HERSELF POR PHYLLIDA LLOYD

Después de la violencia

"Herself" aborda la historia de Sandra, una mujer que escapa de la violencia doméstica y emprende el desafiante camino de reconstruir su vida con la ayuda de la solidaridad de otros. | María Teresa Priego

Escrito en OPINIÓN el

Y de cómo reconstruirse es un trabajo empecinado e íntimo que no puede lograrse sin la solidaridad de otras/os. “Volver a empezar”, “Herself”, dirigida por Phyllida Lloyd, (directora de “Mamma mia” y de la “Dama de hierro”, la reconstrucción de la vida de Margaret Thatcher), comienza de inmediato con una escena de violencia doméstica. Gary golpea brutalmente a Sandra. Tienen dos niñas pequeñas. La madre acordó una clave secreta con la mayor, si le dice “viuda negra”, es que se hallan en situación de peligro. Mientras el padre patea a la madre, la niña corre a solicitar ayuda con un recadito que está guardado en su lonchera: “llamen a la policía, estoy en peligro de muerte”. 

Sandra se separa de Gary en una situación de completo desamparo: no tiene dónde vivir y está sola con sus niñas. Labora como mesera en un bar, es trabajadora del hogar en la casa de una doctora distante y silenciosa en la que, sabremos después, su madre trabajó la mayor parte de su vida. El estado le ofrece un cuarto “de servicio” para vivir en un hotel al que tiene que entrar por la puerta trasera. A pesar de la violencia y la denuncia, está obligada a llevar a sus hijas a las visitas los fines de semana con el padre. Gary no entiende por qué están separados. ¿Cuál es el sentido de esa decisión de Sandra que “daña” a las niñas si todo puede recomenzar? Los argumentos habituales: “estoy en terapia”, “voy a cambiar”. 

Nos hundimos en el sofá porque Sandra está sola. Aislada. Sin más apoyo que las visitas esporádicas de la trabajadora social. Y tiene miedo. Miedo de Gary y de que los servicios sociales no le asignen una casa, dado que la lista de personas que la anteceden es larguísima. Desesperada, ve en su celular a un hombre que aconseja construir tu propia casa y que ofrece una guía para llevarlo a cabo. Decide aprender cómo y reunir el dinero. La doctora con la que trabaja sufre un desmayo y Sandra le ayuda. Todo comienza a dar un vuelco. Sandra –de corazón– se inquieta por el bienestar de la doctora y ese gesto de amor pareciera descongelar algo dentro de esa mujer que sufre, luego sabremos por qué.

Sandra aprende a pedir ayuda. Con sus planos bajo el brazo, sus dos niñas al lado y una esperanza imparable, pide ayuda. Es tan conmovedora y tan valiente. Solicita manos para levantar un hogar. Y sí, se te escurren las lágrimas. En mi cabeza no paraba de resonar esta frase salida de no sé dónde: “lo que las personas necesitamos en los momentos más duros, es un poco de bondad y, y una segunda oportunidad”. La doctora le cede el jardín detrás de su casa. Las niñas la llenan de vida. La banda de voluntarios se va reuniendo y la casa –por imposible que parezca– avanza. Gary contraataca, pero Sandra no está sola. Puede hacerle frente, tiene fuerza, tiene amigas/os, sus hijas –testigas impotentes de la violencia- viven ya tranquilas.

Herself” (“Ella misma”) es una historia de lucha (como la de millones de mujeres víctimas de violencia doméstica en el mundo) y una lección de solidaridad. Recordé la frase: “se necesita una aldea para educar a un niño”. Sí. Se necesita una aldea para sostener a unas niñas que crecen y a la madre de esas niñas partida en cuatro entre sus hijas, los varios trabajos, el acoso de un marido depredador que disimula en público (hasta que ya no lo logra) y la ausencia de un techo. Y la lección es que la solidaridad aumenta la calidad de vida de cada una de las personas que participan del proyecto. Llegaron allí para ayudar a una mujer que apenas conocían. Llegaron y se conocieron entre ellas/os. Y la generosidad circuló y trajo consigo la alegría de vivir. Pasan tantas cosas. Pero ya Sandra y sus niñas no están solas.

María Teresa Priego

@Marteresapriego