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Seis anécdotas de Jacobo Zabludovsky

La Silla Rota hace una recopilación de las anécdotas que el mismo periodista contó en su columna Bucareli del diario El Universal

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Escrito en ESPECIALES LSR el

CUANDO LO QUISIERON BAUTIZAR.  "Mis tempranas aventuras en el conflicto cristero tuvieron otro capítulo menos trágico horas después de mi nacimiento. Eran ocultas vecinas nuestras dos monjas que cruzaron el patio para sugerirle a mi padre que me bautizara. En su maltrecho español trató de explicarles que pertenecíamos a una religión que no practicaba el bautizo. Bañadas en lágrimas, antes de retirarse las amables religiosas profetizaron: Pobrecito niño, se va a malograr. Cuando narro esta anécdota entre amigos reconozco que el tiempo les dio la razón a las monjitas".

 

CUANDO FUE EL ÚNICO PERIODISTA MEXICANO EN CUBA. "Como si nada hubiera pasado desde el triunfo de Fidel Castro. El único periodista mexicano en La Habana aquel 8 de enero de 1959 fue el autor de este Bucareli. La víspera entrevisté a Fidel en Matanzas, última escala de su recorrido desde Oriente, donde el día primero supo de la huida de Fulgencio Batista. Hoy reviso sus respuestas para encontrar la semilla de su asombrosa y larga trayectoria histórica".

 

CUANDO GARCÍA MÁRQUEZ LE CONTÓ UN CUENTO NO PUBLICADO. "Cuando García Márquez me contaba este cuento todavía no escrito sentí que por segunda vez en mi vida descubría la literatura. La vez anterior había sido aquella mañana de domingo en la vieja Lagunilla cuando a cambio de un peso me dieron el pequeño libro usado, con los mejores cuentos de Leonidas Andreiev. Volví a disfrutar esa emoción cuando Gabriel García Márquez me empezó a platicar su cuento no escrito aún sobre la mujer que quería ver al Papa. Yo acababa de platicarle una frase que creo que le atribuyen a Miguel Ángel: hacer escultura es sencillamente quitarle a la piedra lo que le sobra. Eso no lo conocía, me dijo Gabriel, pero es bastante bueno. Es decir, escribir novelas es quitarle a la realidad lo que le sobra, y siguió ligando su charla sin interrumpirla, continua, como un hilo de luz".

 

CUANDO OLIÓ POR PRIMERA VEZ LA TINTA. "Yo era un estudiante del segundo año de bachillerato en Ciencias Sociales de la Escuela Nacional Preparatoria en San Ildefonso. Los fines de semana ayudaba a un vecino, corrector de pruebas del periódico El Nacional.

Ahí, frente a la Alameda, detrás del hotel Regis, olí por primera vez el aroma de la tinta, oí el ruido de las rotativas y acaricié con mis dedos el plomo de los linotipos. Todo esto me predeterminó el ser periodista".

 

CUANDO COMENZÓ EL METRO EN LA CIUDAD DE MÉXICO. "Conservo la foto tomada a las 12 del día 19 de junio de 1967 en la esquina de las avenidas Chapultepec y Bucareli, frente a la ya desaparecida cantina La Rambla, de la que por única vez nos mantuvimos fuera. Acerco el micrófono al pico neumático con el que don Alfonso Corona del Rosal, regente del Distrito Federal, perfora el pavimento y digo: En este momento se divide la historia de los transportes urbanos en nuestro país. Ha comenzado la construcción del Metro en la ciudad de México. Imagen de televisión que tiene el sepia de la nostalgia. Los ferrocarriles, incluso los subterráneos, han avanzado mucho. Pero en ese entonces la técnica rudimentaria todavía obligaba a los contratistas a usar ruedas adecuadas a los rieles".

 

 

CUANDO RESUMIÓ SU VIDA PERIODÍSTICA. "Entonces zarpó el barco del periodismo que habría de tocar cientos de puertos y recoger miles de pasajeros; de los que han hecho historia, de los que son sólo anécdota y de los que ya no queda huella. La memoria es falible. Uno no puede recordar todas las escalas de ese navegar. Este oficio me sentó junto a Ben Gurión para compartir la comida en el kibutz de Zde Voker. Me llevó a viajar con todos los presidentes de México, desde Adolfo Ruiz Cortines, en 1956, a Panamá, hasta Vicente Fox. Me hizo entrar con Fidel Castro a La Habana, en 1959. Me dio el privilegio de ver caer el Muro de Berlín y ser testigo de la muerte del mundo socialista. Viví los estallidos atómicos del siglo XX, el renacer de Israel, gocé caminar con Rubinstein en París o que me cantara Lola Beltrán frente a un Leonid Brezhnev estupefacto en el Kremlin. Hablar de arte con Salvador Dalí en Cadaqués. He podido estar en la caída del Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, en la muerte de Franco, el funeral de Churchill, el sepelio de De Gaulle, las balas asesinas de los dos Kennedy. El cambio del mapamundi entero. Narré el dolor de México en el terremoto de 1985, así como el inicio de la era espacial y el regocijo de la llegada del hombre a la Luna".

 

 

 

 

 

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