HISTORIAS DEL NARCO

"Nadie se imagina lo que tuve que ver”: Daniela fue esclavizada por Los Zetas

Daniela fue explotada por Los Zetas y durante siete años fue testigo de asesinatos violentos: "nadie se imagina lo que tuve que ver”

Daniela fue explotada por Los Zetas y durante siete años fue testigo de asesinatos violentos: 'nadie se imagina lo que tuve que ver”
Los Zetas.Daniela fue explotada por Los Zetas y durante siete años fue testigo de asesinatos violentos: "nadie se imagina lo que tuve que ver”Créditos: Cuartoscuro
Escrito en ESTADOS el

La historia de Daniela comienza en los cinturones de miseria de Centroamérica. Hace más de una década, Los Zetas supieron explotar el punto débil de Daniela y otras mujeres: las engañaron. Entre deudas y préstamos, Daniela no pudo rechazar la oferta de dinero que le hicieron junto con otras 15 mujeres en la frontera de Nicaragua y Honduras. Era 2008 y tenía veintitantos años.

Fue llevada a México sin identificación. En las fronteras tenían que decir que iban de excursión turística a Chiapas. Daniela fue obligada a entregar las direcciones de amigos y familiares. Si decidía huir, irían a torturarlos y matarlos.

La iniciación de Daniela fue realizar servicios sexuales durante 15 días. Si los clientes se quejaban, la golpeaban. A todas las mujeres que Los Zetas transportaban en una camioneta las repartieron, como paquetes, en diferentes entidades de México.

Daniela fue la última en llegar a su destino: Nuevo Laredo, Tamaulipas. Ahí conoció a “Toñito”, un niño de 12 años que se convirtió en su hermano menor. Ambos fueron obligados a trabajar en “El Danash”, un centro nocturno controlado por Los Zetas donde ella era bailarina y edecán, mientras que “Toñito” era mozo, mensajero, halcón y hasta DJ. Ambos debían tener sexo con clientes cuando se les ordenaba y ambos vivían en casas de seguridad, de las cuales solamente salían para trabajar.

A Daniela la buscó su familia en Nicaragua durante un par de años. Antes de resignarse a su “desaparición”, fueron a la televisión local y pegaron carteles en las calles con su rostro y su nombre. Pero no la volvieron a ver sino hasta siete años después.

LA TORTURA

La primera vez que Daniela fue tratada sexualmente no sabía a dónde iba ni para qué. Las piernas le temblaban cuando bajó de una camioneta en medio del calor desértico de un pueblo en Tamaulipas. Sólo sabía que, si se quitaba la venda de los ojos, sería ejecutada.

Después entró a una mansión y pasó entre docenas de hombres armados. En ese lugar había otras jóvenes como ella, pero unas estaban agonizando, balbuceando con saliva y sangre, y otras sostenidas por cadenas.

Los hombres alrededor de ellas, de acuerdo con Excélsior, sonrían, las violaban y las golpeaban. Daniela, para evitar llorar, enfocó su mente en un altar y unas velas. “Porque esos clientes son buenos y pagaron mucho dinero”, le contestó un hombre armado cuando Daniela preguntó por qué hacían lo que hacían.

Ese es el objetivo por el que ella, como las demás esclavas sexuales, estuvo secuestrada por un grupo de crimen organizado: Los Zetas. En total, Daniela acumuló más de siete años secuestrada.

Cuando escapó, relató a la Unidad Especializada en Investigación de Tráfico de Menores, Personas y Órganos en México, a las víctimas de Los Zetas les colocaban chips para rastrear sus movimientos y no dejar que escaparan.

El caso de Daniela es considerado por las autoridades como uno imposible: escapó después de haber estado secuestrada por aproximadamente 90 meses por dos cárteles en Tamaulipas, una de las regiones más violentas del país.

“Yo calculaba que tenía varios años secuestrada, pensé en cuatro, cinco...”, relató Daniela a VICE News. “Cuando me rescataron y las autoridades me dijeron el tiempo, sentí como si el mundo me cayera encima”.

“Yo no estuve en una casa de seguridad, como se guardan a los secuestrados. Cuando es trata de personas es diferente, porque no hay rescate, ellos quieren que tu familia piense que estás muerta para que no te busquen. No te guardan, te ponen a trabajar, te sacan a la calle, a los bares, a los tabledance. Parece que eres una mujer libre, pero no lo eres”.

Contó que primero fue explotada por Los Zetas y después por el Cártel del Golfo, y que durante todos esos años vio a gente morir de formas espantosas. "Nadie se imagina lo que tuve que ver”.

Los narcotraficantes les quemaban las piernas, les quitaban la comida, las azotaban y les daban bofetadas si se quejaban, lloraban o se negaban. Los Zetas mataron a “Toñito” después de que Daniela se rehusó a asesinarlo.

“Él nunca pudo, ni yo tampoco. Entonces, lo colgaron y empezaron a cortarlo. A hacerle heridas. Y me decían ‘¿no te da pesar? ¿por qué le hiciste eso, si dices que lo quieres? Mira lo que nos obligas a hacerle’. Hasta el final, le dieron un balazo en su cabecita. Caí en el suelo, comencé a llorar, gritar, me patearon, me subieron a una camioneta y no supe más de él”.

LOS MÁS VIOLENTOS

Daniela contó a VICE News que el “más malo, el peor de todos” era Salvador Martínez Escobedo, “La Ardilla”, quien ordenó la matanza de 72 migrantes centroamericanos en Tamaulipas en 2010. Además, fue testigo de la ruptura de Los Zetas con el Cártel del Golfo: se salvó porque uno de sus captores la obligó a ser su amante.

Su amante fue “El Viejón”, convertido en el líder del Cártel del Golfo, la puso a trabajar de nuevo en tabledances. 

La historia de su escape no tiene muchos detalles: una persona en Tamaulipas se enteró de su secuestro y se arriesgó para ayudarla a escapar en la cajuela de un vehículo.

“Me ayudaron, me sacaron del lugar, me pagaron transporte a la Ciudad de México y huí de ese lugar”, dijo.

Daniela recibió tratamiento psicológico para ayudarla a su recuperación emocional y física. Daniela está de vuelta en México con una visa humanitaria y quiere reiniciar su vida.

Según datos oficiales, en México existen 47 organizaciones criminales dedicados a la trata de personas, además de que se concentran en ciudades fronterizas con Estados Unidos, como Tijuana, Reynosa, Matamoros, y Nuevo Laredo.