Hoy, México es un país políticamente sólido, pero no siempre fue así. Hubo tiempos en los que varios de sus estados pensaron en separarse de la República Mexicana debido a la concentración del poder en el gobierno central. Uno de los episodios más destacados de esta lucha por la autonomía ocurrió en Yucatán.
A principios del siglo XIX, los yucatecos, hartos del control centralista, decidieron tomar las riendas de su destino.
En 1841, Yucatán proclamó su independencia de México, se consideró una nación separada y rompió todo vínculo con la presidencia mexicana, a la cual acusaban de ser injusta y de ignorar los intereses de la península.
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¿Por qué Yucatán se separó de México?
Contexto: la raíz del conflicto estaba en una lucha de poder entre dos visiones de gobierno: el centralismo y el federalismo. El centralismo concentraba el poder en la figura presidencial, limitando la autonomía de los estados, mientras que el federalismo promovía una distribución más equitativa del poder y la soberanía local.
A mediados de 1841, el gobierno centralista de México decidió que los gobernadores debían ser designados por el presidente, lo que no solo limitaba la libertad política de los estados, sino que también les negaba su capacidad de tomar decisiones importantes.
En Yucatán, donde el federalismo tenía profundas raíces, esta decisión desató el descontento y, como respuesta, el Congreso local decidió romper con el gobierno central.
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La ruptura oficial: 1 de octubre de 1841
El 1 de octubre de 1841, el Congreso de Yucatán aprobó el Acta de Independencia de la Península, con la que proclamó que Yucatán se erguía como una república libre e independiente de México. La respuesta de la capital fue rápida y hostil: México envió tropas para sofocar el levantamiento y, además, impuso un bloqueo comercial que afectó gravemente la economía local.
Pero, a pesar de la presión, el gobierno de Yucatán no cedió. En un intento por encontrar una solución pacífica, el presidente Antonio López de Santa Anna firmó, en 1843, unos convenios que otorgaban autonomía plena a Yucatán, siempre y cuando regresara al seno de la nación. Sin embargo, esos acuerdos fueron anulados en 1845, y, como resultado, el 1 de enero de 1846, Yucatán volvió a declarar su independencia.
El final del separatismo: la Guerra de Castas
Este segundo intento de independencia fue breve. La Guerra de Castas, un violento conflicto entre los mayas y los mestizos, sumió a Yucatán en una grave crisis. Ante la imposibilidad de mantener su independencia, el gobierno yucateco solicitó la ayuda de México, comprometiéndose a reincorporarse a la federación.
En 1848, el gobernador de Yucatán, Miguel Barbachano, envió una comisión a la Ciudad de México para pedir apoyo militar. El presidente José Joaquín Herrera respondió con armas y recursos, lo que permitió a Yucatán superar la crisis y regresar a la federación.
Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas también lo intentaron
Yucatán no fue el único estado que soñó con la independencia. En el noreste de México, los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas también intentaron separarse durante la misma época, proclamando la llamada República del Río Grande.
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Sin embargo, este movimiento fue sofocado rápidamente en menos de un año, reflejando el descontento generalizado con el centralismo y la inestabilidad del país en ese entonces.
