La profesora y escritora María Jessica Ortiz Ramírez, de 36 años, desapareció en Puebla el 5 de enero. Una semana después, su cuerpo fue hallado flotando en el río Atoyac.
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Jessica Ortiz había salido de su domicilio, ubicado en la unidad Volkswagen Sur, vestida con un suéter amarillo, pantalón de mezclilla azul y tenis rosas con suela blanca. Medía 1.67 metros, tenía tez blanca y era de complexión delgada.
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Cuando fue encontrada, Ortiz Ramírez estaba semidesnuda y, debido al tiempo que pasó en el agua, su cuerpo presentaba un avanzado estado de descomposición. El cadáver fue localizado en la junta auxiliar Romero Vargas.
Uno de los detalles que permitió identificarla fue su tatuaje en la clavícula derecha: unas flores de color rojo y negro.
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Familiares confirman la muerte de Jessica Ortiz
La información sobre su identidad fue confirmada por sus familiares, quienes agradecieron el apoyo recibido durante la búsqueda y anunciaron que ya estaban organizando los servicios funerarios.
“Buenas tardes, el motivo de este comunicado es para informar que mi hermana María Jessica Ortiz Ramírez fue encontrada sin vida el día de ayer, domingo 12 de enero. A todos los que nos ayudaron: familia, amigos y quienes compartieron su búsqueda, les agradezco profundamente. Hoy estaremos realizando los trámites y, posteriormente, avisaremos dónde será velada. En verdad, muchas gracias por el apoyo”, se lee en una publicación de Facebook.
En los comentarios de dicha publicación, describieron a Jessica Ortiz, o “Jess” -como la llamaban de cariño-, como una mujer alegre, risueña y siempre positiva.
“Siempre la recordaré por su energía llena de buena vibra y su risa. Jess vivirá por siempre en los corazones donde dejó huella, siendo una persona llena de luz propia”, escribió un conocido.
¿A qué se dedicaba Jessica Ortiz?
Jessica era profesora y disfrutaba escribir poemas, los cuales compartía en sus redes sociales, firmando como Maia Ortiz. En 2021, fue entrevistada por Nuevo Diario, un medio local.
Además, Jess era activista; participó en la recuperación de espacios públicos e impartía talleres de escritura, lectura y actuación dirigidos a niños. Amaba escribir, reflexionar, ayudar y explorar. Tenía un gusto especial por las flores, lo que la llevó a disfrutar de la jardinería y a estudiar paisajismo, habilidades que también aplicó al colaborar en la creación de murales.