TIJUANA.- El revólver Taurus calibre .38” con el que fue asesinado el candidato presidencial Luis Donaldo Colosio en Tijuana llegó desde Estados Unidos, quizás como miles de armas que cada año siguen ingresando ilegalmente a México, pero los investigadores nunca tuvieron claro cómo terminó en manos de Mario Aburto Martínez.
El informe público realizado por la entonces Procuraduría General de la República (PGR), dice que en la indagatoria colaboraron agencias estadounidenses como el Buró Federal de Investigación (FBI), y la Administración de Control de Drogas (DEA), quienes confirmaron que la huella del arma se borró desde suelo estadounidense.
En un lapso de cinco años desde el magnicidio, entre declaraciones del mismo Aburto, de algunos de sus amigos, familiares y personas que dijeron nunca haberlo conocido, surgieron 15 versiones sobre la forma en que pudo haber obtenido la pistola, y aunque los agentes encontraron múltiples indicios, no tuvieron éxito.
“En ninguna de las versiones se han revelado medios de prueba que permitan esclarecer plenamente cómo fue que Mario Aburto Martínez obtuvo el arma de fuego con que privó de la vida al licenciado Colosio Murrieta”, estableció la subprocuraduría especial.
COMPRADA EN 1977
El arma disparada el 23 de marzo de 1993 fue una Taurus modelo 80, calibre .38” especial serie 958400, de origen brasileño. Al menos eso es lo que documentó el equipo formado en la década de los noventa por la hoy Fiscalía para resolver el crimen que dio un vuelco a la historia de México.
Y quien informó que fue adquirida originalmente en San Antonio, Texas, fue Stanley A. Pimentel, por aquel entonces agregado jurídico de la embajada de Estados Unidos en México.
Dos días después del asesinato cometido en medio de la multitud que acudió al mitin priista en la colonia Lomas Taurinas en Tijuana el diplomático envió un reporte en el que reveló el nombre de los primeros propietarios.
“... fue adquirida en 1977 por William Harms Hogue, como parte de un inventario para su compañía Hogue’s Security Services, y que en 1980 esta compañía pasó a ser propiedad de Stanley Smith Security Inc., en San Antonio, Texas, siendo el arma de fuego traspasada como parte del inventario”, se lee en el informe.
Cuando la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos ahondó supo que Harms Hogue había muerto el 16 de septiembre de 1996, y dos años antes esa autoridad norteamericana solo pudo entrevistar a un ejecutivo de Stanley Smith Security Inc., de nombre Pat Schindler.
Eso sirvió para confirmar la compra-venta de la compañía de seguridad, pero no encontraron registros del revólver y los investigadores solo dieron con un borrador incompleto del contrato.
“Por último, el FBI señaló que debido a la muerte de William Harms Hogue y los deficientes registros de la compañía Stanley Smith Security, sería poco probable obtener mayores datos del arma de fuego, ya que en ocasiones el cambio de propietario de un arma se realiza sin la documentación correspondiente”, concluye esa parte del informe.
LAS VERSIONES
Un taxista preso, un hombre de apodo “El Pelón” del que nunca se supo la verdadera identidad igual que pasó con varias personas más nombradas en algún momento, hasta el hermano de Mario Aburto conocido como “El Nene” y algunos traficantes de drogas, hablaron con la policía y declararon ante la Judicial Federal sobre posibles rutas que siguió el arma para llegar hasta el hoy sentenciado.
La versión de que el arma le fue entregada por un chofer de transporte público, en cambio, surgió durante una sesión de gasoterapia con dos psiquiatras a la que, según la autoridad investigadora, Aburto Martínez se sometió voluntariamente.
Este método sirve para que la persona entrevistada, en un estado de somnolencia, recupere más fácilmente “recuerdos o situaciones ocultas”, justificó entonces la procuraduría que bajo ese estado volvió a preguntar a Aburto dónde había conseguido el arma.
“...narró que abordó el taxi y se sentó en el asiento delantero, donde se encontraba el revólver dentro de una bolsa de papel; Aburto le pregunta al chofer “¿esto es para mí?” y el chofer le responde “sí, tómala”; describe al chofer del taxi colectivo como un hombre gordo de tez morena, de más de 30 años, pero que “no le vi bien la cara”; que antes contactó a unos repartidores de agua en una pipa de la colonia donde vivía y que éstos lo mandaron a donde tenía que recoger el arma” (sic), consignó la autoridad.
La mención de esos repartidores de agua sin rostro ni nombre amplió las líneas de investigación, y aunque tampoco llevó a algo concreto, al seguir el rastro de las 15 versiones los agentes encontraron similitudes en otras siete referencias “sobre la intención de Mario Aburto para adquirir o vender el arma homicida o para adquirir otra u otras de mejor calidad”.
Es allí donde su hermano José Luis Aburto Martínez (a) “El Nene”, con un antecedente de 1992 por la posesión de una pistola calibre 9mm y considerado “conflictivo” por uno de los entrevistados, parece haber tenido una participación muy activa porque según un par de testimonios preguntó entre sus conocidos tratando de cambiar un revólver calibre .38” que supuestamente ya había conseguido junto a su hermano Mario, con un taxista.
“Se evidencia que Mario Aburto Martínez siempre se conducía como un sujeto aislado, aunque en algunas ocasiones se hacía acompañar de su hermano José Luis Aburto, alias “El Nene”, quien por su mejor conocimiento del entorno en que vivían podía contactarlo con algún posible vendedor de un arma”, reportó la PGR.
Sin embargo, esa autoridad nunca pudo comprobarlo y concluyó que nadie le proporcionó a Mario Aburto el arma de fuego, menos que la hubiera recibido con la instrucción de asesinar a Colosio Murrieta.
El informe especial reitera además la ampliamente conocida versión de Mario Aburto que admitió haber conseguido el revólver por motivos de seguridad, que deseaba venderlo y por eso la llevaba consigo el día del mitin del Partido Revolucionario Institucional (PRI), así como que solo pretendía herir y no asesinar al candidato.
Sobre el monto que pagó por esa arma de fuego en aquellos años, las versiones de Aburto Martínez también fueron distintas, pero fluctuaron entre los 800 y los 950 nuevos pesos.