AKIL.- Cuando tenía 14 años fue testigo de violencia de género. Por su edad, pensó que era “normal”, que era un “castigo”, aunque sí le dio temor. Años después la vivió en carne propia. Laura Rosalía Puch Vela fue víctima de un círculo interminable de violencia, de los golpes de su esposo. En ese momento el testigo fue su hijo, primero desde la panza, después como observador.
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Un día, el marido le puso un cutter en la garganta y ella, por fin, dijo basta. Pensó en matarlo, pero se dio cuenta que eso no serviría de nada. Se fue, dejó todo en su casa de Akil, Yucatán, y se llevó sólo a Manuelito, su hijo.
Hoy, luego de que su vida diera un giro de 180 grados, Laura se siente protegida, empoderada. Ama amarse, porque considera que para salir de la violencia de género se necesita, sobre todo, mucho amor propio.
En el camino de este cambio de vida radical, Laura sufrió una pérdida irreparable: Doly, una de sus mejores amigas, murió en mayo de 2021 y en Akil, víctima de feminicidio. Ese feminicidio la llenó de dolor, pero también la hizo ayudar a muchas mujeres víctimas de violencia de género.
Hoy día, Laura agarra su motito y acompaña a sus pares a los Juzgados de Tekax a que pongan sus denuncias, asesora psicológicamente.
SU ACTIVISMO
En 2021, Laura Puch se convirtió en defensora de derechos humanos y desde entonces inició un activismo para erradicar la violencia de género que viven las mujeres de su municipio Akil.
El resultado del acompañamiento que realiza se refleja en los números. El año pasado 16 mujeres denunciaron violencia familiar y en lo que va de 2022 suman otras 16. En contraste, durante 2018 y 2019 no se presentaron denuncias y en 2020 apenas tres mujeres buscaron ayuda.
En el camino a la denuncia e, incluso a pedir justicia por su propio caso, Laura se enfrentó a obstáculos. Por ejemplo, la agencia de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Yucatán más cercana está a 184 kilómetros de distancia, en el municipio de Tekax. Trasladarse junto con las mujeres que ayuda es complicado. En muchas ocasiones ha logrado que la policía municipal las lleve.
“Las mujeres muchas veces tienen miedo o no saben qué hacer, venían a pedirme ayuda y yo trataba de orientarlas. A veces me tocaba acompañarlas, hubo días en que después de lograr llegar a la fiscalía en Tekax no te quieren tomar la denuncia; te dicen que regreses mañana ¿cómo, si es una urgencia?”, narra en entrevista.
“Tienes que pelearte básicamente con el personal de la agencia, que vean que sabes tus derechos, porque si no, no te atienden. Es como si no les importara que es una situación de vida o muerte”, dice con tristeza.
Para Laura, el incremento de las denuncias es una prueba de que el activismo funciona. Asegura que, ahora, las mujeres ya no se quedan calladas, pero ha sido un trabajo de constante empoderamiento, aunque admite que muchas veces persiste el miedo a denunciar.
La prueba es el municipio de Tekax, donde -aunque sí existe una agencia de la FGE- de 2018 a agosto ninguna mujer presentó alguna denuncia, según datos de la fiscalía entregados vía transparencia.
La Fiscalía de Tekax confirmó que, desde 2018, ninguna mujer ha acudido a buscar ayuda en los delitos relacionados con la violencia de género, como violencia familiar, violación ni abuso sexual.
¿Y LA JUSTICIA?
Para Laura, como sobreviviente a un feminicidio en grado de tentativa, el obstáculo a la justicia también ha sido la constante. Además, con apenas 15 fiscalías para 106 municipios, movilizarse a las agencias también representa un reto para las yucatecas.
En Mérida existe un edificio central y las periféricas en la Fidel Velázquez, San José Tecoh y Cordemex. En el interior del estado: Umán, Kanasín, Progreso, Hunucmá, Maxcanú, Ticul, Tekax, Valladolid, Tizimín, Motul, Izamal.
“Fui víctima y sigo siendo víctima de violencia, entiendo que es vivir violencia y no quiero que otras mujeres lo sufran, tampoco quiero que haya otro feminicidio en mi pueblo”, relata.
Laura no cuenta con ninguna clase de apoyo, ni económico, ni del municipio o del estado. El trabajo que realiza en la periferia es impulsado desde su propia experiencia. Busca evitar que otra mujer sea víctima de feminicidio. Recuerda que, en 2021, su amiga Doly fue asesinada por su esposo.
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