TRADICIONES

Juguetes tradicionales se resisten a morir en Chiapas

Humberto y Mateo son dos artesanos chiapanecos que en cada juguete que construyen dejan hasta el alma, aunque actualmente se sienten poco valorados

Humberto y Mateo son dos artesanos chiapanecos que en cada juguete que construyen dejan hasta el alma, aunque actualmente se sienten poco valorados
Juguetes tradicionales.Humberto y Mateo son dos artesanos chiapanecos que en cada juguete que construyen dejan hasta el alma, aunque actualmente se sienten poco valoradosCréditos: CHRISTIAN GONZÁLEZ
Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ.- Diferentes clases de madera, olotes, cartón o hasta huesos de vaca son parte de los materiales con los que los artesanos chiapanecos construyen una amplia variedad de juguetes tradicionales y de calidad. Y aunque en cada juguete “dejan hasta el alma”, en la actualidad son poco valorados.

Humberto Hernández Pérez se dedica a elaborar, desde hace 27 años, marionetas, trompos, aviones, camiones, caballitos de palo, muñecos e incluso juegos de mesa o lo que le pidan; sin embargo, él mismo ha visto cómo la tecnología y el desinterés de los tres órdenes de gobierno por fomentar este tipo de artesanías, los han relegado del interés colectivo, sobre todo de las infancias.

Tras destacar su agradecimiento a apoyos como el Programa de Rescate a las Culturas Municipales y Comunitarias (Pacmyc), por medio del cual le nació el gusto por ese oficio, refiere que la juguetería tradicional no solo representa su fuente de ingresos, sino que “es mi profesión, me encanta hacer juguetes”.

Tanto fue el amor que le tomó, acepta, que dejó de labrar el campo como una forma prioritaria de supervivencia.

Aunque ha palpado cómo en otras ciudades --una de ellas San Cristóbal de Las Casas-- han muerto importantes artesanos del juguete y cada vez hay menos, aún tiene esperanzas porque en Chiapa de Corzo, su tierra natal, han surgido nuevos creadores, la mayoría de los cuales han sido sus discípulos.

Lo mejor de todo, dice, es que su yerno, su hijo y tres hijas y hasta sus nietos están apasionados por este arte, lo que le da aún más emoción porque sabe, al menos, que en su familia la tradición de hacer juguetes no agonizará tan pronto.

NADA LO DETIENE

A pesar de los “embates” tecnológicos y de otros “enemigos” como la falta de difusión gubernamental, Beto, como le dicen de cariño sus seres queridos y quienes lo conocen, se resiste a dejar lo que ama, e incluso se aferra a que más niños y jóvenes se acerquen y aprendan en el taller que tiene montado en su propia vivienda, “porque si algo aprendí bien, es que no puedes guardarte el conocimiento, lo tienes que enseñar para que, además, no desaparezca”.

De hecho, él no se queda con los clásicos materiales, sino que echa mano de otros que son más regionales, como el morro o los pumpos o los guajes, y de esa forma le da un plus a su creatividad.

Lo que también se requiere, puntualiza, son espacios más exclusivos para ellos, pues muchas veces las autoridades cometen el error de mezclarlos con otro tipo de puestos y temáticas, y ahí es donde se pierden. Ejemplifica que, cuando les han dado su lugar para exponer sus juguetes, el éxito está asegurado.

“Creo, también, que muchas personas no valoran el trabajo manual artesanal que hacemos y, desde el tiempo que me he dedicado a esto, he visto que al niño no le llama la atención, tanto, un juguete de marca, sino uno tradicional, con el cual aprenden, recrean su imaginación”.

Humberto, quien ha ganado concursos de juguetes tradicionales no solo locales sino nacionales como el de San Miguel de Allende o el de Fibras Vegetales o el Fray Bartolomé de Las Casas, pone sus esperanzas previo a la Navidad e incluso el Día de los Reyes Magos, pues es un lapso en el que puede vender la mayor cantidad de sus creaciones; por el momento, pinta algunos aviones y camioncitos didácticos, cuyo costo no se compara con los juguetes de fábrica, y los cuales ofrecerá en esta época.

“Gracias a Dios ya salimos de la pandemia, porque hubo un año que no vendimos nada, quedó todo”.

En 2019, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), las artesanías emplearon 489,890 puestos de trabajo ocupados remunerados, lo que representó 35.1 por ciento de los puestos que empleó el sector de la cultura en su conjunto.

Con base en la Cuenta Satélite de la Cultura en México (CSCM), el sector de la cultura generó 724,453 millones de pesos corrientes en 2019, de los cuales, las artesanías aportaron 138,291 millones de pesos que representan 19.1% del sector cultural.

“DEJÉ EL CAMPO PARA HACER Y VENDER MIS JUGUETES

Desde hace seis años, Mateo Pérez Pérez dejó de sembrar y cosechar la tierra, en su pueblo Betania, municipio de Teopisca, para dedicarse, de lleno, a la elaboración de juguetes de madera.

El hablante de la lengua tsotsil refiere que, en esas artesanías, halló un mejor modo de vida, pues obtiene un poco más de dinero que del campo. Por ello, casi a diario, viaja a San Cristóbal de Las Casas, donde pasa la mayor parte del tiempo.

Como estas son fechas decembrinas, él aprovecha a viajar al centro de Tuxtla Gutiérrez, pues sabe que las ventas son mejores. De hecho, aún no tiene mucha variedad, pero lo que hace le queda lo mejor posible: desde avioncitos, helicópteros o camiones.

Mateo, quien aprendió este oficio con solo observar cómo lo hacía un amigo de su comunidad, advierte que, si Dios le da vida, seguirá haciendo esto. Inclusive, sus precios están al alcance de los bolsillos, pues el más económico le cuesta a sus clientes 40 pesos, y el más caro 100.

A pesar de que sus dos hijos aún no han aprendido el oficio, dice que le gustaría que, en algún momento, también se interesaran por aprender, pues aunque se vende poco, “lo que entra al día es seguro”.

Al igual que Humberto, él confía en que sus juguetes de madera se venderán “como pan caliente”, sobre todo para Navidad.

 

 

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