No hay fanático del futbol ochentero y maduro consumidor de los mundiales que no recuerde los ojos desorbitados de Salvatore Schillaci al festejar alguno de sus seis goles en Italia 90. Fue "el salvatore de la patria" de toda una nación que soñó con ganar la copa del mundo como local. Al inicio de la última década del siglo XX, en México nadie lo conocía, pese a que se veía el calcio en la televisión abierta. En ese mundial lo conocimos.
Salvatore 'Totò' Schillaci fue uno de esos jugadores "tocados por Dios", nacidos para jugar un mundial de futbol y ser amado por los fanáticos, los "tifosi". Su historia fue una de esas curiosas historias que dejan las Copas del Mundo: de suplente a líder de una Italia ilusionada con un palermitano inesperado. Que sin embargo, una falla en la salida de Walter Zenga, otro gigante de la portería italiana, permitió el gol del empate de la Argentina de Maradona para forzar el tiempo de alargue y a la postre caer en penaltis. Así murió el sueño italiano de conseguir la cuarta copa, que hace 34 años significaba rebasar a Brasil en blasones.
Un ídolo popular, cercano a la afición que este miércoles falleció prematuramente a los 59 años, culpa de un cáncer de colon contra el que luchaba desde hacía más de dos años.
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Nacido el 1 de diciembre de 1964 en Palermo (Sicilia, sur), Totó, exjugador del Juventus Turín y del Inter de Milán, buscó en el fútbol una salida a la difícil situación económica de su familia y acabó siendo el referente de una generación por su forma de ser. Sencillo, alejado de casi todo lo que representa una estrella del fútbol.
Toda Italia está conmocionada con la muerte de 'Totò', que encandiló a todo un país históricamente dividido en dos, entre norte y sur. La suya fue también una historia revolución social por esto mismo, por ser sureño y unir a toda Italia bajo la cortina protectora de la 'Azzurra', que le bautizó como el 'Héroe de las Grandes Noches'.
El Mundial del 90, su legado
En una selección plagada de delanteros de renombre, Totó llegó como un refuerzo de última hora, tan insospechado como resolutivo. Gianluca Vialli, Roberto Baggio, Andrea Carnevale y Roberto Mancini eran su competencia y, como era de esperar, no fue titular en el primer partido de la Copa del Mundo.
Lo fue en el amistoso previo antes de comenzar el torneo. Azeglio Vicini, seleccionador en aquel momento, le dio confianza en un duelo contra Grecia. No marcó, no estuvo a la altura. Y los rumores sobre su nivel se desataron en Italia.
Parecía un jugador desahuciado en el torneo, relegado a la fuerza jugar minutos residuales ante la voraz competencia a la que se enfrentaba, pero Vicini le volvió a dar minutos apostando por él como solución en el empate ante Austria. Ahí cambió su vida. En apenas 4 minutos, el tiempo que tardó en rematar un centro lateral para dar la victoria (1-0) en el Estadio Olímpico de Roma.
Se ganó el cariño de la gente cuando en la tercera jornada de la fase de grupos volvió a marcar ante Checoslovaquia (2-0), ya como titular, certificando el primer puesto del grupo. Y la leyenda empezó a nacer con su tercer gol, cosechado ante Uruguay (2-0) en los octavos de final. Italia empezaba a soñar y tenía en Schillaci a un goleador que se lo permitía.
Su gol ante Irlanda (1-0) en cuartos desató la locura. Era el cuarto gol de un delantero con el que nadie contaba. Su titularidad era más que merecida tras haber llegado a semifinales. No falló a su cita con el gol ante la Argentina de Maradona, pero la albiceleste empató e Italia cayó en penaltis. Se acabó el recorrido de la 'Azzurra' en casa, apartada del título desde los once metros.
No terminó el camino goleador de 'Totò', enchufado hasta el último momento. Porque en el partido por el tercer y cuarto puesto ante Inglaterra, decidió el duelo con un penalti en el minuto 86. Pasó de ser criticado en un amistoso por no estar a la altura a ser el encargado en momentos decisivos. Goleador y mejor jugador del torneo.
Formó pareja den esa Italia con el mítico Roberto Baggio, que se despidió de él recordando aquellos momentos: "Adiós querido amigo, también en esta ocasión has querido sorprenderme. Quedarán para siempre en mi corazón las noches mágicas de Italia 90 vividas juntos. Hermanos de Italia para siempre", publicó en Instagram.
Sicilia, Turín, Milán y final en Japón
'Totò' dio sus primeros pasos en su Sicilia natal, en el Messina, equipo en el que jugó 256 partidos y marcó 77 goles entre 1982 y 1989, jugando desde la cuarta categoría italiana a la segunda.
Su salto a la Serie A lo dio cuando firmó por la 'Juve' en 1989. Allí jugó 132 partidos y marcó 36 goles, exhibiendo ese nivel que le hizo recibir la convocatoria para el Mundial.
En 1992 cambió Turín por Milán para vestir la camiseta del Inter, con la que disputó 36 partidos y marcó 12 goles: "Hizo soñar a toda una nación durante las Noches Mágicas de Italia '90. El Inter Milán apoya a la familia Schillaci tras el fallecimiento de Totò".
Durante su etapa en Italia conquistó 1 Copa con la 'Juve' y 2 Copas de la UEFA, una con Inter y otra con la 'Vecchia Signora'.
Terminado su camino en el fútbol de élite, se marchó cuatro años al Júbilo Iwata japonés, donde puso fin a su carrera tras 65 goles en 93 partidos.
Su legendario Mundial dejó huella en Italia. Tanto que no solo el Inter o la 'Juve' se despidieron del mítico delantero. Equipos como el Milan se rindieron ante su talento: "Nos ha dejado el símbolo de una selección italiana que representó con valentía a todo el fútbol italiano. Siempre estaremos orgullosos de Totò Schillaci. Nuestro pensamiento y cercanía van a su familia".
CON INFORMACIÓN DE EFE