TUXTLA GUTIÉRREZ.- Miguel Pérez rodea con ambos brazos un cuadro con la fotografía de su hijo Marcelo, vestido de cura. A su lado está su esposa Antonia Pérez, y sus hijos e hijas. Es el último adiós al sacerdote que, el domingo pasado, perdió la vida a manos de sicarios en el Barrio de Cuxtitali, en San Cristóbal de Las Casas.
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"Marcelo, no estás muerto... estás más vivo que antes", externa el cura Eleazar, desde el templete que se colocó desde este lunes cerca de la iglesia de San Andrés Apóstol, en donde este martes, el plesbítero maya tsotsil será inhumado.
"¡Más allá del sol, más allá del sol, yo tengo un lugar más allá del sol!", cantan los cientos de feligreses, mientras el sonido de instrumentos como la guitarra inunda el ambiente.
Es martes en San Andrés Larráinzar, lugar en el que Marcelo nació, creció y se ordenó como párroco. Lugar también del que, hace como dos décadas, decidió salir para continuar llevando su mensaje a otros territorios, sobre todo, a aquellos donde viven los más pobres y olvidados.
Su nombre es mencionado en reiteradas ocasiones, acompañado de algunos "¡vivas!"
Mientras eso sucede, el padre Eleazar, por su parte, recuerda a Marcelo como su discípulo cuando era seminarista. "Sé de tu dolor, porque para ser sacerdote, sufriste, y remaste contracorriente en un mundo que desconocía tu lengua, en un mundo que no valoraba a los indígenas", refiere, en su mensaje, al originario de San Andrés Larráinzar.
Luego, un representante de la Diócesis de Tapachula rememora algunas vivencias que tuvo con Marcelo, durante su estancia en Tuxtla Gutiérrez, y advierte que, en su región, la violencia no es ajena a lo que ocurre en casi toda la geografía chiapaneca.
El mismo personaje subraya que, el caso de Marcelo, ya llegó a oídos del Papa Francisco.
MÁS ALLÁ DEL SOL
Tras más de dos horas de ceremonia religiosa, entre una ligera llovizna y humo de incienso, el féretro es llevado por decenas de manos de hombres que, entre lágrimas, lo cargan con dolor.
Mientras eso ocurre, otro grupo de varones ya cavó una fosa en un espacio del convento de la iglesia de San Andrés Apóstol, donde los restos de Marcelo, o "Jtatic Marcelo o san Marcelo", como lo bautizaron unos feligreses, quedarán para siempre.
Desde este lunes, en esa parroquia, diáconos, obispos como Raúl Vera o Felipe Arizmendi Esquivel, oran y comparten la palabra de Dios. A la vez, recuerdan a Marcelo como el hombre humilde que muchas veces sacrificó su lengua, el tsotsil, para comprender otras, incluido el español, y de esa forma llevar su mensaje de paz y amor, basado en Cristo.
De pronto, trompetas y tambores suenan fuerte. También los cánticos religiosos, pero uno más recurrente: "Más allá del sol, más allá del sol..."
Mientras los varones cargan el ataúd, las cientos de personas que lo acompañan dejan un espacio para que sea llevado hasta donde lo sepultarán.
"Tenemos mucho dolor, mucha rabia. Sabemos que la vida de nuestro hermano Marcelo, no ha sido en vano (en referencia a su muerte), y motivamos a todos los hermanos a no bajar la guardia", externa la voz de una mujer que tomó el micrófono y se dirigió a la concurrencia.
Están convencidos, agrega, que la construcción del reino tiene sus consecuencias, y sobre todo de gentes que no están a favor de "lo que vamos sembrando en esta Diócesis".
De entre el tumulto de gente (como 1,500 personas reunidas dentro y fuera del convento), el último en darle la bendición a Marcelo es el obispo Raúl Vera.
El llanto es cada vez más fuerte por parte de los hermanos y otros familiares de Marcelo. Y arrecia aún más cuando varios hombres avientan la tierra y luego el cemento a la fosa.
Quien no deja de abrazar la imagen de su hijo es don Miguel.
Luego de que un padre, con sus manos, forma una cruz invisible en señal de bendición, arreglos florales son acomodados en la cripta del hablante del tsotsil.
Marlene Escobar se lamenta por la muerte de quien, desde hace dos años, llegó a la parroquia de Guadalupe, en San Cristóbal de Las Casas. Ella es parte de un grupo de mujeres encargadas de ese lugar.
"Era nuestro pastor, nuestro guía espiritual", dice, mientras recuerda a Marcelo como un verdadero hombre de fe.
Pese a que lo atacaba, está convencida, afirma, que sufrió lo que Jesucristo: ser juzgado hasta su crimen.
"Deja una tristeza en el corazón, pero a él ya lo recibió nuestro Señor Jesucristo", destaca la mujer.
Bernarda, originaria de San Andrés Larráinzar, no puede contener las lágrimas. Conoció a Marcelo, dice, como un hombre que no se calló nada y sólo buscó llevar la palabra a quienes más lo necesitaban.
"Cada fin de año venía, porque no sólo pasaba las fiestas con sus padres, sino que oficiaba la misa aquí en la iglesia", comenta, y destaca que él nunca se cansó de predicar.
Murió su cuerpo, añade, pero su espíritu no. Además, asevera que, para caminar por los caminos buenos, hay que cargar la cruz.
"Ojalá que se haga justicia. Que (con su muerte) el padre Marcelo lleve ese mensaje a esos jóvenes que se desviaron hacia la maldad".
Marcelo quedó enterrado donde, un día, decidió salir para llevar el mensaje de paz. Al término de su sepelio, la Fiscalía General del Estado (FGE) reveló que ya detuvo a un presunto autor material de nombre Édgar "N".
Sobre ello, no dio más detalles, y sólo indicó que todo se logró por un trabajo de inteligencia y, gracias a los videos de las cámaras del C5.