En un giro que desafía las convenciones eclesiásticas tradicionales, José Alfredo Gallegos Lara, mejor conocido como el Padre Pistolas, y quien volverá a oficiar misas, se ha convertido en un tema de intensa discusión y análisis dentro de la comunidad católica mexicana.
Nacido en Tarimoro, en dicho estado, y asignado a la labor pastoral en Michoacán, este sacerdote ha destacado por su peculiar acercamiento a la fe y la seguridad personal, incluyendo el portar armas para autoprotección ante la amenaza del crimen organizado, así como por su estilo directo y a menudo controvertido de predicación.
Te podría interesar
La Arquidiócesis de Morelia, bajo la dirección del Arzobispo Carlos Garfias Merlos, impuso una suspensión a Gallegos Lara en septiembre de 2022, citando múltiples infracciones, incluyendo el uso de lenguaje inapropiado, la promoción de remedios no convencionales durante las homilías, y declaraciones que fueron consideradas calumniosas hacia otros miembros del clero y ofensivas hacia las mujeres. Esta decisión se tomó tras varias advertencias y amonestaciones que buscaban corregir su conducta y enfoque ministerial.
Escándalo del padre pistolas
A pesar de la prohibición eclesiástica, el Padre Pistolas continuó oficiando misas y participando en actividades pastorales, argumentando su compromiso con la comunidad y su derecho a ejercer su ministerio, lo que ha provocado un debate sobre la obediencia y la autonomía dentro de las estructuras de la Iglesia.
Sus acciones no solo han generado controversia sino que también han abierto el diálogo sobre el papel de los sacerdotes en zonas de alto riesgo y su responsabilidad moral y espiritual frente a la violencia y la inseguridad.
El caso del Padre Pistolas fue analizado por la tensión entre la tradición eclesiástica y los desafíos contemporáneos que enfrentan algunos clérigos en regiones afectadas por el crimen organizado. Aunque sus métodos y palabras han sido motivo de sanción, también plantea cómo debe la Iglesia responder a las necesidades y realidades de sus fieles en contextos de violencia.
Este anuncio se da luego de que a finales de enero, obispos y arzobispos de Michoacán pidieran desde la Catedral de Apatzingán, por la paz y por las víctimas de la violencia. Los líderes religiosos, además, exhortaron a los aspirantes a algún cargo de elección popular a “no hacer alianzas con grupos criminales, alianzas de sangre”.
La misa por la paz y por las víctimas de la violencia fue encabezada por el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, y los obispos de Apatzingán, Cristóbal Ascencio García; de Lázaro Cárdenas, Armando Ortiz; auxiliar de Zamora, Francisco Figueroa, y de otras provincias eclesiásticas y sacerdotes de las diversas diócesis.