El primer Parlamento del Medio Ambiente que organizamos desde la Comisión de Preservación del Medio Ambiente, Cambio Climático y Protección Ecológica del Congreso de la Ciudad de México, se realizó esta semana, reafirmando la urgencia de abordar los desafíos ambientales que enfrentamos. Con 28 iniciativas y 31 proposiciones presentadas por 60 congresistas,, quedó claro que la preocupación por el futuro de nuestro planeta no es exclusiva de unos cuantos, sino una causa que nos une a todos.
Nuestra capital ha avanzado en la construcción de un marco legal pionero. Leyes como la de Responsabilidad Ambiental y la de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático no son solo textos en papel; son instrumentos vitales para garantizar un entorno saludable. Sin embargo, el verdadero desafío radica en la implementación efectiva de estas normas. La legislación, por más avanzada que sea, solo cobra vida cuando es acompañada por una voluntad política decidida y por la participación activa de la ciudadanía.
La crisis climática no es un problema del mañana; es del presente. El deterioro de nuestro aire, agua y suelo ya está afectando nuestras vidas diarias. Aunque contamos con las leyes necesarias para enfrentar estos desafíos, aún falta ver los cambios necesarios a la velocidad que la situación exige. Esto plantea una cuestión crítica: ¿estamos haciendo lo suficiente?
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La justicia ambiental debe ser vista también como una cuestión de equidad. Las comunidades más vulnerables son, sin duda, las más afectadas por la degradación ambiental. No podemos hablar de un medio ambiente saludable si no abordamos las desigualdades que perpetúan la injusticia climática. Es necesario que nuestras políticas además de enfocarse en la protección del medio también lo hagan en garantizar que todos tengan acceso a un entorno seguro y saludable.
Este Parlamento ha subrayado la necesidad de un cambio profundo en nuestra forma de vivir y de relacionarnos con nuestro entorno. No se trata solo de ajustar nuestras prácticas actuales, sino de replantearnos cómo coexistimos con la naturaleza. La transición hacia un futuro sostenible no será fácil ni rápida, pero es esencial si queremos preservar el planeta.
El reto ahora es transformar las ideas y propuestas surgidas en el Parlamento en acciones concretas y efectivas. No podemos permitir que este esfuerzo se quede en el debate; debemos impulsarlo hacia la acción. Es nuestra responsabilidad colectiva asegurar que el progreso sea una realidad que beneficie a las generaciones presentes y futuras.