cambio climático, así como la necesidad de proteger los ecosistemas que sostienen la vida y el sustento de las comunidades locales.
