Lo que comenzó como un gesto de cariño durante el encierro de la pandemia, se transformó en una propuesta única que hoy cruza fronteras. Leticia Ramírez Pacheco confeccionó sus primeras prendas para sus perritos en casa, sin imaginar que aquel pasatiempo se convertiría en GuauOaxaca, un emprendimiento que celebra la cultura textil de Oaxaca y el amor a los animales.
“Como no podíamos salir, se nos ocurrió hacerle una camisita a uno de nuestros perritos, un vestidito a la perrita… y así empezó todo”, cuenta Leticia. Con tijeras, retazos y mucha paciencia, cosió las primeras prendas. Al poco tiempo, sus diseños comenzaron a llamar la atención entre amistades, conocidos y más tarde, entre turistas y amantes de los animales.
Prendas que honran la identidad oaxaqueña
Contexto: GuauOaxaca ofrece hoy desde guayaberas hasta collares tejidos, todos inspirados en elementos tradicionales de las regiones oaxaqueñas. “Queremos que los perritos también luzcan nuestra identidad, que no se pierda el arte textil de las comunidades”, afirma.
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Los productos se exhiben en ferias artesanales y en una tienda ubicada en la calle de Alcalá, en el corazón de la ciudad de Oaxaca. Con tallas para perros desde un kilo hasta más de 30, el proyecto ha ganado popularidad a nivel internacional, ya que sus prendas ya han llegado a Japón, Brasil, Canadá y Estados Unidos.
“Hay mucha curiosidad, sobre todo de turistas”, agrega mientras realiza su vendimia en la expoartesanal De Corazón Oaxaqueño instalada en el jardín el Pañuelito.
Respeto a los animales, el corazón de cada prenda
Pero el corazón del emprendimiento no está solo en la confección. Leticia y su familia conviven con diez perros, muchos de ellos rescatados. “El último que llegó es un viejito ciego. Su dueña enfermó y no tenía quién lo cuidara. Ahora está con nosotros”, cuenta.
El rescate de animales, explica, no fue planeado, sino una respuesta natural a la necesidad. “A veces vemos uno en la calle, lo llevamos al veterinario, lo cuidamos y buscamos un hogar para él”.
Recuerda a Popeye, un French Poodle blanco, como el primero que adoptaron. Luego llegaron Cuca, Rocky, Rocco, Willy, este último con sarna en todo el cuerpo. Hoy, todos forman parte de su hogar. Para Leticia, cada ladrido y cada movimiento de cola es una muestra de agradecimiento. “Ellos saben que alguien los quiere y los espera”.
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Durante una visita a la expo artesanal De Corazón Oaxaqueño, una turista de la Ciudad de México, Cynthia Alfonso, compró una guayabera para su perro y no pudo ocultar su amor por él. “Dejas a los perros en casa, piensas en ellos durante el viaje y ves estas cosas y dices: ‘¡Sí!’”, expresa emocionada. Para Cynthia, vestirlos con prendas artesanales no es un lujo, sino una forma de demostrarles afecto: “Son parte de la familia”.