SAN JUAN ZITLALTEPEC

Territorio y narrativas de la comunidad de San Juan Zitlaltepec

En San Juan Zitlaltepec, la figura de la bruja ocupa un lugar ambivalente en la memoria colectiva, por un lado representa lo desconocido y el temor compartido, y por el otro, es un elemento que fortalece los lazos comunitarios. | Mariana Ortiz Cortés

Créditos: Mariana Ortiz Cortés
Escrito en OPINIÓN el

La magia, la brujería, las supersticiones y las bolas de fuego suelen asociarse con las celebraciones de Día de Muertos o Halloween. Sin embargo, en San Juan Zitlaltepec o San Juan Z, como lo nombran coloquialmente sus habitantes, estos elementos forman parte del imaginario cotidiano y de la experiencia territorial común. Esta comunidad se ubica al norte del Estado de México, en el municipio de Zumpango, y colinda al sur con Teoloyucan y la Laguna de Zumpango. La etimología del nombre del lugar proviene del náhuatl zitlalli, que significa estrella, y tepetl, cerro; es decir, en un sentido literal, significa el lugar del cerro de la estrella.

En San Juan Zitlaltepec, la figura de la bruja ocupa un lugar ambivalente en la memoria colectiva, pues, por un lado, representa lo desconocido y el temor compartido, y por el otro, se ha convertido en un elemento que fortalece los lazos comunitarios mediante prácticas de protección, cuidado y vigilancia social. También, opera como un referente identitario, ya que los pueblos vecinos nombran a los habitantes de San Juan Z como “los brujos”. Así, las brujas se han entrelazado con narrativas locales, espacios geográficos y experiencias colectivas que estructuran la vida comunitaria.

El mito de las brujas, transmitido de generación en generación, está anclado al paisaje, pues se proyecta sobre el territorio y lo resignifica. Los testimonios locales sostienen que las brujas ascienden al cerro del Zitlaltepec, y arriba se transforman en bolas de fuego que vuelan por el pueblo, y después descienden a las orillas de la laguna de Zumpango, donde recuperan su forma humana. Como se observa en la imagen 1, en primer plano la laguna de Zumpango, después el pueblo de San Juan Z y al fondo el cerro del Zitlaltepec. De esta manera, el cerro, el pueblo y la laguna conforman un paisaje simbólico, donde el mito se territorializa al proyectarse sobre estos espacios y dotarlos de sentido. 

Imagen 1. Vista del cerro del Zitlaltepec y el pueblo de San Juan Z desde la Laguna de Zumpango.
Fotografía tomada por la autora, julio de 2025.

Según la tradición oral, las brujas suelen rondar por los grandes árboles, aunque también frecuentan las casas con recién nacidos, especialmente aquellos que aún no han sido bautizados. Estas narrativas, más allá de su contenido literal, funcionan como dispositivos de protección colectiva, pues enseñan a tener cuidado, refuerzan la importancia de ciertos rituales como el bautizo y promueven la vigilancia comunitaria. A través de estos relatos, se orientan prácticas cotidianas, se configuran memorias compartidas y se transforma la manera de habitar el territorio.

Una de las formas en que el mito de las brujas ha modificado la relación entre los habitantes y su espacio es a través de la evitación de ciertos lugares en momentos específicos del día; por ejemplo, evitan acudir a la laguna después de las seis de la tarde. De ese modo, las brujas no sólo habitan en la imaginación, también configuran una memoria situada, en la que lo mágico se funde con lo colectivo para tejer el territorio vivido de San Juan Zitlaltepec. 

A pesar de lo amenazante que suena el mito de las brujas, también constituye un símbolo de identidad local. En San Juan Zitlaltepec, es común encontrar imágenes de brujas en los comercios, en los puestos ambulantes e incluso en el transporte público que conecta al pueblo con otras localidades. En la imagen 2, un puesto ambulante de tacos de canasta montado sobre una bicicleta muestra en primer plano dos estampas de santos: del lado izquierdo, la Virgen de Guadalupe; del lado derecho, San Judas Tadeo. Sobre estas imágenes, dos linternas sujetas de una canastilla metálica, y dentro de esta se encuentra una figura de una bruja.

Imagen 2. Bruja sobre puesto ambulante 
Fotografía tomada por la autora, julio de 2025.

Esta figura corresponde a una muñeca pequeña, con rostro alargado, nariz puntiaguda, cabello largo y gris, y una sonrisa siniestra. La disposición de esta imagen, en diálogo visual con los santos y los objetos del puesto, ilustra la manera en que el mito ha sido apropiado localmente, como parte constitutiva del paisaje simbólico y afectivo del pueblo. 

Estos usos del mito revelan un proceso de resignificación entre la bruja como objeto de temor y uno que representa pertenencia y arraigo. Así, los habitantes de San Juan Z no sólo narran a las brujas, también las incorporan en su vida cotidiana como un elemento que los identifica ante otros pueblos. Decir “somos de donde viven las brujas” deja de ser una advertencia para convertirse en una forma orgullosa de nombrarse y ser reconocidos. Así, San Juan Zitlaltepec se ha convertido en un pueblo embrujado no porque el miedo lo habite, sino porque las brujas se han apoderado de su nombre, de sus muros y de su memoria, han dejado de rondar exclusivamente en la noche para convertirse en un símbolo de identidad. 

*Mariana Ortiz Cortés

Historiadora y docente de educación media superior. Estudiante de la Maestría en Estudios Regionales (MER) Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Líneas de investigación: historia cultural, procesos de patrimonialización, territorio, memoria e identidad.

Instituto Mora

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