VILLAHERMOSA.- En menos de 72 horas, en dos comunidades rurales de Tabasco, pobladores juzgaron, sentenciaron como homicidas y aplicaron la pena de muerte a dos hombres, quienes habían incurrido en delitos de homicidio doloso y culposo.
En la Ranchería Simón Sarlat, municipio de Centla, Eleazar “N” privó de la vida con arma punzocortante, a Manuel “N”, durante una riña en la vía pública de esa comunidad, ubicada a 50 kilómetros al norte de esta capital.
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Ante ese hecho un grupo de vecinos detuvo a Eleazar “N”, le amarró de pies y manos, lo arrastró por varias cuadras hasta llevarlo al parque, donde le prendieron fuego para convertirlo en pira humana.
La Ranchería Simón Sarlat, casi a un costado de la carretera federal 180, Villahermosa-Frontera, carece de vigilancia policial, pues la dirección de Seguridad Pública municipal se concentra en la cabecera Frontera, a 36 kilómetros de este poblado.
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El cuerpo del presunto asesino ardía y moría ante la mirada de los pobladores.
El Ayuntamiento presidido por el alcalde morenista Saúl Armando Rodríguez Rodríguez, no emitió pronunciamiento alguno sobre el crimen perpetrado por pobladores que hicieron “justicia” por propia mano.
Tampoco la Fiscalía General de Justicia de Tabasco (FGET) expresó información alguna sobre ese delito colectivo del linchamiento, que constituyó una forma de violencia que viola los derechos fundamentales y el debido proceso legal.
Primer linchamiento, en primer día del año
En las primeras horas del año 2025, en la Ranchería Santana primera sección del municipio de Cárdenas, el conductor de un carro sedán atropelló y mató a dos jóvenes que quemaban pirotecnia sobre la carretera, en el marco de las celebraciones del Año Viejo.
Presuntamente, la persona conducía en estado de ebriedad que, conjugado con la humareda generada por la quema de un “Año Viejo” y fuegos pirotécnicos, le redujeron la visibilidad para observar que adelante estaban las ahora víctimas mortales al ser lanzados por el golpe de vehículo.
El conductor que pasó sobre la fogata y entre la humareda quedó lesionado al estrellarse contra un árbol, sobre el costado de la carretera, de donde fue sacado por los ofuscados vecinos y familiares, para posteriormente golpearlo hasta quitarle la vida.
Las autoridades de la policía municipal y de la FGET, llegaron horas después solo a iniciar la Carpeta de Investigación y el levantamiento de los tres cuerpos sin vida.
La comunidad rural de Santana, ubicada a 14 kilómetros de la cabecera y ciudad de Cárdenas, tampoco cuenta con vigilancia policial, pues los elementos de la dirección de Seguridad Pública Municipal, se concentran principalmente en la población sede del Ayuntamiento.
Igual en este caso, donde el presunto infractor de homicidio doloso fue ejecutado por los pobladores, ni el alcalde morenista Euclides Alejandro Alejandro ni la FGET, hicieron referencia a ese fenómeno social.
El cuerpo del chofer que provocó doble homicidio culposo, quedó sin vida sobre el camino principal de esta Ranchería.
Difícil acceso a la justicia
De acuerdo con el Observatorio Ciudadano de Tabasco (OCT), ONG especializada en el rubro de la seguridad y justicia, un diagnóstico levantado a mediados del 2024, arrojó que que dentro de los principales problemas detectados para acceder a la justicia “está la dificultad de las víctimas al interponer una denuncia, lo que en consecuencia se refleja en el crecimiento de la cifra negra o delitos sin denuncias”.
Julia Arrivillaga Hernández, directora de Análisis y Estadística del Observatorio Ciudadano Tabasco compartió que de acuerdo con la información de la ENVIPE, significa que se investigó o inició carpeta en únicamente seis de cada 100 delitos que ocurrieron en Tabasco durante el año 2023.
Entre las razones de las víctimas para no denunciar los delitos ante las autoridades destaca en un 53.9% las causas atribuibles a la autoridad, por ejemplo, la pérdida de tiempo con 35.9% y la desconfianza en la autoridad con 8.1%. Mientras que 46% de la no denuncia lo define la ENVIPE por otras causas diferentes a las anteriores, como por ejemplo: miedo al agresor, considerarlo delitos de poca importancia o no tener pruebas.