CRISIS FORENSE

Juárez ora frente al horror del crematorio: familias dudan de las cenizas que guardan en casa

Con una misa, la Diócesis de Ciudad Juárez se sumó a las muestras de apoyo hacia las familias que temen que los restos de sus seres queridos estén entre los cuerpos hallados en el crematorio Plenitud

Una mujer coloca el retrato de su familiar en las escalinatas de la Catedral de Ciudad Juárez, durante una misa colectiva en memoria de las víctimas del crematorio Plenitud.Créditos: José Estrada
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Escrito en ESTADOS el

CIUDAD JUÁREZ.— La Catedral está llena. No hay espacio vacío en las bancas y, aun así, hay quienes permanecen de pie, con retratos en mano y las cenizas que les entregaron alguna vez como último adiós. Son dolientes de Juárez, padres, madres, hermanos, esposas e hijos que no saben si las urnas que guardan en casa contienen realmente a sus seres queridos o o si los cuerpos de ellos están entre los 383 encontrados abandonados en el crematorio Plenitud.

La incertidumbre se palpa en cada mirada. La tragedia —descubierta el 28 de junio— ha dejado una herida profunda en la ciudad. No se trata solo de una falla legal o institucional: se trata de una afrenta a la dignidad humana.

La misa de este domingo 6 de julio no fue como otras. Fue una ceremonia marcada por el silencio pesado, por lágrimas contenidas y oraciones dichas con los labios apretados. El obispo de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres Campos, se puso al frente del altar para consolar a los presentes, pero también para alzar la voz por la justicia.

José Estrada

“Hoy oramos por quienes fueron privados del descanso digno y por quienes hoy cargan con un dolor que no cesa”, dijo el prelado. Habló también de las familias que no solo enfrentan el duelo, sino la angustia de no saber la verdad. “Tenemos que estar con ellos, acompañarlos, consolarlos, y exigir que haya justicia”, pidió con firmeza.

Entre los asistentes, algunos llevaron pertenencias de sus difuntos: fotografías, cadenas, incluso las mismas urnas que ahora miran con desconfianza. Las ofrecieron al altar esperando que al menos el alma de quienes amaron encuentre descanso, aunque sus cuerpos sigan en duda.

La celebración fue sobria, sin música festiva, sin sonrisas. Solo el murmullo de oraciones y el eco de las palabras del Obispo: que se esclarezcan los hechos, que se finquen responsabilidades, que no haya impunidad. Porque más allá de la fe, lo que aquí se exige es verdad.

Juárez, ciudad marcada por otras violencias, suma ahora esta tragedia colectiva que vulnera el duelo mismo. Hoy, el dolor compartido se convierte en consuelo mutuo; la fe, en resistencia; y la memoria, en un acto de dignidad frente a la ignominia.

¿Por qué es importante este tema?

Contexto: el caso del crematorio Plenitud revela una profunda crisis institucional, ética y sanitaria en el manejo de restos humanos en México, particularmente en Ciudad Juárez, una ciudad ya golpeada por múltiples violencias. El hallazgo de 383 cuerpos sin cremar expone un entramado de negligencia, fraude y posible complicidad entre funerarias y operadores privados, quienes lucraron con el dolor de cientos de familias que creían haber dado un adiós digno a sus seres queridos.

José Estrada

Aunque los cadáveres no presentan signos de violencia, las violaciones a la dignidad humana son evidentes: cuerpos apilados en habitaciones insalubres, algunos con la ropa del velorio aún puesta, y urnas entregadas con supuestas cenizas falsas. Esto reconfigura el duelo de las familias, que ahora no saben si en sus casas conservan realmente los restos de sus seres amados.

Además, pone bajo la lupa al Estado mexicano, pues el establecimiento operaba con permisos sanitarios vigentes, y sin embargo nadie detectó la acumulación de cuerpos por meses o incluso años. El caso evidencia una grave omisión de las autoridades de fiscalización y control sanitario, lo que ha llevado a iniciar investigaciones penales y administrativas.

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El horror no es solo por lo que ocurrió, sino por lo que representa: un sistema colapsado en el trato postmortem, un país con miles de desaparecidos, cientos de fosas clandestinas, y ahora, un crematorio convertido en depósito de cadáveres. La herida no es solo para Juárez: es una advertencia nacional.

JCVP