CHIHUAHUA.- El 16 de agosto de 2008, 12 jóvenes y un bebé -que estaba en brazos de su padre- fueron asesinados por un comando que ingresó a las instalaciones de productos forestales de la Tarahumara (Profortarah), en Creel, Chihuahua, donde festejaban su participación en unas carreras de caballos. El caso continúa impune.
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Aquel día se recuerda por registrarse la primera masacre en México, luego de que el expresidente Felipe Calderón Hinojosa declarara la guerra contra el narcotráfico.
En el 2009, Daniel Parra Urías, padre de uno de los jóvenes asesinados en Creel y un ávido activista por obtener justicia en el caso, fue asesinado por un grupo armado. Tras este hecho los episodios a civiles fueron en aumento. Para 2011 se habían contabilizado 70 masacres en el país.
Una de ellas, la masacre en Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez un crimen cometido por presuntos narcotraficantes contra aproximadamente 60 estudiantes del Colegio de Bachilleres y de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde el 31 de enero de 2010, un comando ingreso a una vivienda donde se reunía un grupo de jóvenes quienes fueron sorprendidos por al menos 20 sicarios, el saldo de este ataque 15 muertos y más de 10 heridos.
Este año, la violencia golpeó fuerte de nuevo a la Sierra Tarahumara con el asesinato de los jesuitas Javier Campos Morales (el padre Gallo) y Joaquín Mora Salazar, cuyos crímenes sumaron a la memoria que resiste en la región donde la violencia y la impunidad se ha enquistado, en la Sierra Tarahumara.
Los sacerdotes fueron asesinados en el altar de la parroquia de San Francisco Javier, en Cerocahui, Urique, Chihuahua, junto con el guía de turistas, Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, el 20 de junio pasado.
Ese mismo día, Noriel Portillo Gil, “El Chueco” (quien está acusado de los tres homicidios), agredió a los hermanos Paúl Osvaldo y Jesús Armando Berrelleza Rábago, quienes fueron reportados como desaparecidos. Días después apareció el cuerpo sin vida del primero.
De acuerdo con pobladores, los crímenes en Urique "restregaron y recordaron al mundo el abandono gubernamental que hay en la Sierra Tarahumara", donde episodios similares son cotidianos en cada municipio de la región.
LA RESISTENCIA
El pasado 16 de agosto, según el portal de noticias Raíchali, el sacerdote jesuita Javier “El Pato” Ávila Aguirre, quien llegó a la escena del crimen la tarde del 16 de agosto de 2008 para hacer la tarea de los peritos y del Ministerio Público, advirtió en la misa conmemorativa del crimen: “llevamos 14 años haciendo memoria y aquí seguiremos”.
Esa tarde, las familias y pobladores de Creel se congregaron en la parroquia de Cristo Rey para caminar hasta la plaza de la Paz, el memorial construido y creado para las 13 víctimas.
A través de los 14 años que han pasado y de cuatro administraciones gubernamentales que han pasado, las familias y los sacerdotes de la sierra tarahumara han recordado que los gobernantes no le han respondido al pueblo y, por el contrario, le han apostado al olvido, mientras los pobladores mantienen viva la memoria de cada una de las 13 víctimas.
Cada 16 de agosto en Creel recuerdan esta masacre, calificada como un acto vergonzoso por la incapacidad oficial.
Las víctimas que cada año se recuerdan con más fuerza en Creel, Chihuahua, son:
- Alberto Villalobos Chávez (28 años)
- Juan Carlos Loya Molina (21)
- Daniel Alejandro Parra Mendoza (20)
- Alfredo Caro Mendoza (36)
- Luis Javier Montañez Carrasco (29)
- Fernando Adán Córdova Galdeán (19)
- Cristian Loya Ortiz (22)
- Edgar Alfredo Loya Ochoa (33)
- Alfredo Horacio Aguirre Orpinel (34)
- Luis Daniel Armendáriz Galdeán (18)
- Óscar Felipe Lozano (19)
- Édgar Arnoldo Loya Encinas (1)
- René Lozano González (17)
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