GESTIÓN DEL CONFLICTO

Una sociedad violenta

Recientemente nos enteramos de dos terribles historias violentas que nos deben mover a la reflexión sobre los niveles a los que estamos llegando como sociedad. | Agustín Castilla

Escrito en OPINIÓN el

Cada vez que se habla de la grave situación de violencia que enfrentamos en nuestro país, generalmente pensamos en las masacres y los miles de homicidios dolosos que se registran cada día, en las desapariciones de personas que en su gran mayoría son perpetradas por la delincuencia organizada, o quizá en algunos de los casos muy visibles de agresión contra mujeres, y prestamos poca atención a las diferentes violencias (física, sexual, psicológica) que se presentan cotidianamente en prácticamente cualquier espacio de nuestra vida en sociedad como el hogar, la escuela, el trabajo o la vía pública. Tan solo por dar un par de ejemplos, de acuerdo con información del INEGI hay en promedio más de 5 mil casos de acciones violentas en el seno familiar por día, y México ocupa el primer lugar mundial en acoso escolar con 270 mil casos según la organización Bullying Sin Fronteras

Las causas de las violencias pueden ser muy diversas como el consumo excesivo de alcohol o de otras sustancias nocivas, la frustración y el estrés por la carencia de recursos, el deficiente manejo de emociones y control de impulsos debido a la falta de cuidado a la salud mental, la cultura machista o la discriminación y racismo –que lamentablemente siguen muy presente-–, todo lo cual incide en la forma en que nos relacionamos, procesamos nuestras diferencias y abordamos los conflictos que son naturales a la condición humana. 

Cuántas veces no hemos atestiguado o sabido de una reacción excesiva ante un incidente menor –o incluso por manifestar alguna opinión o preferencia distinta– que va escalando hasta convertirse en un problema de dimensiones mayores, y esto se puede ver lo mismo en las dinámicas familiares que en la convivencia entre vecinos, en una competencia deportiva o por un percance vial, a los que en no pocas ocasiones se responde mediante conductas violentas tratando de imponer la ley “del más fuerte” sin reparar en las posibles consecuencias personales y sociales. 

Recientemente nos enteramos por los medios de comunicación y redes sociales, de dos terribles historias que nos deben mover a la reflexión sobre los niveles a los que estamos llegando como sociedad. A mediados de julio se difundió un video en el que se muestra a una pareja que ingresa violentamente a un kinder en Cuautitlán Izcalli para reclamar a una maestra que supuestamente lastimó a su hijo, la mamá del menor la golpea en la cara, la jala del cabello y la arrodilla mientras el papá la insulta y amenaza mostrando un arma, al igual que a la encargada de la cocina que se asomó para ver lo que estaba pasando. En otro video tomado en una sucursal del restaurante de comida rápida Subway en San Luis Potosí, se aprecia como un cliente se mete al área de cocina y golpea brutalmente a un empleado al parecer por pedirle que esperara su turno para ser atendido. A pesar de que el jóven de 15 años no opuso resistencia y estaba visiblemente lastimado, el agresor continuó golpeándolo aplicando su entrenamiento en artes marciales hasta dejarlo inconsciente. Aunque estos dos casos han tenido consecuencias gracias a que fueron grabados por las cámaras de los establecimientos y los responsables fueron detenidos, generalmente no pasa nada ante el miedo y la impotencia de las víctimas.

Frente a esta preocupante realidad, es indispensable que exploremos alternativas que contribuyan a romper patrones de conducta, estereotipos y concepciones jerárquicas negativas para poder cambiar de paradigma y encaminarnos a la construcción de una cultura de paz que permita ir reduciendo los niveles de violencia cotidiana en los distintos ámbitos en que nos desenvolvemos, siendo la familia y la escuela como principales instituciones socializadoras donde se nos debe enseñar a relacionarnos de manera distinta a través del respeto a todas las personas, la tolerancia, el diálogo, la empatía, el adecuado manejo de las emociones y la gestión del conflicto. Debemos actuar ahora pues de lo contrario, y sin apenas darnos cuenta, podemos llegar al punto de vivir bajo la ley de la selva, que sería de muy difícil retorno.