EMPRESAS SOSTENIBLES

¿Una nueva era en el impacto corporativo?

El mundo empresarial experimenta un cambio acelerado en respuesta a la demanda de consumidores más conscientes, impulsando la adopción de prácticas sostenibles y sociales. | Octavio Rocha*

Escrito en OPINIÓN el

Es una realidad que el mundo de los negocios está cambiando de manera acelerada en los últimos años; esto no es un asunto fortuito, se debe en gran medida a que los consumidores en el mercado global (millennials y generación Z, principalmente) se han vuelto más cuidadosos y conscientes sobre el tipo de empresas a las que entregan su dinero a cambio de productos, bienes o servicios. 

Esto poco a poco comienza a verse reflejado también en Latinoamérica; de acuerdo con el reporte de sustentabilidad de Mercado Libre, los compradores “sustentables” en su plataforma crecieron un 27% en 2023 respecto a 2021/2022.

Esto ha ocasionado que cada vez sea más común ver publicados los reportes de sostenibilidad/sustentabilidad de grandes empresas, y sin duda es más frecuente escuchar en las oficinas el término “impacto” o en su defecto los “Criterios ASG” (relativo a los principios Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo; ESG por sus siglas en inglés).

Más allá de las empresas que buscan dar la impresión de un compromiso socioambiental cuyas prácticas caen en el greenwashing, socialwashing, pinkwashing, y un largo etcétera; hay un sector –por fortuna creciente– de corporativos realmente comprometidos con asumir estos criterios e implementar prácticas orientadas a la sostenibilidad, la justicia social y el combate al cambio climático. 

Este sector corporativo, por su propia naturaleza, enfrenta una serie de retos al ponerse como meta incorporar criterios sociales o ambientales en sus operaciones. Éstos van desde dificultades al establecer estrategias empresariales para su cumplimiento, la comprensión y apropiación de estándares y métricas de impacto/ESG, la incorporación de nuevos enfoques en la gestión de riesgos y, sobre todo, la transparencia en el reporte de resultados. 

Tradicionalmente, todas estas cuestiones han sido abordadas por las áreas de responsabilidad social, las cuales juegan un papel muy importante, pero no dejan de atender a un modelo reactivo ante el impacto negativo generado por la empresa y pocas veces juegan un papel proactivo en la búsqueda de soluciones. 

Por otro lado, son probablemente las empresas sociales, las que han logrado mayor agilidad en el cumplimiento de objetivos de sostenibilidad, materializando resultados y demostrando que el impacto positivo es posible y financieramente rentable. En principio, porque su tamaño suele estar entre la pequeña y mediana empresa, lo cual la hace una entidad operativamente más sencilla de manejar, pero también porque muchas de estas empresas tienen impregnado el enfoque en sostenibilidad desde su nacimiento.

Dada esta enorme diferencia entre un corporativo y el sector de emprendimiento social. Quizás podríamos decir que no juegan en la misma “cancha”, sin embargo –teóricamente– juegan bajo las mismas reglas, ya que en México no hay una legislación especial para empresas sociales o con propósito que les otorgue incentivos fiscales o de cualquier otra índole.

Si ambas entidades, con su respectivo tamaño, retos y oportunidades tienen un mismo objetivo: ¿por qué no llevamos a una empresa social a jugar en la misma cancha que un corporativo en temas de impacto/sostenibilidad? ¿Qué pasaría si ponemos a ambas entidades en el mismo equipo?

Lo maravilloso de esta pregunta es que ya tiene respuesta: grandes cosas podrían suceder. 

Existen casos –pocos, eso sí– de corporativos que decidieron aliarse con empresas sociales para alcanzar objetivos de sostenibilidad en conjunto y detonar el impacto positivo con lo mejor de ambos mundos; la estructura, el tamaño y alcance de un corporativo, con la agilidad, propuesta de valor y entendimiento de la problemática de una empresa social

Sin embargo, lograr esto no es fácil. Llevar a un emprendimiento a la mesa de un corporativo no solo implica sentarlos uno al lado de otro en la sala de juntas. Es necesario llevarlos a dialogar en un mismo idioma y brindarles las herramientas para un entendimiento mutuo, lo que se traduce en una serie de acciones orientadas a la integración del emprendimiento en la cadena de valor del corporativo

Este tipo de sinergias requiere también dar a ambos actores el justo lugar que ocupan; partiendo de la base de que cada uno es importante y se necesitan mutuamente, creando así una relación simbiótica que le permita a la empresa social garantizar la sostenibilidad financiera e implementar el modelo de impacto previsto; y que permita al corporativo alcanzar de manera legítima sus objetivos en materia de sostenibilidad, ASG y/o impacto. 

El resultado de estas colaboraciones puede traer consigo importantes avances casi-inmediatos en materia de empleabilidad, prácticas de comercio justo, reducción y mitigación de emisiones de carbono, implementación de modelos de producción basados en economía circular y un largo etcétera. 

De cara al 2030 y con muchos pendientes por cumplir en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, esta relación entre corporativos-empresas sociales y su potencial resultado debería marcar una nueva era que lleve al sector privado a superar la era de la competencia y entrar a la era de la colaboración; la era del impacto corporativo

Octavio Rocha*

Licenciado en Economía con Especialidad en Microfinanzas y cuenta con un diplomado en Creación, Desarrollo y Dirección de Empresas Sociales. Maestro en Cooperación Internacional para el Desarrollo por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora; docente en la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM y en la Universidad Tecnológica de México; y Asesor de Estrategia en Alianza por la Inversión de Impacto México.  

Anteriormente ocupó el cargo de Chief Impact Officer en New Ventures y actualmente se desempeña como Especialista en Emprendimiento Social para el Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza del Tecnológico de Monterrey.

 

Instituto Mora

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