VIOLENCIA

El estudiante multihomicida

David Kozak no sentía que asesinaba personas. | María Teresa Priego

Escrito en OPINIÓN el

Un joven checo de 24 años, estudiante de excelencia, mató a 14 personas e hirió a 25 de sus compañeras/os y maestras/os en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Carolina en el centro de Praga. Se llamaba David Kozak. Antes de salir de su casa asesinó a su padre en un pueblo cercano a la capital. Después del tiroteo se suicidó o fue abatido por la policía, la información se contradice en este punto. En cualquiera de los casos: en sus redes anunció en una especie de “diariopúblico - inaugurado el 9 de diciembre- su odio por la vida y su impulso ya irrefrenable de matar y suicidarse. Pareciera que jugaba a una siniestra lucha de poder con sus seguidores en Telegram y con la policía: les notificaba sus planes, pero escribía su “diario” en ruso.

Estaba anunciado. Kozak contó que iba rumbo a Praga a suicidarse, la policía esperó en el auditorio donde debía asistir a una conferencia. Desató el tiroteo en otro lado. Para cuando la policía llegó la masacre ya había tenido lugar. Él en su crueldad absoluta, les ganó las “vencidas”. David escribió: “Siempre quise matar, pensé que podría convertirme en un maníaco en el futuro. Luego, cuando Ilnaz Galyaviev – autor del tiroteo Gymnasium de Kazán en 2021- hizo el tiroteo, me di cuenta de que era mucho más rentable hacer asesinatos en masa que seriales”. En mayo del 2021, Galyaviev (19 años) anunció por Telegram que asesinaría a las más personas posibles antes de suicidarse.

Asesinó a 9 personas en una escuela y después se entregó a la policía. Se refería a sí mismo como “Dios” y escribió en Telegram que “mataría a gran cantidad de deshechos biológicos”: “Me di cuenta de que soy Dios. Solo me di cuenta hace dos meses, no de inmediato. Entonces un monstruo comenzó a despertar en mí. Empecé a odiar a todos. Siempre he odiado a todos. Empecé a odiar aún más”. Tenía como Kozak una licencia para portar armas. Pero no fue la única referencia que David registró en su “diario”. También cita a Alina Afanaskina, una muchacha de 14 años que el 7 de diciembre asesinó a un estudiante e hirió a cinco más en una escuela en Briansk, Rusía.

Alina utilizó una escopeta de su padre. A diferencia de Galyaviev, se suicidó de inmediato. Kozak escribe de Alina: “Me senté, esperé, soñé, quise, pero Alina se convirtió en el último punto. Fue como ella vino a mí desde el cielo justo a tiempo”. Sus dos “modelos” eran rusos, lo que podría explicar la elección de la lengua en la que redactó su diario que comienza justo dos días de los crímenes de Alina que funcionaron como un detonador. La decisión estaba tomada. Antes del tiroteo, Kozak había asesinado a un hombre y a su bebé en el bosque. Fue su primer “paso al acto”. El segundo (por lo que sabemos hasta el momento) fue el parricidio.

No hay detalles de la relación del asesino con su padre. No se sabe nada de su madre ni de su familia. Nos dicen que era un joven “tranquilo e introvertido”, premiado por la alta calidad de su tesis. El mismo que escribió en Telegram: "Permítanme presentarme, mi nombre es David y quiero hacer un tiroteo en la escuela y posiblemente suicidarme…” “Odio al mundo y quiero dejar tanto dolor como sea posible”. ¿Una intención del “diario” era dar aviso de sus planes? Muy probablemente. Retando a su mundo al escribirlo en ruso. Complicando la pista.

“Este canal es un diario donde hablo acerca de mi vida antes del tiroteo”, escribió Kozak, megalómano y realista. Millones de personas en el mundo leemos sus palabras, miramos sus fotos. Intentamos entender. El estudiante solitario está rodeado de la atención que sentía que nunca tuvo. Los especialistas señalan que una característica de los multihomicidas es vivirse como “desamados”, “rechazados”, “excluidos”. Y sabía que sucedería: la más oscura celebridad le llegó en segundos. Su “venganza” fue feroz: provocó un dolor atroz y expansivo, se sintió poderoso como “Dios” a la manera de Galyaviev. Tuvo el poder de causar pánico y burlar a la policía. Desestabilizó el universo de sus compañeras/os y maestras/os, de un país entero con su mensaje mortífero de fondo: “¿Ya ven? La tragedia irrumpe en las horas más tranquilas”.

En cualquier momento. En cualquier espacio. David exportó su odio y su tormento. En un artículo de Gary Dagorn, publicado en 2019 por el periódico Le Monde, cita al sociólogo y profesor de psiquiatría y ciencias de la conducta Jeffrey Swanson: “El asesino se percibe como un marginal y existen escenarios culturales que le ofrecen un modelo: la idea de que si sales y asesinas personas te convertirás en un anti-héroe célebre que se llevará las portadas de todos los periódicos y cita una frase del multihomicida de Colombine ‘los directores de películas se pelearán por contar esta historia”. Infligir el mayor daño posible. Y, sí, el documental de Colombine existe.

Entre todas las frases terribles que escribió Kozak, me detengo en una:

“Me di cuenta de que era mucho más rentable hacer asesinatos en masa que seriales”.

¿Rentable?

¿Cómo pensaba Kozak la vida y cómo vivía sus emociones?

Es más práctico matar a la mayor cantidad de personas de golpe y menos laborioso que asesinar de una en una. Ser asesino serial implica el riesgo de ser atrapado en el segundo intento. También el impacto social de los asesinatos masivos es mucho más violento. La fama más rápida. Pero, sobre todo, Kozak, como uno de sus modelos, no sentía que asesinaba personas. Galyaviev: “mataría a gran cantidad de deshechos biológicos”. Como quien se habla a sí mismo ante el espejo. Como quién confiesa cómo se habita. Un mero deshecho.

 

María Teresa Priego

@Marteresapriego