La construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación estará a cargo de un nuevo equipo de morenistas, encabezado por Claudia Sheinbaum, cuyo principal reto, más que continuar el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, será corregir las fallas del gobierno saliente por lo menos en tres áreas prioritarias que son seguridad, salud y educación.
Hasta el momento, solo hay un integrante del gabinete confirmado para el siguiente sexenio, que es Rogelio Ramírez de la O, actual secretario de Hacienda, cuya ratificación la adelantó Sheinbaum después de que cayó 6% la Bolsa Mexicana de Valores, en un mensaje para tranquilizar a los inversionistas de que no habrá cambios en la política económica.
En este contexto, Sheinbaum se ha visto obligada a informar que en esta semana daría a conocer a los demás integrantes de su gabinete, al tiempo que Juan Ramón de la Fuente, coordinador de los trabajos de la transición, salió a desmentir las listas de presuntos integrantes del nuevo gabinete que se difundieron en redes sociales.
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Nunca antes se había adelantado la designación del gabinete, que regularmente se presentaba un día antes de la toma de posesión del nuevo presidente. Ahora es evidente el nerviosismo de los grupos empresariales y políticos por influir o por lo menos conocer quienes serán los nuevos inquilinos del segundo piso de la Cuarta Transformación.
En la Secretaría de Gobernación, por ejemplo, una lista nombra a Mario Delgado y otra a Martí Batres; de igual manera, en la Secretaría del Medio Ambiente se filtró el nombre de Manuel Velasco, mientras que otros impulsan a Marina Robles. Muchos dirán que es lo mismo, pero los que viven de la política saben que en cada sexenio hay un grupo que sobrevive a costa de la desaparición de los demás, aunque sean de la misma familia.
Hay seis funcionarios que aparecen todas las listas: Omar García Harfuch en la Secretaría de Seguridad; Rosaura Ruiz en Educación; David Kershenobich en Salud; Lázaro Cárdenas Batel en Energía; Andrés Lajous en Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, además de Juan Ramón de la Fuente en Relaciones Exteriores.
En cada cambio sexenal sucede con el gabinete un fenómeno semejante al de la selección mexicana de futbol, donde los nombres de los jugadores convocados genera grandes expectativas entre los aficionados, hasta que pierden el primer partido y son eliminados; aunque queda un buen recuerdo de algún jugador que defendió la camiseta en la cancha o se exhibe al presunto culpable de la derrota que casi siempre es el director técnico.
Por supuesto, han existido gabinetes de gran prestigio en nuestra historia como aquellos que formaron la generación de la Reforma o los Científicos del Porfiriato, además de algunos funcionarios que destacaron en su encomienda como el gran educador José Vasconcelos; el apóstol del maíz, Gabriel Ramos Millán; el impulsor del desarrollo estabilizador, Antonio Ortiz Mena o el promotor de la reforma política, Jesús Reyes Heroles.
El gabinete presidencial se compone de 19 secretarías de Estado y la Consejería Jurídica, más 20 organismos denominados como gabinete ampliado, que en algunos cambios sexenales han desaparecido o han sido reinventados; este ha sido el caso de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) creada por Carlos Salinas en 1992 que López Obrador le cambió el nombre a Secretaría del Bienestar.
Más allá del interés de burócratas defensores del hueso, el cambio de gabinete no sólo es un trámite administrativo, donde muchos se apuntan y sólo unos cuantos logran entrar a la nómina, que es la principal madriguera donde se gesta al próximo gobernante.