MEDIO AMBIENTE

Entre el cochambre y los enchufes

Esas natas amarillentas que vemos al horizonte son las partículas invisibles que respiramos. | Carlos Gastélum

Escrito en OPINIÓN el

Vivimos días de cochambre en la Ciudad de México. La elevada contaminación tiene secuestrado al aire de la capital en natas amarillentas que afectan al medio ambiente y la salud de las personas.

La falta de lluvias, la industria y el caos de transporte solo empeoran la situación. En apenas dos semanas, se han activado medidas extraordinarias por contingencia ambiental que implican programas como el Doble Hoy No Circula, restricciones a precursores de ozono, la reducción de operaciones de la Refinería de Tula, entre otros.

El sector transporte es un gran emisor de contaminantes. Provoca el 84% del óxido de nitrógeno (NOX) en la Zona Metropolitana del Valle de México, el 42% de la materia particulada menor a 2.5 micras, también conocida como PM 2.5, y el 41% de las PM 10. Estas últimas son las de mayor riesgo al estar suspendidas en el aire, pudiendo llegar hasta lo más profundo de los pulmones con graves afectaciones a la salud. Esas natas que vemos al horizonte son las partículas invisibles que respiramos estemos donde estemos.

Para dimensionar, solo en la Ciudad de México están registrados casi 6.4 millones de vehículos, alrededor de uno por cada 1.4 habitantes. Eso sin contar todos los automóviles que circulan con placas de Estado de México o Morelos. Entre los vehículos registrados en CDMX y Edomex, se cuenta el 30% del total de los 55 millones de vehículos a nivel nacional.

Entre las alternativas para reducir la contaminación por vehículos está transitar hacia tecnología híbrida y eléctrica. Este segmento, si bien aun incipiente, ha ido creciendo de año con año. Mientras que en 2019 la venta de vehículos con esta tecnología representaba el 1.9% de las ventas totales de vehículos ligeros, hacia 2023 llegó al 5.4%. De las 73 mil 680 unidades vendidas el año pasado, el 73% fueron híbridos, el 19% eléctricos, y el 8% híbridos enchufables. Un tercio de los eléctricos se vendieron en la CDMX.

Hay buenos motivos para pensar que la adquisición de vehículos eléctricos seguirá en aumento. Una de las barreras principales, el precio, está comenzando a moverse a la baja consecuencia de la entrada de unidades de origen chino, generando un abaratamiento del segmento en donde ya es posible comprar una unidad por menos de 400 mil pesos.

También hay políticas públicas orientadas a este propósito, como la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica y el Pacto de Glasgow, que han puesto como meta que, hacia 2030, el 50% de las ventas de los vehículos ligeros sean cero emisiones (eléctricos e híbridos enchufables), y que en 2040 este porcentaje llegue al 100%. En la capital se intentó, sin éxito, legislar para que en 2040 todos los vehículos vendidos sean eléctricos y prohibir la circulación de los de gasolina en 2050. Ya California aprobó, por cierto, que todos los autos, camionetas y SUV nuevos funcionen con electricidad o hidrógeno para 2035.

Esta transición plantea muchos desafíos. Uno de ellos está en que haya coches eléctricos y enchufes donde conectarlos. Según estimaciones, se necesitarían alrededor de 16 mil electrolineras hacia 2030 para cumplir con las metas de circulación; pero en el país tiene actualmente menos de dos mil.

Sin embargo, el principal problema es de dónde vamos a sacar la electricidad para alimentar esos vehículos. Recientemente hemos sufrido cortes de electricidad a nivel nacional por un exceso de la demanda por las olas de calor, con una generación que sigue sin expandirse.

En promedio, un vehículo eléctrico necesita 1,700 kilowatts hora (kWh) para andar 10 mil kilómetros al año. Si en 2030 tuviéramos la misma cantidad de vehículos en CDMX, y una cuarta parte fueran eléctricos (1.6 millones), se requerirían 2 mil 720 giga watt (gW) adicionales solo para atender esa demanda. Llevado a nivel nacional, las dimensiones toman mayor impacto.

Entonces, la idea de los automóviles eléctricos suena muy bien, pero las condiciones del sistema eléctrico nacional no tanto. Con un crecimiento anual de generación magro, sin la expansión renovables (para qué quisiéramos coches limpios con tecnología sucia), y la mayor demanda de electricidad que habrá por el cambio climático y los requerimientos del nearshoring, podríamos quedarnos con autos eléctricos sin enchufes que despejen el cochambre de las metrópolis del país.

 

Carlos Gastélum

@c_gastelum