Enfrentar a los grupos del narcotráfico en México es un desafío monumental que requiere una estrategia robusta y multifacética. Expertos sugieren coordinar acciones con la DEA y el FBI pero otros se oponen bajo el argumento de una posible injerencia extranjera.
Existen actualmente alrededor de 150 grupos de crimen organizado en México. Entre los más poderosos y conocidos están el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), los remanentes del Cártel de los Zetas, el Cártel del Golfo, el Cártel de Juárez, La Familia Michoacana, Los Rojos, y Guerreros Unidos, entre otros.
Varían estos grupos según su tamaño y capacidad operativa. Los más grandes, como el Cártel de Sinaloa y el CJNG, tienen presencia no solo en la mayoría de los estados de México, sino también en decenas de países, con actividades que abarcan desde el tráfico de drogas hasta la extorsión, el robo de combustible y la trata de personas.
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Se calcula que estos dos cárteles tienen alrededor de 45,000 miembros, asociados y facilitadores a nivel global.
Sin embargo, la cifra total de personas vinculadas a organizaciones criminales en México se estima en 175 mil, lo que incluye desde cultivadores de amapola hasta pistoleros y capos.
Frente a esta realidad, México cuenta con aproximadamente 350 mil elementos en sus fuerzas armadas, incluyendo el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, y unos 450,000 policías a nivel federal, estatal y municipal.
A pesar de estos números, la capacidad de enfrentar efectivamente a los cárteles ha sido limitada, en parte debido a la corrupción endémica dentro de las fuerzas de seguridad y las instituciones públicas, que ha sido un obstáculo constante en la lucha contra el narcotráfico.
Una estrategia eficaz para aplacar a estos grupos debe incluir varias dimensiones. Primero, se debe mejorar la coordinación y la inteligencia entre las diferentes fuerzas de seguridad. Esto no solo implica compartir información en tiempo real, sino también mejorar la capacidad tecnológica y de análisis para anticipar los movimientos de los cárteles. El uso de drones, vigilancia satelital y técnicas avanzadas de ciberinteligencia que pueden proporcionar una ventaja táctica significativa.
Además, es esencial fortalecer la capacitación de los cuerpos de seguridad en combate urbano y operaciones de inteligencia. Las fuerzas especiales mexicanas ya han logrado éxitos importantes en la captura de líderes de cárteles, pero estas operaciones necesitan ser parte de una estrategia más amplia que incluya la desarticulación de las redes financieras y logísticas de los cárteles, lo que requiere un enfoque interinstitucional y una colaboración internacional más estrecha, especialmente con Estados Unidos, principal destino de las drogas traficadas desde México.
La implementación de políticas de desarrollo social también es necesaria para reducir el reclutamiento de jóvenes por parte de los cárteles. Según estudios recientes, los cárteles necesitan reclutar entre 350 y 370 personas cada semana para mantener sus operaciones, lo que subraya la necesidad de alternativas económicas y educativas en las zonas más afectadas por la violencia
Programas que ofrezcan oportunidades de empleo, educación técnica y desarrollo comunitario pueden ser herramientas poderosas para disminuir la base de apoyo y el atractivo del crimen organizado.
Urge reducir la demanda de drogas, tanto en México como en Estados Unidos. Sin una disminución en la demanda, cualquier estrategia militar y policial estará limitada en su efectividad a largo plazo. La cooperación binacional en el control de fronteras y el combate al tráfico de armas es igualmente vital, ya que gran parte del armamento utilizado por los cárteles proviene de Estados Unidos.
Para acabar militar y policialmente a los grupos del narcotráfico en México se requiere una estrategia integral que combine fuerza, inteligencia, desarrollo social y cooperación internacional. Solo a través de un enfoque coordinado y multidimensional se podrá reducir el poder e influencia de estas organizaciones criminales que han sembrado violencia y temor en el país durante décadas.
La lucha es larga y compleja, pero con un enfoque integral, es posible reducir significativamente la influencia y el poder destructivo de estos grupos criminales.