Chilpancingo.— La capital de Guerrero podría quedarse sin sus tradicionales festividades decembrinas debido al incremento de amenazas y actos de violencia atribuibles a grupos criminales. La Feria de San Mateo, Navidad y Año Nuevo —la más antigua del país y que este 2025 cumple 200 años— enfrenta un panorama incierto marcado por el miedo y la falta de garantías de seguridad.
Recinto incompleto y ambiente de riesgo
A días del inicio programado para el 21 de diciembre, el ayuntamiento reconoce que el recinto ferial, remodelado desde 2022, sigue inconcluso. Aunque la obra tuvo un presupuesto inicial de 269 millones de pesos y un aumento reciente de 98 millones, apenas registra 80% de avance. Esta situación obligó a dividir la feria: el Teatro del Pueblo se instalaría en el Zócalo y los juegos mecánicos en un terreno del sur de la ciudad.
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Sin embargo, este retraso es menor frente al verdadero obstáculo: la inseguridad. Organizaciones culturales y empresariales han pedido que se suspendan los festejos ante el riesgo que representan las amenazas directas contra ciudadanos, comerciantes y participantes.
Amenazas criminales y temor social
La tensión aumentó el 27 de noviembre, cuando en diferentes puntos de la ciudad aparecieron lonas firmadas por un presunto grupo criminal advirtiendo a la población que no asista al Paseo del Pendón ni a la feria. En ellas también exigían a los comerciantes no instalar sus puestos y lanzaban amenazas directas: “Se les quemará todo”.
Estas intimidaciones se suman a un antecedente grave: el asesinato del presidente del Patronato de la Feria, Martín Roberto Ramírez Ruiz, el 24 de diciembre pasado, horas antes de uno de los recorridos más representativos de la celebración. Desde entonces, el temor no ha desaparecido.
Llamados a suspender la feria
La Canaco de Chilpancingo se pronunció nuevamente por cancelar los festejos ante la falta de condiciones. Su dirigente, Pioquinto Damián Huato, afirmó que no es viable exponer a las familias en un contexto donde el crimen organizado mantiene presencia y control en diversas actividades de la feria, particularmente en las cantinas, históricamente permeadas por el cobro de cuotas y venta de drogas.
En esta edición, la autoridad municipal prohibió la instalación de cantinas, la venta de alcohol y conciertos que hagan apología del delito, además de suspender el certamen Flor de Nochebuena. Para muchos sectores, estas medidas evidencian el reconocimiento implícito de un riesgo elevado.
Exigen refuerzo federal
Ante este escenario, el alcalde Gustavo Alarcón Herrera solicitó por tercera vez a la Federación el reforzamiento de la seguridad en la capital. En un oficio dirigido al secretario de Seguridad Pública federal, Omar García Harfuch, advirtió que la situación de violencia no sólo afecta a la feria, sino la vida diaria en colonias, la sierra y las comunidades.
No obstante, hasta el 29 de noviembre el edil aseguró no haber recibido respuesta. Dijo que, ante el vacío institucional, no podía confirmar si habrá o no festividades decembrinas este año.
Desacuerdos con el gobierno estatal
El gobierno estatal respondió acusando al alcalde de haber participado apenas en dos sesiones de la Mesa de Coordinación por la Paz y de no formalizar por escrito las solicitudes de apoyo. Esta disputa política se suma a la incertidumbre y deja en suspenso la decisión final sobre la realización del festejo.
Mientras tanto, la asociación Tradiciones de Chilpancingo y el Grupo Alducin México llamaron a los grupos de danzantes a no asistir al Pendón, afirmando que “la feria está condenada a la violencia” y advirtiendo sobre la falta de condiciones reales para proteger a los jóvenes participantes.
Chilpancingo, entre la tradición y el miedo
En este clima de amenazas, obras inconclusas y falta de coordinación entre autoridades, la ciudad enfrenta la posibilidad de perder sus fiestas de 200 años. Para muchos habitantes, este diciembre no sólo está en riesgo una celebración histórica, sino la sensación misma de seguridad en su vida cotidiana.