En la Sierra de Sonora, “Don Goyo Romero” vive con su familia en el municipio de Moctezuma; un hombre del campo que comenta, su pasión es cuidar a los animales, al ganado, cosechar maíz y pasar los días en compañía de sus seres queridos.
La tarde del 27 de noviembre, Don Goyo salió de casa sin avisar a sus familiares; quería ir a la tienda por cigarrillos, sin embargo, en el camino se desorientó y terminó vagando en las periferias del poblado.
“Yo lo buscaba en el pueblo, en el río, por las milpas… preguntaba y nadie me daba razón de él; nadie lo había visto. Lo buscaba desde la mañana hasta la noche”, señala uno de sus familiares en entrevista para Milenio.
Al no obtener respuesta alguna, ni resultados de su paradero, la familia Romero interpuso una denuncia para encontrarlo y pidió ayuda a las autoridades.
En compañía de la gente de la comunidad, protección civil, la Guardia Nacional y un equipo de canes de rastreo, la familia de Gregorio continuaba con desesperación la búsqueda, que para ese momento, ya llevaba una semana.
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La única pista que se encontró para el sexto día, fueron algunas de sus pertenencias; su cartera, un suéter y un encendedor en unos terrenos baldíos pertenecientes a la Guardia Nacional.
El encuentro
“El palomo” es un lomito que llegó a la familia Romero hace dos años, cuando era apenas un cachorro. Lo adoptaron y se volvió un miembro más de la familia que, en esos angustiantes momentos, se encontraba incompleta. Un par de días después, el palomo se unió a la búsqueda y acompañaba a la familia a la sierra que mantenían firme la esperanza de encontrar al abuelito Goyo.
“Le di a oler las huellas (pertenencias) y le dije, enséñame dónde está; ¿dónde está, mi perro?, y el perrillo se reía y echaba unas piruetas pa´tras y me llevó pa´allá, en donde estaba”, señala el esposo de su sobrina, José de la Cruz en una entrevista para el imparcial.
Fue así que el palomo llevó a José y a los voluntarios al paradero de su mejor amigo, Goyo, quien presentaba serios problemas de deshidratación y desnutrición, por lo que tuvo que ser trasladado a una clínica de urgencia para recibir los tratamientos adecuados para su recuperación, sin embargo, el palomo no estaba dispuesto a volverlo a dejar y lo acompañó a la clínica; no se separó de ahí hasta que lo dieron de alta y regresó a casa.
La Fiscalía de Sonora señala que el abuelito se encuentra rodeado del cariño de su familia y por supuesto, del amor incondicional del fiel palomo.
Don Goyo, no recuerda qué ocurrió en esos ocho días y su familia indica que los episodios de pérdida de memoria son frecuentes en el adulto mayor, sin embargo, lo que nunca puede olvidar, es su tierra natal Sahuaripa, pues recuerda con mucho amor los campos de milpa, las cosechas y su trabajo de cuando joven.
“Yo en el campo comía, recogía chiltepines yo ya estoy impuesto al frío”, comenta en una entrevista para el imparcial.
A.D