GUADALAJARA.- Incineración, hacinamiento en contenedores frigoríficos no aptos para su preservación, donación irregular a universidades y el entierro masivo y sin control, son parte de la “tortura” que sufren los cuerpos de personas fallecidas no identificadas o no reclamadas en Jalisco.
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Una investigación de ZonaDocs revela que entre 2006 y 2021, los cuerpos que están bajo custodia de la Fiscalía de Jalisco y del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses suman 4 mil 413; sin embargo, en muchos de los casos, la ausencia de carpetas y dictámenes forenses ha imposibilitado su plena identificación.
Esto ha generado una crisis sin precedentes que sólo amplia el dolor de las familias de las víctimas, porque ahora tienen que esperar meses o años para recuperar el cuerpo o los restos de sus seres queridos desaparecidos.
INHUMACIONES IRREGULARES Y MASIVAS
Entre 2006 y 2019, la Fiscalía General de Jalisco y el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses idearon diversos mecanismos para deshacerse de los cuerpos de las personas fallecidas no identificadas o reclamadas.
De los hornos crematorios pasaron al hacinamiento en tráileres frigoríficos; ahora, tras ambos escándalos forenses realizan inhumaciones sin control en diversos panteones municipales.
La lógica de preservación nunca se ha apegado al respeto a los derechos humanos; al contrario, sobre ésta se ha instaurado una visión administrativa que busca dar una solución rápida a los constantes ciclos de saturación forense.
Esta es la historia de las mil 422 personas que fueron enterradas y sobre las cuales no existen datos fiables que permitan no sólo identificarlas sino también ubicar con exactitud en qué lugar se les inhumó.
Aquí vienen los del Semefo a dejar los cuerpos, yo soy el que anda metiéndolos en las gavetas que mi jefe les donó con tal de que le sigan dando preferencia en los servicios funerarios
¿Y el control o registro de los cuerpos?, se le pregunta al trabajador que en el panteón privado Jardines de la Paz, ubicado en el municipio de Lagos de Moreno, ha inhumado a más de 50 cuerpos de personas fallecidas no identificadas.
De eso si no sé porque acá, te repito, nomás nos los dejan… lo que yo hago es marcar en cada gaveta la fecha en que los entierro y el número de cuerpos por cada espacio por si un día regresan otra vez los del Semefo, yo no tenga que andar sacando todos los cuerpos, pero de los registros que ellos tienen yo no sé nada.
Este testimonio se repite en cada uno de los 30 panteones municipales en los que la FEJ y el IJCF han inhumado, desde 2006, a mil 422 personas fallecidas no identificadas.
DESAPARECER HASTA VOLVERSE CENIZAS
Se llamaba Óscar Ramírez Reyes. Tenía 20 años. Su primera desaparición fue el 7 de febrero de 2014 cuando se lo llevaron unos presuntos policías municipales de Tlajomulco de Zúñiga.
Catorce días después, el 21, una noticia estremeció el corazón de sus familiares: la Fiscalía General de Jalisco había localizado una fosa clandestina con cuerpos cerca del lugar donde Óscar había sido visto por última vez.
Sin embargo, en el Semefo les informaron que ninguno de los cuerpos exhumados en aquel entierro clandestino, 19 en total, correspondía con las características físicas de Óscar.
20 meses después supieron que el cadáver de Óscar sí había sido exhumado de aquella fosa.
Y supieron que el 25 de marzo de 2014, mientras ellos insistían ante las autoridades que lo buscaran, el IJCF solicitaba a la Fiscalía de Jalisco el permiso para incinerar los restos de Óscar y otros 20 cuerpos no identificados.
Fue hasta el 31 de octubre de 2015 cuando el joven recuperó su identidad, después de que por fin la Fiscalía otorgó al padre de Óscar la autorización para que le practicaran la prueba de ADN y que ésta pudo ser confrontada con el banco genético de IJCF.
Según los datos del IJCF obtenidos a través de solicitudes de información pública, sólo uno de estos cuerpos fue entregado a su familia. Debería ser el polvo cenizo que supuestamente pertenecía a Óscar; sin embargo, el registro indica que las cenizas entregadas correspondían al cuerpo de un hombre de 50 años que murió estrangulado, no a las de un veinteañero.
Esos cadáveres corrieron la misma suerte que otros cientos que, entre 2006 y 2015, ingresaron a las morgues de Jalisco donde no había voluntad para identificarlos: ésos que el instituto forense, con el aval de la Fiscalía del estado, cremó sistemáticamente.
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