CONCILIACIÓN LABORAL

La conciliación laboral se tropieza con la ineptitud

La manera como está construida la conciliación hace que el trabajador sufra el proceso, para acudir primero a esta especie de infierno que es el Centro de Conciliación, y después a los juzgados laborales. | Manuel Fuentes

Escrito en OPINIÓN el

Con frecuencia converso con trabajadores que sufren las penurias del Centro de Conciliación Laboral de la Ciudad de México que, a pesar de tener un año ocho meses de inaugurado (desde el tres de octubre de 2022), ya camina como carreta vieja aun con su juventud.

Todos los días llegan trabajadores, desde la seis de la mañana al Centro de Conciliación, buscando que les entreguen una ficha para que les permitan hacer una solicitud y citen a su patrón por el despido que sufrieron. Los principiantes de funcionarios les indican a los trabajadores que deben llegar temprano porque únicamente entregarán veinte fichas por día.

Los trabajadores que hacen la cita a través de la plataforma electrónica del Centro de Conciliación Laboral de la CDMX obtienen un comprobante que les indica que deben acudir en los próximos tres días hábiles en el horario de funciones del organismo, de las ocho a las quince horas de lunes a viernes, a ratificar de manera presencial sus datos.

A pesar de que los trabajadores hacen una cita de forma digital, deben acudir de forma física para que se les asigne una fecha de audiencia.

Sin embargo, cuando los trabajadores llegan a las instalaciones del Centro de Conciliación dentro del horario establecido en el comprobante digital, los malencarados funcionarios les dicen que ese formato no es válido. Que la única forma de que sea válida es de manera presencial, y los citan, otra vez, al día siguiente para que se formen en las largas filas a proporcionar de nueva cuenta sus datos.

Los trabajadores, que sufren las inclemencias del sol ya desde temprana hora, tienen que padecer filas enormes sin la esperanza de que haya un árbol o un techo que los cubra.

Cuando al fin logran ingresar a las instalaciones del Centro de Conciliación de la capital del país, no terminan su martirio. Los trabajadores deben permanecer de pie, esperando a que les llamen, en un lugar sin suficiente espacio para todas las personas que se encuentran esperando su turno.

Documento digital no reconocido por las autoridades laborales:

 

Carlos Reynoso Castillo, quien es un destacado profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana y uno de los pocos investigadores apasionados por el tema, acaba de publicar un libro llamado “La conciliación laboral”, editado por Tirant Lo Blanch, en el que hace una remembranza histórica y estudios comparados con otros países de lo que representa la conciliación. El libro, de 464 páginas, es uno de los estudios más acabados sobre esta materia. Indica: “La historia de la conciliación laboral es también un buen ejemplo del fracaso de los estados para encontrar el modelo ideal, conveniente y eficiente, para cambiar los problemas laborales”.

“La conciliación ilustra de manera clara el movimiento pendular en que viven las sociedades y los estados entratándose de justicia, porque durante muchos años se quiso edificar un modelo de justicia laboral que atendiera a los deseos del positivismo y formalismo decimonónico (…)”.

“(…) lo cual probablemente dejó satisfechos a los juristas pero no (…) a los actores del mundo del trabajo, trabajadores y empleadores”.

Coincido con la crítica del Doctor Carlos Reynoso al señalar que las diversas legislaciones que regulan la actividad de los centros de conciliación en cada estado de la República, incluida la Ciudad de México, son una especie de invasión de la Ley Federal del Trabajo, y en muchas ocasiones dan “lugar a ‘fricciones’ e inconsistencias lógicas en un modelo que en ocasiones pareciera no respetar cabalmente el pacto federal”.

Es cierto, a pesar de que se trata de una misma Ley Federal del Trabajo en todo el país, la reforma constitucional del artículo 123 permitió indebidamente que cada estado de la República regulara la forma organizativa de cada Centro de Conciliación, lo que ha traído como consecuencia 32 mosaicos diferentes en perjuicio de los trabajadores y patrones.

Lo más grave de todo es permitir que los poderes ejecutivos, tanto de la Ciudad de México como de los gobiernos de los estados, administren la conciliación. Logran únicamente la generación de caos y liquidaciones miserables para los trabajadores.

Es común encontrarse con los conciliadores de la Ciudad de México rebasados por su trabajo donde promueven la negociación de todas las prestaciones y derechos de los trabajadores. Como si se estuviera en un mercado donde nos dieran naranjas y jitomates, casi echados a perder, para venderlos al 50% si se puede, o menos.

Lo mismo con el pago de vacaciones, aguinaldo, la prima vacacional, quieren que todo se pongan en venta hasta el 50%. Y cuidado con pedir la prima de antigüedad, aunque tengan trabajando más de 20 años, porque dicen que esa también se debe negociar y, si se puede, mejor quitarla. Ya no se digan los tres meses de indemnización, que en el mejor de los casos promueven que se pague mes o mes y medio, máximo; si no, mejor que demanden.

De acuerdo con datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, a la fecha han sido 20 mil 997 trabajadores de la Ciudad de México quienes no han logrado llegar a un acuerdo con sus patrones y han recibido lo que se llama “Constancia de No Conciliación”.

Los conciliadores, o así quieren que se les llame, no permiten que los trabajadores sean asesorados por sus abogados. Les dicen a ellos: “usted no se meta, sólo obstruye la conciliación”.

La conciliación no debe ser una función de las autoridades de los gobiernos locales sino del Poder Judicial. Así también esta no debe estar dividida para ser atendida por las autoridades locales y federales porque tienen en ocasiones políticas diferentes y hasta contrapuestas.

La conciliación y la atención de los conflictos laborales debe ser materia exclusiva del Poder Judicial Federal y debe desaparecer esta dicotomía, abortar muy rápidamente la reforma laboral.

La manera como está construida la conciliación hace que el trabajador sufra el proceso, para acudir primero a esta especie de infierno que es el Centro de Conciliación, y después a los juzgados laborales que también viven una crisis sin precedentes.

La conciliación es un espectro distinto a la realidad que vivimos. No logra ser un medio alternativo de soluciones estratégico capaz de brindar un valor agregado a las partes, donde el respeto a los derechos de los trabajadores, así como el trabajo digno y mejores prácticas en los centros de trabajo debiera ser la principal prioridad.

Manuel Fuentes

@Manuel_FuentesM 

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