ECONOMÍA

Incremento a aranceles; apenas suficiente

Mientras Estados Unidos reducía sus importaciones de China, México las ha aumentado fuertemente. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

El 22 de abril se publicó el decreto que aumentó los impuestos de importación a 544 fracciones arancelarias relativas a productos de acero, aluminio, textiles, confección, calzado y otras que cubren una gran diversidad de productos. Los nuevos aranceles van de 5 y 10 por ciento, los más bajos para una media docena de fracciones. Los más altos, dos fracciones arancelarias que suben al 50 por ciento son para productos de acero. El grueso de las fracciones arancelarias, centenares, se han elevado a 25 o 35 por ciento.

Los nuevos aranceles son temporales, con una duración de dos años, y no se aplican a las importaciones de cerca de 50 países con los que tenemos 14 tratados comerciales específicos. Es decir que no afectan el comercio con los Estados Unidos, Canadá, Europa y Latinoamérica, entre otros.

Vistos en sentido contrario son en la práctica aranceles con dedicatoria para los países de Asia con los que somos más deficitarios. Un grupo financiero, Intercam, ha calculado que estos aranceles inciden en el 85 por ciento de las importaciones de China; 92 por ciento de las de Taiwán; 87% de las de Corea del Sur; 86 por ciento de las de India y de manera similar las de otros países con los que no tenemos un tratado comercial específico.

La elevación de aranceles cuenta con el beneplácito de algunos sectores productivos internos. Para la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), esta medida busca brindar certidumbre y condiciones de mercado justas a los sectores de la industria nacional que enfrentan situaciones de vulnerabilidad.

La explicación que da el decreto es que de 2018 a 2023 las cadenas productivas nacionales se han visto afectadas por la desaceleración ocasionada por conflictos geopolíticos y comerciales que afectan su competitividad interna e internacional, y ponen en riesgo el empleo de miles de personas. Por ello las industrias mexicanas requieren un periodo de ajuste para su recuperación.

Cierto que se han creado condiciones de vulnerabilidad, pero no tanto por conflictos geopolíticos externos sino por la decisión interna de ofrecer altas tasas de interés, atraer capitales volátiles y fortalecer al peso; lo que visto en sentido contrario es lo mismo que abaratar el dólar. En los últimos tres años hemos presumido el super peso sin darle mucha importancia a la consideración de que es el abaratamiento del dólar y en consecuencia de todas las importaciones lo que ha colocado en mayor vulnerabilidad a la industria y los empleos en México.

Parece impresionante que se eleven los aranceles de 544 fracciones y cierto que afectan a la gran mayoría de las importaciones asiáticas, en particular las de China, que han crecido a un ritmo muy acelerado en los últimos años. Sin embargo, una cosa es incidir en muchas de las importaciones y otra es la fuerza de su impacto. Exceptuando las dos fracciones referidas a productos de acero, la mayoría de los incrementos no consigue contrarrestar el abaratamiento, por la fortaleza del peso, de alrededor del 20 por ciento en todas las importaciones de los últimos tres años.

El decreto oficial también señala como motivo no afectar la atracción de nuevas empresas e industrias de alto valor agregado. Se refiere específicamente a la relocalización de empresas por su nombre en inglés, nearshoring. No lo dice el decreto, pero es evidente que lo que ha colocado en riesgo tal relocalización es la amenaza norteamericana de imponer aranceles o sanciones a las importaciones de México.

Apenas en febrero pasado la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, declaró que México respondería con la aplicación de aranceles de represalia a las importaciones de acero originarias de Estados Unidos si cumplía con su amenaza de imponer aranceles a las importaciones de acero mexicano.

La controversia entre México y Estados Unidos estaba candente en particular en relación al acero, aunque no únicamente. Estados Unidos acusa a México de convertirse en puente de importaciones chinas que pasan por el país, tal vez reciben una manita de gato, y se exportan a Estados Unidos.

El hecho es que Estados Unidos se encuentra en una ruta de conflicto creciente con China y esto se refleja en el comercio: le ha impuesto aranceles importantes a las importaciones provenientes de ese país. Aquí la medida de la importancia de esos aranceles es su efectividad; Estados Unidos redujo en 24.1 por ciento sus importaciones de China de 2017 a 2023.  En ese mismo periodo el déficit norteamericano con México se elevó en 118 por ciento; llegando a 157 mil millones de dólares.

En cierto sentido México ha estado substituyendo a China en la economía norteamericana de una manera que Estados Unidos considera tramposa; convirtiéndose no en productor, sino en intermediario de las importaciones chinas.

Mientras Estados Unidos reducía sus importaciones de China México las ha aumentado fuertemente. De acuerdo con un despacho europeo de análisis comercial (Xeneta) en enero de 2024 llegaron a México un 59.7 por ciento más contenedores provenientes de China que en enero de 2023.

El 17 de abril el presidente norteamericano, Biden, anunció que trabajaba con el mandatario mexicano, Andrés López Obrador, para impedir que China introduzca acero y aluminio a su país a través de México, burlando los aranceles que Washington impone sobre esos materiales. Explicó que un día antes había enviado a México una delegación de altos cargos para resolver el asunto. También anunció que triplicará los aranceles que ya pesan sobre las importaciones de acero y aluminio chinos.

Cinco días después del anuncio de Biden México decretó la elevación de aranceles de múltiples fracciones, pero con especial énfasis en aranceles de 50 por ciento al acero y de 35 por ciento a diversos productos de aluminio. Es un cambio de rumbo de nuestras alianzas comerciales.

La efectividad del incremento en los aranceles podemos medirla de tres maneras: políticamente parece suficiente, de momento, para evitar un conflicto comercial fuerte con los Estados Unidos, podemos inferir que tales incrementos se negociaron antes del decreto. Un segundo impacto es que el incremento sea suficiente para proteger a las empresas y empleos que el decreto llama vulnerables. Es decir que contrarreste el abaratamiento de las importaciones, incida en reducir, incluso revertir la marea de importaciones chinas y volvamos a estar como antes. Lo que es bueno, pero no es gran cosa.

La tercera medida de su eficacia es que, acompañada de otras medidas, consiga desatar algún dinamismo productivo sustentado en la substitución de importaciones chinas. Es decir, producir en México una porción creciente de lo mucho que importamos de China tanto para el mercado interno como para su exportación al mercado norteamericano. Entonces si estaríamos substituyendo a China como proveedores de mercancías para los Estados Unidos sin hacer la trampa de seguir siendo meros intermediarios.

Pero esto último parece un sueño guajiro si nos conformamos con esta elevación de aranceles que puede ser suficiente para evitar el conflicto con Estados Unidos, pero es muy pequeña para detonar un proceso de crecimiento industrial y del empleo en México.

 

Jorge Faljo

@JorgeFaljo