Un rostro a medio enterrar llamó la atención de Florentino Vela cuando caminaba a un costado de las dunas que rodean los fraccionamientos Lomas de Río Medio 4 y Bosques de Río Medio, en la zona norte de la ciudad de Veracruz.
El hombre no se imaginó en ese momento que descubriría los primeros vestigios prehispánicos en donde más tarde encontró varias piezas pequeñas que reuniría junto con su sobrino, para solicitar el resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Expertos del Centro INAH validaron más tarde que se trataba de piezas de la civilización conocida como Cultura del Centro de Veracruz, con una antigüedad aproximada de mil 100 años.
El lugar donde fueron encontradas no cuenta con custodia de ninguna autoridad federal hasta ahora. El sitio es una formación de dunas que en los últimos 10 años ha sido reducida por empresas constructoras para la ampliación de fraccionamientos de la zona.
Actualmente, maquinaria pesada trabaja desgajando lo que queda de las dunas a unos 200 metros de distancia de donde se realizó el hallazgo de las piezas.
Las encontró en una caminata
Florentino salió como todas las tardes desde que dejó de trabajar como maestro hojalatero por las secuelas que le dejó la covid-19 y recuerda que vio una pequeña cabeza incrustada en una roca de barro.
Mientras sus zapatos se iban enterrando en la arena pudo ver a un costado del camino la pieza de barro que sobre salía de una roca, pero fue hasta que le contó a su sobrino que lo ánimo a ponerle más atención y levantarla.
La pieza de unos 15 centímetros es una cabeza tallada en barro de color negro y que puesta ante la luz deja ver algunos destellos sutiles. Los rasgos son de una persona de la época precolombina, labios pronunciados y nariz ancha.
La cabeza tiene aretes en las orejas y en la nariz, en los ojos tiene dos esferas sobrepuestas como si se tratara de la retina de los ojos, por la parte de atrás se puede ver que es una pieza hueca y un corte irregular en el cuello hacen pensar que se trata de una parte de una pieza más grande.
Fernando Morales, sobrino de Florentino, continuó la búsqueda con su tío y encontró otras piezas que llamaron su atención, trozos cóncavos de barro con algunas grecas que se perciben entre la superficie desgastada y trozos de vasijas.
Entre las piezas recuperadas de la duna de Lomas 4, encontró un brazo de barro que va desde el hombro hasta la muñeca, un dedo y la figura del torso de una persona sentada, aunque todo en perfecto estado, son piezas incompletas.
Lo primero que hicieron después del recuperar las piezas fue contactar a través de correo electrónico al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que después de varias llamadas atendió la solicitud para revisar las piezas y autentificarlas.
Según lo informado, las piezas podrían corresponder a un antiguo cementerio prehispánico de la civilización denominada como cultura central de Veracruz, que se desarrolló en el periodo clásico en la región del Golfo de México entre los siglos I y X antes de Cristo, contemporánea a los Mayas y predecesora de los Totonacas.
Por la descripción, especialistas validaron que la cabeza hallada podría pertenecer a una figura de la deidad conocida como “Dios Narigón”, que era elaborada con las características físicas de la persona fallecida.
Florentino y Fernando mantienen las piezas envueltas en toallas y dentro de una bolsa, en espera de que personal del INAH acuda a su domicilio para realizar el resguardo de los vestigios y una inspección en la zona donde se encontraron.
“Las figurillas brotan de las rocas y la arena”
Entre las dunas donde fueron encontradas las piezas arqueológicas y las viviendas de los fraccionamientos Lomas de Río Medio 4 y Bosques de Río Medio, se encuentra solo una calle pavimentada con asfalto.
El amplio espacio que quedó de los cerros recortados es utilizado como sitio de esparcimiento por los vecinos del lugar, que por las mañanas y tardes lo utilizan para caminar, correr o jugar futbol.
En la arena se encuentran marcadas las llantas de volteos y retroexcavadoras que en los últimos 10 años se han llevado la tierra de las dunas para ampliar la zona residencial y rellenar otros espacios dentro de la ciudad de Veracruz para la construcción de viviendas.
A unos 200 metros de distancia de donde Florentino encontró la figura de barro, la maquinaria pesada sigue trabajando, ya que hasta ahora no existe ninguna restricción por los hallazgos encontrados.
Conforme se va ingresando más a lo que queda de la duna, la arena se mete en los zapatos y se pueden ver pequeños lagartos cruzar de roca en roca; pero si se afina más la vista en el suelo y que bordean el cerro se pueden ver los trozos barro rojizo incrustados como piezas de vasijas rotas.
Basta con enterrar la mano unos cuantos centímetros para encontrar las pequeñas piezas esparcidas en el terreno. En la cima Fernando asegura que pudo ver una vasija grande, intacta, metida en la arena, pero cuando intentaba escalar un paso en falso lo hizo resbalar hasta abajo y ya no intentó acercarse de nuevo.
Bordeando la duna se puede llegar hasta arriba, cruzando entre matorrales secos que antes de ser vendidos a las empresas fraccionadoras, formaban parte de una hacienda en donde pastaba el ganado.
En las brechas por donde se puede caminar, también se pueden ver los trozos de barro rojo de las piezas quebradas, esparcidas por el suelo. Hasta ahora, Fernando no tiene certeza si la duna vaya a ser resguardada por autoridades federales o si se permitirá continuar la construcción de viviendas de interés común en esta parte de la ciudad.
vtr