Cd. Victoria, Tam.- Hilario Pérez, quien es de origen veracruzano, fue deportado por la Patrulla Fronteriza y terminó a mitad del puente internacional Benito Juárez, entre Reynosa e Hidalgo.
Hilario es uno de los más de 31 mil deportados de Estados Unidos a través de los puentes internacionales entre Texas y Tamaulipas, en el curso del año. Sin embargo, será uno de los que volverá a insistir en cruzar hacia Estados Unidos.
Con un taco de barbacoa en la mano izquierda y en la derecha un refresco, Hilario cuenta su historia: “Cruzar el río no fue problema. Soy de un rancho cerca de Tlacotalpan, a la orilla, así que se nadar, siempre nade, desde pequeño. Pero todas formas cruzamos el río amarrados con cuerdas a la cintura y agarrados de llantas.
“Unos amigos veracruzanos arreglaron la pasada. Nos escondimos en una casa en McAllen y en la madrugada, ya en una camioneta, agarramos para San Antonio. La garita de Sarita la pasamos de madrugada de cuando hacía mucho frío así que los guardias ni se asomaron”.
Hilario era pintor en Veracruz, antes de cruzar la frontera. Cuando llegó a San Antonio, comenzó a trabajar pintando en una compañía que construía casas.
“Anduve pintando casas como dos años y medio, pero la compañía se deshizo y un amigo me invitó a que me metiera a jalar en una empresa que dan servicio de jardinería”.
Hilario sabe que en que cualquier momento puede regresar a Estados Unidos, pues sabe dónde trabajar, además de dominar el idioma extranjero, pues pasó siete años en Estados Unidos.
Pese a lo difícil que es cruzar y mantenerse por allá, su estancia como pintor fue cálida.
“Me gusto eso de la jardinería. Hay señoras que son amables y te ofrecen una jarra de limonada, un sándwich, una camiseta o pantalón medios usados o hasta tenis. Luego te dicen que regreses y tienen una bolsa de ropa usada y hasta juguetes”.
Pero Armando López, quien también es veracruzano, le propuso irse a Nuevo México. Allá tenían otros amigos que los invitan a irse pues allá pagaban mejor.
“Así que agarramos para Nuevo México y fuimos a dar a Alburquerque. También anduve en Santa Fe trabajando, pero ya sólo dedicado a la jardinería. Es un trabajo tranquilo”.
Pero tras otros tres años entre Alburquerque y Santa Fe, decidió irse a Houston.
“Pero un día, siete años después cuando podaba el césped de un jardín en Houston me agarró la Policía. Ni modo. Me entregaron a la Patrulla Fronteriza, me trajeron con otros a McAllen, y me fueron a dejar a la mitad del puente”.
Pese a la deportación, Hilario se mantiene alegre y listo para seguir. “Aprendí la jardinería es un trabajo que me gusto. Ya sé de flores, arboles, fertilizantes, tierra. Sé qué maquina podadora comprar. Sé lo que vale mi trabajo pues las señoras de las casas le decían al patrón que me enviara a mí que les gustaba como les dejaba el jardín”.
Además asegura estar feliz de regresar a su país. “Yo nunca pensé en quedarme a vivir en Estados Unidos, por eso cuando me detuvieron los policías. No hice nada. Creo que hasta contento me subí a la patrulla sabían que me iban a sacar”.
Tras su captura, Hilario tuvo tiempo de regresar por sus cosas, pasar al centro de detención de Migración y regresar a México.
“A lo mejor aquí me quedo en Reynosa, tengo amigos, conocidos. O me voy a jalar a Monterrey allá también hay familiares. O en cualquier momento me regreso pa’ aquel lado”.
La historia de Hilario es una entre tantas de los 31 mil 543 deportados durante el curso del año por los 17 puentes entre Texas y Tamaulipas.