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Abrazos, no muros; borrar la frontera 4 minutos

LA SILLA ROTA te presenta las historias que marcan a las familias de migrantes que no pueden reunirse

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Escrito en ESPECIALES LSR el

Ciudad Juárez.- En el cauce del Río Bravo, frontera natural entre México y Estados Unidos, alrededor de 2 mil personas provenientes de 192 familias fragmentadas por políticas migratorias tuvieron cuatro minutos para hacer lo que una barrera les impide, abrazarse en otro contexto sería sumamente complicado.

Juana Martínez, llegó a la orilla del río a las 6:30 de la mañana. Esperó tres horas del lado mexicano para bajar al cauce sin agua para poder abrazar a su hija que vive en El Paso, Texas, desde hace ocho años de manera ilegal. Juana Martínez festeja su cumpleaños 81 y ve los cuatro minutos con su hija como un regalo de Dios.

Alrededor de 200 metros al oriente del lugar en que las familias se sienten, ríen y lloran, el 7 de junio de 2010 el agente de la Patrulla Fronteriza Jesús Meza Jr. disparó desde el lado americano a un adolescente de 15 años que jugaba a correr de uno a otro lado de la frontera. Sergio Adrián Güereca fue impactado por una bala en la cabeza a una distancia de 18 metros.

El caso no se ha resuelto y el asunto de los límites se vio tan frágil que ni siquiera la Corte Suprema de Estados Unidos pudo decir en dónde exactamente termina un país y comienza otro, para determinar si les corresponde o no juzgar al agente fronterizo. La frontera es una línea imaginaria que se supone al centro del cauce del río. Ese límite no existió esta mañana por cuatro minutos para cada familia fragmentada que por un momento se unió de nuevo.

Para el organizador del evento Abrazos No Muros, Fernando García, director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, el acto es también una forma de protesta y resistencia y un mensaje para el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de que los mexicanos ilegales en Estados Unidos no son criminales y que su política migratoria está dividiendo familias.

Este es el cuarto evento que se realiza en este punto entre Ciudad Juárez y El Paso, comenta el organizador y calcula que en total se ha logrado reunir a mil familias.

Las familias se reunieron junto al puente internacional Santa Fe, enseguida hay un puente negro por el que cruza un tren. La madrugada del 3 de marzo de este año un hombre llamado Norberto Santa Cruz intentó cruzar agazapado entre dos vagones del tren para reunirse con su madre y hermana que viven en El Paso. Fue interceptado por vigilantes del tren y entregado a la Patrulla Fronteriza. Un día después, en la cárcel del condado, tomó la sábana de la cama, la ató a su cuello y se asfixió.

Se estima que tan sólo entre 2010 y 2015 fueron deportados más de dos millones de mexicanos, según cifras de la Unidad de Política Migratoria. Un estudio del Instituto de Investigación y Práctica

Social y Cultural revela que los repatriados enfrentan cuadros de depresión, estrés e insomnio sin que existan políticas públicas para atenderlos.

Guadalupe Olivas fue deportado por Tijuana el 22 de febrero de este año. Apenas llegó a México se subió a un puente y se lanzó.

Mario Duarte nació en Ciudad Juárez. Se lo llevaron a vivir a California con apenas un mes de nacido. Pasaron 34 años para que en 2008 volviera al lugar donde nació, deportado. Enfrentó un país que le pareció ajeno hasta el punto de entender bien su idioma. Sin embargo se estableció e hizo una familia. Hoy llegó al río para abrazar a su tía y a su primo, a quienes no veía hace 17 años.

Entre el lodo en que se convirtió el río sin agua hay un círculo de hombres y mujeres hincados, en el centro una mujer mayor les da la bendición, mientras se oye al fondo “por favor familias, tienen que separarse, avancen”.