APATZINGÁN. - El obispo de Apatzingán, Michoacán, Cristóbal Ascencio García, lloró a los sacerdotes víctimas de la violencia en el país y se dijo en desacuerdo de que los criminales se sienten en las mesas para la pacificación del país.
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Entrevistado en el corazón de la Tierra Caliente michoacana, el clérigo habló para LA SILLA ROTA sobre el tema de la violencia, de la que incluso él ha sido víctima.
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Cristóbal Ascencio fue enfático y reiteró que contrario a otros obispos del país, rechaza cualquier posibilidad de que los criminales formen parte de las mesas de pacificación.
Recordó que la Diócesis de Apatzingán atiende una de las regiones más golpeadas por el crimen organizado; sin embargo, no dejarán de predicar el mensaje de paz.
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En esa zona, han sido asesinados cuatro sacerdotes, entre ellos, un misionero. Además, cuatro jóvenes predicadores del grupo juvenil Arcoíris.
AQUÍ LA ENTREVISTA:
CA: ¿Cuál es la postura de esta Diócesis en estas jornadas de pacificación?
CAG: Esta jornada inició el pasado domingo 10 de julio y concluirá el domingo 31 de este mismo mes. Es una jornada que se prolonga por tres semanas. Jornada de oración intensa por la paz en México, que vemos es muy necesaria, porque la violencia sigue en crecimiento. Es doloroso decirlo, pero las noticias dan cuenta que el fin de semana pasado, fue el más violento en la historia de nuestro país. Si no oí mal, 248 hermanos sacrificados por el crimen. 248 en tres días: viernes, sábado y domingo.
Urge hacer algo y los obispos estamos haciendo algo, creemos que lo que nos toca. Parte de lo que nos toca. Quizá nos falten todavía cosas por hacer y por lo pronto, la Conferencia Episcopal Mexicana, de la cual formo parte, hemos lanzado una convocatoria a todo el pueblo santo de Dios que peregrina en esta nación y a todas las personas de otras iglesias y personas de buena voluntad, que quieran unirse en una jornada de oración intensa por la paz y para esto hemos propuesto algunas acciones que ayudarán mucho para motivarnos e incentivarnos a orar por la paz, mientras también hemos dicho lo que teníamos que decir: sugerir para que algo se haga a favor de la paz.
CA: ¿Cómo Se vive desde una profesión eclesiástica la violencia en una zona como la de Apatzingán?
CAG: La fe viene a levantarnos. La creencia fuerte y firme que tenemos en Jesucristo, vencedor del pecado, del pecado que genera muerte y su presencia en este pueblo que la mayor parte es un pueblo creyente en Cristo resucitado, es lo que viene a levantarnos y a hacer resurgir nuestra esperanza y tratar de hacer algo más a favor de la paz. Creemos que la paz es posible. Creemos que la vida nueva que nos presenta Cristo resucitado en su evangelio, es posible. Por eso hacemos lo que hacemos: anunciamos el evangelio, invitamos a la conversión a quienes militan en el crimen organizado, hermanos nuestros que van por caminos equivocados, los invitamos a la conversión y queremos que cambien; queremos que cambie su vida, porque lo que hacen está sangrando a un pueblo, a hermanos, quitándoles la vida o privándolos de la libertad.
CA: ¿Cuál es su postura ante las opiniones de otros obispos de sentarse en mesas de diálogo para la pacificación en la que se incluya a líderes criminales?
CAG: A los hermanos del crimen organizado, les invito y ha sido mi postura, al cambio. Yo creo que no se puede dialogar para hacer el mal; no se puede dialogar para poner unos límites de hacer el mal. Yo entiendo que a mis hermanos, a quienes respeto como personas que son, y a quienes veo que su salvación eterna está en peligro, les sigo invitando a la conversión. Pero ponernos a dialogar de lo que pueden hacer o no pueden hacer, creo que eso no es para bien de un pueblo. Eso sería a lo mejor para pactar cómo seguir desangrando al pueblo. Yo los invito a la conversión cuando los tengo de frente y desde los medios, pero creo que ponernos a dialogar para planear el mal, yo creo que no.
Sí, dialogar, pero con las autoridades, sobre qué estrategia es posible implementar para pacificar este país. Sí dialogar con la sociedad para organizarnos y dialogar con aquellos que quieren el bien, porque alguien que está en el crimen, no quiere el bien de sus hermanos. No podemos ponernos a dialogar para tramar el mal. Yo envié mi postura.
CA: Ustedes han tenido víctimas de la violencia. Usted mismo ha sido una de ellas. Cuéntenos esa parte.
CAG: Nosotros hemos tenido víctimas; víctimas mías, no solo nuestros hermanos sacerdotes que han sido acribillados, religiosos o religiosas, sino también los fieles de mi Diócesis que están muriendo a causa del crimen. Víctimas mías son los hermanos que están siendo explotados con el cobro de piso; son víctimas mías porque el señor me ha encomendado que cuide en su nombre de este rebaño.
A mí me duele no solo la muerte de los sacerdotes, de tantos que han muerto desde tiempos atrás, antes de que yo llegara a esta Diócesis; sacerdotes que han muerto últimamente en el país, Me duele la muerte por ser sacerdotes, pero lo mismo me duele la muerte de mis hermanos laicos, hombres o mujeres, que mueren en mi Diócesis. Mueren, en la completa impunidad y entonces para mí es un dolor constante en esa línea y por eso buscamos sí orar a Dios, pero también buscar qué más podemos hacer; en qué más podemos ayudar y servir a favor de la paz en México, porque México se desangra y la sangre de muchos mexicanos sigue corriendo. Ríos de sangre, ha sido proclamado, por hermanos sacerdotes.
CA: ¿Ha llorado el obispo de Apatzingán por toda esta violencia?
CAG: Sí, he llorado. Sí ha llorado el obispo de Apatzingán. Y llora. Llora. He llorado delante de hermanos, de hermanos obispos. Y lloro cuando veo esta realidad. Lloro cuando veo gente inocente, gente pobre. Lloro, lloro, porque tengo corazón, porque siento. Y desde ahí, surge mi invitación a todos a formar parte de una sociedad nueva. Orar, pero actuar también a favor de la paz. Y desde ahí he lanzado continuos llamados a la conversión de los del crimen organizado, a la conversión de nuestras autoridades, a la conversión de nosotros los obispos, del pueblo santo. Convirtámonos a favor de la paz. Dejemos los detalles de violencia que nos golpean.
SUMAN 7 SACERDOTES ASESINADOS EN EL SEXENIO DE AMLO
El sacerdote Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial (CCM), aseguró que, tras el homicidio de dos padres jesuitas en Chihuahua, ya suman siete los religiosos asesinados durante el tiempo que lleva la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.
“México sigue siendo uno de los países más peligrosos para ejercer el sacerdocio. Y esta cruda realidad nos la vuelve a confirmar (el asesinato de los sacerdotes en Cerocahui, municipio de Urique, en la sierra rarámuri, Chihuahua -cuyos cuerpos fueron extraídos de la escena del crimen-)", aseguró, en entrevista con Apro, Omar Sotelo.
El 21 de junio pasado los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora fueron asesinados al interior de la iglesia del pueblo de Cerocahui, en el municipio de Urique, Chihuahua, luego de que un guía de turista que escaba de criminales que lo privaron de la libertad, se intentó refugiar en un templo.
El gobierno federal informó en días pasados que ya son 13 los detenidos por el homicidio de los dos sacerdotes jesuitas y se adelantó que en los siguientes días José Noriel Portillo Gil alias “El Chueco” y señalado como responsable del crimen, también podría ser detenido.
En mayo fue asesinado el sacerdote José Guadalupe Rivas Saldaña, quien, luego de estar desaparecido, su cuerpo fue localizado en un rancho cercano a la Hacienda Santa Verónica, en Tecate, Baja California.
El 30 de agosto de 2021, fue asesinado José Guadalupe Popoca Soto, párroco del templo de San Nicolás de Bari, perteneciente al municipio de Zacatepec, Morelos.
El 12 de junio de 2021, el religioso franciscano Juan Antonio Orozco Alvarado cayó víctima de un fuego cruzado entre dos carteles rivales, en la comunidad tepehuana de Mezquital, Durango, casi en los límites con el estado de Zacatecas.
El 28 de marzo de 2021, se reportó el hallazgo del cuerpo sin vida del sacerdote Gumersindo Cortés González, quien laboraba en la diócesis de Celaya, Guanajuato. Su cuerpo presentaba rastros de violencia.
Mientras que el 23 de agosto de 2019, fue asesinado el sacerdote José Martín Guzmán Vega, en la comunidad de Cristo Rey de la Paz, ejido Santa Adelaida, perteneciente a la diócesis de Matamoros, Tamaulipas.
En varios de sus informes sobre sacerdotes asesinados, el CCM ha venido recalcando que el sacerdocio es una actividad de alto riesgo en México, puesto que las prédicas de la Iglesia van en contra de la actividad del narcotráfico, lo cual provoca represalias por parte del crimen organizado.
(djh)