TUXTLA GUTIÉRREZ.- Este lunes, mientras en gran parte del país miles de estudiantes regresan a las aulas, en la Escuela Primaria Federal “Benito Juárez García”, la escena adquiere un matiz distinto. Aquí, la educación sigue librando una batalla contra la pobreza y el rezago. Tras avanzar al menos kilómetro y medio en un camino de terracería, aparece la primaria escondida en la colonia Sacramento de Jesús, un asentamiento que apenas logra figurar en los mapas de Tuxtla Gutiérrez.
Carlos Sánchez Velasco, director y al mismo tiempo uno de los dos maestros que atienden a poco más de 50 alumnos, confiesa que cada día es un reto que los niños y niñas lleguen a clases. La primera barrera no está en la distancia, sino en los bolsillos; la falta de dinero obliga a muchas familias a ausentarse o incluso a migrar de la colonia.
La escuela es un retrato vivo de la necesidad. Las dos aulas de pie existen gracias al esfuerzo de los propios padres y madres, que organizan rifas y ventas para construir lo mínimo. El director recuerda que incluso debieron recurrir a un bloqueo carretero para conseguir unas cuantas láminas con las que protegieron el techo. A eso se suma la preocupación constante de que el terreno aún no está regularizado.
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La inseguridad es otra sombra que acecha. “Una barda perimetral sería una gran ayuda”, admite Sánchez Velasco, convencido de que ese simple muro podría brindar mayor protección a su comunidad escolar. Sin embargo, la lista de pendientes es larga: mejorar las aulas, ampliar la cancha, construir sanitarios, rehabilitar la cisterna y conseguir material deportivo.
Brillan pese a la carencia
“Realmente estamos marginados”, repite como un eco la maestra Marbella Palacios López. Ella, con la misma vocación que su compañero, pide algo que parece sencillo, que las autoridades educativas los volteen a ver. Y es que, aunque la escuela se encuentra dentro de la ciudad, la realidad que enfrentan es otra, muy lejana a la que suelen mostrar los spots oficiales.
Las carencias no impiden que los niños brillen. El director presume con orgullo que en marzo de este año, uno de sus alumnos obtuvo el primer lugar en la Olimpiada del Conocimiento, un triunfo que desmiente la idea de que solo en escuelas con “lujos” se alcanzan resultados. Sus estudiantes, asegura, se preparan con la misma seriedad que en cualquier otra parte.
Pero el panorama general no es alentador. En la medición de pobreza multidimensional, el Inegi reveló que entre 2022 y 2024, Chiapas se mantuvo entre las seis entidades con mayor rezago educativo, pasando del 31.1 al 34 por ciento. En esa lista también figuran Oaxaca, Veracruz y Tabasco. En total, 24.2 millones de mexicanos viven bajo esa condición.
Manos que sostienen sueños
Magdalena no tuvo muchas oportunidades para terminar la primaria pero heredó un oficio que le serviría de mucho para apoyar a su familia que, hace años, vivía en situación de pobreza. En la actualidad, sus manos reparan calzado e incluso otros artículos como cinturones, mochilas y bolsas.
Para la mujer originaria de esta ciudad capital y madre de una niña de 4 años de edad, el saber reparar zapatos, tenis y zapatillas le ha ayudado a aliviar algunas cuestiones económicas.
Al principio, Magdalena trabajaba en un taller que compartía con su esposo y su suegra, quienes también eran zapateros y de quienes aprendió el oficio. Sin embargo, hace un año decidió independizarse y consiguió un local propio en el Mercado “Rafael Pascacio Gamboa” de Tuxtla, conocido popularmente como el “mercado viejo”.
Está consciente, dice, que el estar en un local no fue tarea fácil, pero ahora todo fluye de forma tranquila e incluso cuenta con una “buena cartera de clientes”.
A pesar de ser una experta en la reparación de calzado, Magdalena, de 22 años, no puede dedicarle todo su tiempo al oficio. Trabaja de mediodía a las cinco de la tarde, ya que por las mañanas se ocupa de las labores del hogar, que incluyen la limpieza, preparar la comida y cuidar a su pequeña hija, además de atender otras responsabilidades.
“Ahí vamos, echándole ganas”, comenta, y admite que le hubiera gustado estudiar alguna carrera, aunque no especifica cuál. Sin embargo, subraya que no quiere abandonar su trabajo, que se ha convertido en su sustento y fuente de independencia.
Doble o triple turno
Como Magdalena, hay miles de chiapanecos que tienen que “fletearse” doble para conseguir un poco más de recursos, debido a que los sueldos son bajos y la canasta básica es cada vez más inalcanzable.
Según los resultados de la medición de pobreza multidimensional presentada recientemente por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2024 el 29.6% de la población en México vivía en situación de pobreza. Esto significa que al menos 3 de cada 10 personas carecían de acceso a uno o más derechos básicos como educación, salud, seguridad social, vivienda o alimentación.
El informe revela además que Chiapas es la entidad más afectada, con un 66% de su población en condición de pobreza. Le siguen Guerrero, Oaxaca, Veracruz y Puebla, que también figuran entre los estados con mayores carencias.
En el caso de la pobreza extrema, Chiapas vuelve a ocupar el primer lugar nacional con un 27.1% de su población en esta situación, seguido de los mismos cuatro estados mencionados.
Así, mientras Chiapas carga con las cifras más dolorosas en pobreza, pobreza extrema y rezago educativo, también es tierra de mujeres como Magdalena, que entre costuras de zapatos y el cuidado de su hija lucha por salir adelante, o de comunidades escolares que, a pesar de la inseguridad y las carencias, sueñan con tener aulas dignas, una cancha ampliada y un muro que los proteja.
Contexto: Esta información es relevante porque evidencia la desigualdad social y económica en Chiapas, destacando la precariedad que enfrentan miles de personas en educación, vivienda y empleo, a la vez que resalta los esfuerzos de la comunidad para superar estas adversidades, ofreciendo un panorama real de las necesidades que requieren atención urgente por parte de autoridades y sociedad.
