En Chiapas, los migrantes no solo enfrentan los peligros habituales de su travesía, como el cansancio extremo, la incertidumbre y el acecho de grupos criminales. Ahora, quienes buscan atravesar el estado en su camino hacia el norte deben someterse a un control más estricto: el uso de sellos o pulseras que los identifican como mercancía en manos de los traficantes de personas, conocidos como “coyotes” o “polleros”. Algo que recuerda a los métodos utilizados para marcar a los prisioneros en los campos de concentración en la segunda guerra mundial.
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Estas marcas, colocadas por los mismos tratantes o grupos criminales, se han vuelto una señal de identificación que garantiza, al menos en teoría, un paso “seguro” por las rutas vigiladas por el crimen organizado.
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El pasado 2 de octubre, este mecanismo de identificación salió a la luz de manera trágica cuando militares dispararon contra dos camionetas que transportaban a 33 migrantes, entre ellos niños, en la carretera que conecta Huixtla con Villa Comaltitlán, en Chiapas.
El saldo fue de seis migrantes muertos y decenas de heridos. Uno de los sobrevivientes, de origen egipcio, reveló que el grupo llevaba sellos que los identificaban como parte de un “cargamento” controlado por los traficantes. Este no es un caso aislado.
¿Cómo marcan a los migrantes en el estado de Chiapas?
Luis Rey García Villagrán, activista y director del Centro de Dignificación Humana, explicó a La Silla Rota que los cárteles han implementado estas medidas de control en contubernio con autoridades locales y federales.
“Los migrantes que cruzan Chiapas deben portar un sello o una pulsera que los identifica y garantiza que podrán transitar sin ser molestados por las autoridades migratorias”, dijo el activista.
Según su testimonio, esta práctica no solo revela el dominio de los cárteles en la zona, sino también su capacidad para controlar las rutas de migrantes bajo la complicidad del Instituto Nacional de Migración (INM) y otras fuerzas de seguridad.
El sistema de sellos ha cobrado relevancia en los últimos meses debido al aumento de migrantes provenientes de regiones extra continentales como África y Asia. Muchos de estos migrantes, al llegar a la frontera entre Guatemala y México, específicamente en la zona de Suchiate, son “marcados” por grupos criminales para garantizar su tránsito por el estado sin ser interceptados por las autoridades.
Uno de estos grupos, conocido como “Y Griega”, tiene especial control en el paso fronterizo y es responsable de la colocación de estas marcas.
Marcos (nombre ficticio), un migrante entrevistado por La Sila Rota bajo anonimato, contó que en enero de este año, mientras viajaba en un camión que transportaba a decenas de personas, sufrieron un accidente en el municipio 20 de Noviembre, cerca de la presa hidroeléctrica La Angostura. Aunque el incidente no dejó heridos graves, Marcos relata que a todos los migrantes se les colocaron pulseras con letras negras, signo de que pertenecían a un cártel.
“Eran de un cártel específico, pero prefiero no decir cuál. Eran tres letras”, comentó, refiriéndose a uno de los grupos criminales que operan en la región.
Su destino final era la Ciudad de México, pero Marcos no reveló detalles sobre el precio pagado o las nacionalidades de los demás migrantes.
¿En qué lugar se ubica Chiapas en materia de migración?
El uso de sellos y pulseras no es la única amenaza para quienes cruzan por Chiapas. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2023 se registraron 1,148 muertes o desapariciones de migrantes en el continente americano. Chiapas, con sus rutas peligrosas y la creciente presencia de grupos criminales, se ha convertido en uno de los puntos más críticos para los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos.
El pasado 7 de octubre, apenas unos días después del incidente en Huixtla, se encontraron dos cuerpos semienterrados en un cañaveral en el ejido Los Ángeles, en la misma zona donde se produjo el ataque a los migrantes. Las víctimas, ambas de El Salvador, también estaban marcadas por el sistema de sellos.
El control que los grupos criminales ejercen sobre los migrantes va más allá del simple tránsito. Andrés García, integrante de la asociación Voces Mesoamericanas, explica que la política migratoria mexicana ha permitido que el crimen organizado aproveche el endurecimiento de las medidas de contención para explotar a los migrantes.
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“Los migrantes no solo tienen que lidiar con la violencia de las autoridades, sino también con el secuestro, la extorsión y la trata de personas que ejecutan los cárteles”, asegura.