HERENCIA DE AMLO

La herencia perversa

Las conductas de lujo y desmesura en la élite política no son una traición a los principios fundadores, sino son consecuencia natural de la herencia política y pedagógica del líder anterior. | José Roldán Xopa

Escrito en OPINIÓN el

El espectáculo de agresiones en el Senado; las descalificaciones constantes a personas desde la conferencia de las mañanas; compra de residencia en lugares de alta gama, desmesura en la vestimenta, relojes, viajes, entre otras manifestaciones de la élite política dominante han sido destacadas como una separación de los “ideales” del movimiento y, aún más, como una traición a los principios reiteradamente machacados por su líder fundador: austeridad franciscana, repudio a los lujos, tamales en la mesa presidencial, por ejemplo.

Por supuesto que el contraste es evidente y muestra la incongruencia.

Sin embargo, difiero que sea una “traición”, por el contrario, es la consecuencia natural de la herencia y la pedagogía proveniente de su fundador (y en esto importa la personificación).

Una primera consecuencia natural proviene del empoderamiento en quienes se depositó el poder como herencia política. El poder unipersonal, no solamente por ocupar la presidencia sino por el carisma, se fragmentó entre diversos cargos (presidencia, congreso, partido). Sin el carisma del líder, tal fragmentación se ha trasladado a la constante tensión por el posicionamiento, llegando incluso al desafío de la línea presidencial. ¿Traición? No, consecuencia natural de la herencia.

La desmesura en el comportamiento personal tiene elementos conductuales propios de la complejidad humana. Por supuesto están presentes los incentivos aspiracionales, pero no hay aspiración realizable sin que se tenga capacidad de disposición, esto es recursos para pagar el lujo. Es aquí donde se presenta la cuestión de los límites. Si la remuneración es lícita y alcanza para el lujo pone en juego a la mesura o la austeridad personal como virtud. Si, en cambio, la seducción del lujo va más allá de la remuneración lícita, la capacidad de disposición está ligada al poder. ¿El ofrecimiento de una cortesía para acceder a un espectáculo de élite tiene como motivación la posición de poder o de influencia?

Las ciencias del comportamiento han desarrollado diversas claves para entender el comportamiento. Textos como ”El gen egoísta” de Dawkins o “The law of the good people” de Feldman explican el proceso de cómo las personas buenas dan el paso a la corrupción y la relevancia de los límites.

Es en el terreno de los límites en el que la desmesura de la élite política es consecuencia de la herencia y de la pedagogía del sexenio anterior. La herencia está compuesta por el avasallamiento de los límites. El Congreso dejó de ser un contrapeso institucional, el Poder Judicial sufrió una ofensiva brutal e igualmente dejará de serlo; en la operación cotidiana de las administraciones la excepcionalidad fue convirtiéndose en regla (las razones de seguridad nacional eliminaron la publicidad), se redujeron las licitaciones públicas, aumentó la discrecionalidad y la capacidad para crear nuevas élites. El nuevo contexto institucional creó, y está creando las consecuencias naturales que explican la desmesura.

No hay traición. Es consecuencia natural.

José Roldán Xopa

@jrxopa