Para el presidente de la República, el acceso de las mujeres a la igualdad se cumple al asignarles la mitad de las posiciones en su gabinete, garantizándoles candidaturas o inclusive, nombrando a más mujeres en puestos de dirección. Hablar de derechos no forma parte de su discurso pues, como señalan algunos analistas, le representa adquirir obligaciones como cabeza del Ejecutivo.
Tal vez hay por ahí algún programa de transferencias monetarias a madres solas pero ningún compromiso respecto a enfrentar las violencias contra las mujeres expresadas en diez feminicidios diarios en el país, el aumento de la trata para la prostitución, o de las desapariciones para usarlas en el trasiego de drogas o en la producción de seres humanos en granjas destinadas para el efecto. Ni que decir de prevenir o sancionar la violencia doméstica, el maltrato, el acoso y las violaciones sexuales en las calles, en el transporte público o en su trabajo.
De sus derechos sexuales y reproductivos ni hablar con un hombre profundamente creyente. Pero tampoco el derecho al cuidado pues la Ley sobre el Sistema respectivo se quedó estancada en el Senado. Por el contrario, redujo los apoyos a los refugios para mujeres víctimas de violencia y sustituyó las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo por las abuelas y por precarias transferencias monetarias.
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Tampoco entiende el acceso a la igualdad como la reducción de las brechas de ingreso frente a los varones o en general, el acceso a empleos de calidad.
En fin, su comprensión específica del avance de las mujeres es la paridad.
Es una lástima que Claudia Sheinbaum, como jefa de gobierno de la Ciudad de México, se haya mimetizado con esa postura. Al inicio de su gobierno parecía tener claros tres propósitos: reducir el embarazo adolescente, combatir la violencia hacia las mujeres e impulsar su autonomía física, económica y política. Si bien creó la Secretaría de la Mujer, sus logros en el cumplimiento de los derechos de las mujeres son realmente escasos.
Pero lo que más me gustaría entender es para qué mujeres es importante la paridad, entendida esencialmente como su derecho a tener un acceso igualitario a posiciones de poder. Es decir ¿a quiénes está atendiendo realmente el presidente?
Creo que se trata de un grupo muy reducido de mujeres. La mayoría están ocupadas y preocupadas de cómo van a cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias para el día siguiente; cómo van a distribuir su tiempo entre tareas de cuidado, trabajo remunerado y los tiempos que les toma su traslado o si sus hijos e hijas van a volver después de salir para ir a la escuela o para realizar algún mandado, o si alguien se enferma ¿cómo van a pagar la atención médica y los medicamentos que se necesiten? si es que los encuentran.
Se menciona mucho que es tiempo de mujeres por la gran cantidad de éstas que están accediendo a puestos políticos. Ojalá y ello se traduzca en políticas y programas más cercanos a la atención de las necesidades y derechos de todas aquellas mujeres que no entienden lo qué significa la paridad.