CHILPANCINGO (La Silla Rota). Los 45 jornaleros que llegaron el 31 de mayo pasado a Guerrero se irían directo a ver sus tierras en sus pueblos de Tixtla y Chilapa, para sembrar maíz ahora que empezó el temporal de lluvias. Estuvieron seis meses fuera, en los campos agrícolas de Guasave, Sinaloa. Pero la mayoría apenas llegarán a sus casas, sólo Silvestre atravesó Zoquiapa, su pueblo, el mismo día, pero en un ataúd.
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Murió en el camino, dentro del autobús que los trajo desde los campos donde trabajaron seis meses cortando chile morrón, tomate cherry y arándanos. Las pruebas realizadas a su cadáver dieron positivo a Covid-19, de acuerdo con la alcaldesa de Tixtla, Erika Alcaraz Sosa, quien recibió los resultados de las autoridades sanitarias.
El resto de los jornaleros estuvieron alojados en la Casa del Niño Indígena en Zoquiapa, Tixtla. Salieron hoy después de desayunar, informó esta tarde Alcaraz Sosa, porque cumplieron el tiempo reglamentario para descartar riegos.
Desde el jueves por la noche dijo que los jornaleros ya habían cumplido los días reglamentarios y que ninguno ellos presentó los síntomas de la Covid-19. También compartió que era muy probable que este viernes salieran y así ocurrió.
Uno de los jornaleros que está dentro, también por teléfono, comentó ayer jueves que ninguno de ellos había sentido síntomas relacionados con el coronavirus, pero mencionó que la salida de todos estaba planeada para el sábado. Si se considera su llegada desde el 31 de mayo, mañana se cumplen 14 días reglamentarios de encierro.
Los 44 jornaleros, hombres y mujeres, adultos, adolescentes, y niños, son de Zoquiapa y Chilacachapa, ambas comunidades de Tixtla, y Xochitempa, de Chilapa.
De Guerrero, cada año, parten de distintos pueblos, sobre todo de zonas indígenas –Tixtla y Chilapa forman parte de región Centro, pero sus comunidades expulsoras están en zona nahua, uno de los cuatro pueblos originarios del estado –o campesinas, hacia los campos agrícolas del norte de país, donde son contratados por largas temporadas para cortar lo que se produce en los campos. Para nadie es un secreto que su mano de obra es pagada a muy bajo costo.
Silvestre y los otros 44 jornaleros, donde hay familias completas, salieron de sus pueblos el 14 de diciembre de 2019, según contaron ellos mismos a una reportera. Después de casi seis meses volvieron para sembrar sus tierras con maíz, que utilizan para su sobrevivencia, y por esa razón llegan presionados por el arranque del temporal de lluvias.
Podrían comenzar hasta mañana o, quizá, hasta la siguiente semana.
Nadie se dio cuenta
Silvestre tenía 65 años de edad, este junio cumpliría 66, contó una de sus hijas. Su muerte ocurrió en algún momento de las 18 horas que hicieron de camino de los campos de Sinaloa a Guerrero. Los jornaleros se dieron cuenta unas horas antes de llegar, en realidad no supieron cuándo ocurrió exactamente, y avisaron de su muerte.
Cuando el autobús ya estaba cerca de la cabecera municipal de Tixtla, en el entronque de la carretera federal Chilpancingo-Tlapa y el libramiento, autoridades municipales y sanitarias del estado ya los esperaban.
Desde el inicio el caso fue tratado como posible coronavirus. El cadáver de Silvestre fue sepultado en el panteón de Zoquiapa y el resto de los jornaleros trasladados al albergue. Los familiares directos, como sus hijas, ni siquiera llevaron el cadáver al panteón, porque ellos también tienen creencias que se lo impidieron.
Un medio de comunicación de Guerrero informó que los jornaleros no creían que su compañero fuera portador del SARS-CoV-02, porque convivieron con él y nadie más había tenido síntomas de la Covid-19. Los jornaleros contaron, según informaron el medio, que alguna vez lo supieron enfermo, pero fue desde principios de abril.
El 7 de junio pasado, la alcaldesa de Tixtla confirmó que Silvestre dio positivo a Covid-19, según los resultados que le reportaron las autoridades sanitarias.
Ahora, ella misma informó que las autoridades sanitarias transmitieron a los jornaleros qué medidas tomar después de salir del albergue para que no vuelvan a entrar en riesgo. “La gente de las localidades nos está ayudando, no salen de sus pueblos”, mencionó.
El riesgo, dijo, es fuerte en la cabecera municipal, porque hay varios casos sospechosos.
Las cifras de la Secretaría de Salud Estatal hasta este viernes arrojan que en Tixtla existen 25 casos positivos y cinco defunciones por la Covid-19.