OAXACA.- Septiembre nos recuerda a las personas que lucharon por la independencia a México, pero las y los héroes no sólo son los de ayer, también las hay en la actualidad. Linda Dora López Carrasco, de 25 años de edad, enfermera y bombera oaxaqueña, es sólo un ejemplo. La enfermería y la labor que realiza dentro del cuerpo de bomberos no son acciones opuestas; ambas llevan implícita la vocación de servicio, requieren de fuerza y sobre todo valor.
Es una labor muy difícil, pero gratificante, afirma portando el traje amarillo que pone sobre sus hombros 30 kilos de peso y el compromiso de salvaguardar vidas.
Linda aún no ha estado en un siniestro real, sin embargo, ha participado en distintos simulacros y capacitaciones en el combate a incendios, el último el de un incendio por fuga de gas de un tanque de 300 litros. Es ayudante de pitonera de la manguera, es decir una de las personas que ayudan a controlar la manguera y evitar que la presión del agua derribe a la persona que va al frente.
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Como enfermera en distintas ocasiones se puede estar de frente a la muerte cuando se trata de algún paciente grave, pero antes de entrar a realizar su voluntariado nunca se imaginó estar tan cerca del peligro y ver en juego su vida.
“La enfermería y ser bomberos se empata porque en ambos salvaguardan la vida de las personas. Yo ingresé a bomberos para prestar mis servicios en primeros auxilios, pero dentro de la corporación en mis cinco meses de capacitación que llevo actualmente he aprendido de todo. Trabajo contra incendios y rescate vertical. Nunca lo hubiera imaginado. Cuando entré dije: me sólo me voy a avocar a los primeros auxilios”.
El heroico cuerpo de bomberos lo conforman 185 elementos, 40 mujeres distribuidas en distintas áreas y con diversas funciones que van desde la atención a incendios, rescate en siniestros viales y salvamento.
“En la corporación no nos menosprecian, no nos hacen menos, nos vemos con las mismas capacidades”.
La primera vez que Linda se vistió de bombera, por su cabeza brotaron muchas sensaciones y no pudo evitar hacer el contraste con el portar el uniforme de enfermera.
“Es muy distinto. Al principio lo sentía muy pesado, sentía mucho calor, era complicado portarlo, pero en las capacitaciones siempre lo hacemos para irnos acostumbrando. Ahora ya lo soporto más. Es muy diferente a portar un uniforme de enfermera, de cualquier manera, estoy muy orgullosa de llevarlo”.
Linda es originaria de Juchitán de Zaragoza. La experiencia que vivió después del terremoto del 7 y 19 de septiembre de 2017 la inclinaron hacia la salvaguarda de la vida de las personas. “De ahí tomamos la idea de incorporarnos en esta institución para brindar mi servicio de ambas maneras”.