México es un país de paso de miles, sino es que millones de migrantes que año con año, y día tras día, buscan llegar a los Estados Unidos con el objetivo de conseguir tener una mejor vida que la que tenían en sus países de origen, esto ha llevado a México a fungir como un filtro migratorio para los Estados Unidos, obstaculizando el tránsito de los migrantes por territorio nacional.
En este sentido, la agencia de noticias Istmopress, ha informado sobre la forma en la que decenas de migrantes provenientes de diferentes países centroamericanos, sudamericanos, africanos y asiáticos, están continuando su viaje por territorio nacional luego de que las autoridades cerraran el módulo migratorio del municipio istmeño de Tapanatepec, Oaxaca.
El módulo de Tapanatepec, Oaxaca, fue instalado el pasado 5 de agosto por el Instituto Nacional de Migración (INM), pero tras su cierre el 9 de diciembre, los migrantes han tenido que continuar su viaje a pie, pidiendo aventones o hasta en bicicleta, puesto que no lograron obtener su Formato Migratorio Múltiple (FMM), con el cual pueden viajar libremente por el estado de Oaxaca.
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“Llegamos el viernes y ya no había permisos, yo vengo con mi esposa, mis dos hijas desde Ecuador” dijo Nelson de 40 años de edad a Istmopress.
Nelson ya ha recorrido aproximadamente 76 kilómetros que van de Tapanatepec a La Venta, esto tan solo en 24 horas, y bajo un sol abrazador de 35 grados centígrados, todo por perseguir su sueño de brindar una mejor vida a su familia.
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Viajar de esta forma por las carreteras y autopistas conlleva riesgos, pues la posibilidad de ser atropellado aumenta, ya que por la carretera panamericana los tráileres y camiones pesados circulan a altas velocidades.
Otro caso es el de los venezolanos Ricky y Saúl, quienes para seguir su viaje han comprado una bicicleta en Niltepec, poblado vecino de Tapanatepec, y así montados en ella, han podido avanzar más rápido.
“Nosotros vamos a Atlanta, ya tenemos familiares que nos están esperando, por eso solo pedimos el permiso, no venimos a molestar a nadie, solo queremos pasar México y ya, pedimos que migración no nos detenga y nos deje pasar”, dijeron.
Ellos se apoyan cantando y riendo mientras continúan su viaje en bicicleta para superar la tristeza y desesperación por la situación en la que se encuentran debido a la falta de un permiso, el cual si bien no es garantía de llegar a su destino, facilitaría su viaje.
En una situación similar están Julieta y sus dos hijas de 9 y 1 año de edad, una familia de nicaragüenses que avanzan por estado de Oaxaca a pie, con la esperanza de llegar a los Estados Unidos y reencontrarse con sus familiares que allá se encuentran.
Ellas se unieron a un grupo de 20 nicaragüenses, quienes en conjunto viajaron por 8 horas en lancha desde algún lugar en Chiapas hasta legar a la pesquería de Puerto Paloma, a 30 minutos de dónde estuvo instalado el campamento móvil.
“Llegamos aventurados de que conseguiríamos un permiso, nos habían dicho que hasta el 15 de diciembre y era mentira, ya no encontramos nada y ahora vamos caminando, cansadas pero resistiendo”, relató Julieta.
En las caravanas no importan las nacionalidades, pues todos persiguen el mismo sueño, se apoyan entre ellos, comparten agua, comida, y dulces durante su largo trayecto, sin embargo, ello no quita que los que más sufren el viaje sean los niños.
“Ya no podemos caminar más, nuestros piecitos ya no dan más, estamos muy cansados, tenemos sed y hambre, ningún autobús nos hace caso” dijo María de 12 años quien viaja con sus padres.
Los que viajen solos, suelen pedir aventones para llegar más rápido a la capital del estado, desde donde buscaran dar el salto hasta la Ciudad de México, y posteriormente hasta la frontera norte, donde buscaran cruzar a los Estados Unidos.
“No nos queda más que pedir dinero, ayuda, la gente buena nos da, solo así avanzamos, no podemos retroceder, no podemos volver a nuestros países, acá nadie se raja, somos uno mismo”, dijeron.
VGB